Caminaba solitario
aquella tarde, entre
la ceguera de unas luces de fuego
y un sendero
marchitado.
Maldecía el viento
seco
que había traído tras
la suavidad de unos labios
el remolino de una
traición.
Yo vomitaba la sangre
del cerebro,
rasgaba mis escamas
y sacudía los
castillos de mi sentimiento
como un terremoto
feroz.
Volví despechado al
desierto de mi tristeza
sin una voz de ánimo.
La serranía ya había
escondido su cabeza
bajo las diminutas
losas de musgo.
Todos se escondían,
nadie había sido el
culpable;
pero aquella afrenta
oscura
había doblegado mi
corazón.
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1982 –
Hay que doblegar el corazón para alzarse sobre la oscuridad!!!
ResponderEliminarPero el corazón no es lo que más se daña ante un terremoto. Son los sentimientos que protegen el corazón los que resisten el temporal
ResponderEliminarLas costillas y el esternón de la belleza.
ResponderEliminarCada órgano hace lo que tiene que hacer sin más, hasta la parte oscura de cada órgano tiene un sentido. Pero nunca dejarse influir por una oscuridad que no está en ellos. "Caminaba solitario" y apenas tenía tiempo para pensar
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