Que poder el de las
malditas lágrimas!
Escucho sus gritos
al deslizarse en mi
piel,
pierdo el contacto
con la realidad
circundante.
Contemplaba el cielo
nocturno
aquella lágrima
se desapareció
tan silenciosamente
como había llegado.
Una sensación de vacío
invadió mi alma,
mi camino estaba
marcado;
percibí su aliento
su aroma, su
fragancia,
quise gritar
ocultando mi rostro
hasta deslizarme
suavemente sobre su
piel.
Me asusté tanto,
tomó mis cabellos
y me besó a la fuerza,
al cabo de un instante
algo comenzó a
mezclarse
con la azorada
confusión.
Era una sensación
extraña
ya conocida,
estupefacta contemple
su boca,
sus labios ardientes
aferrándose
fuertemente a los míos.
No deseaba poner fin
a ese beso...
Mis senos suaves y
turgentes
rozaban su pecho,
volvió su mirada
para contemplar el
fuego
y el río que se
hallaba más allá.
Deseó tener la osadía
de bañarse en el río,
sus movimientos
gráciles
me recordaban algunos
felinos.
Se puso en cuclillas
frente al fuego
para atizarlo
Y en medio de aquel
viento
que abrazaba
nuestros cuerpos.
Quedé sin aliento!
¿Cómo describir el fuego cuando se arde en sus hogueras?
ResponderEliminarMary Bell abre más el abanico de lo que siente. Es curioso que el poema empiece en lágrimas cuando el tema de nuestra autora no es ése, sino el fuego de un deseo, que primero te hace sentir un vacío y después te asusta. Pero no para en explicaciones zino que nos define detalladamente todo lo que percibe
ResponderEliminarAgua, fuego y tierra; ¡amor alevoso como el aire!
ResponderEliminarSon los tres ingredientes para hacernos sentir vida. De los tres más poderoso es el mar, que nos comunica con las profundidades. percibirlo es ya una manera de vivir. El poema nos habla también de su juventud y su fuerza. Se desliza por la arena de la playa como una serpiente o rompe en el ímpetu del mar como una tormenta, pero siempre nos queda lo que pudimos sentir en ese interruptus
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