Me llama el desierto…
su amplio colorido, su silencio… tan profundo y espectacular algunas veces; me llaman sus sonidos atrayentes, que dibujo lejanos a mí y casi siempre los siento dentro. Su llaneza, su impenetrabilidad… he gritado en él sintiéndome arena y desierto, nunca vi detrás de mí la sombra de la ausencia. Y he sido viento, viento noble hasta donde lo podía ser. Me embelesó la fluidez de sus sentimientos: yo era como él…
pero hoy estábamos separados.