No sé qué le quiero decir, pero llevo
grabada
la guerra del que me hizo sentir
malherido
porque una daga suya en mí se había
hecho huella.
Ni miré a sus ojos cuando ante mi
puerta
cruzó queriéndose llamar destino,
doblegado hasta el fin por su maldita
herencia.
Sólo sentí su odio clavándose en mi
alma
y el desprecio de sus ojos queriendo
romper los míos
dejándome sin luz, sin fuego y sin
alas.
No sé que te quiero decir, pero
mañana
querré confesarte que eres mi guerra.
-2018-