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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los árboles se batían contra la noche. Hoy lo hice

Los árboles se batían contra la noche. Y unos seres negros, tan negros como el carbón, les perfilaban las orejas, allá, entre lo más profundo y lo real. Afilaban sus espadas al paso de la gota fría que se vertían sobre ellos… y de esa forma preparaban el duelo: las hojas y la tormenta… cada uno de ellos conocía muy bien a su rival. Los árboles detenidos, expectantes… con su piel acristalada, fina. La tormenta fustigadora y endiablada… por momentos cruel, estaba ya malherida. Y aquellos seres negros que pendían de las ramas se fueron y se hicieron noche… y los árboles perdieron sus orejas y no escucharon el crujir de sus ramas al caerse.


Hoy ya lo hice.
Sus carnes cubiertas de polvo. Sus notas de cristal.
Hoy abrí sus entrañas
y busqué entre las sombras algún poema. Hoy lo hice
como nunca lo había hecho
y me sentí tan fuera del mundo,
tan lejos de todo,
que me gustaría seguir estando allí. Hoy sus notas eran mágicas,
sólo eran hoy
cuando soñaban para mí,
me sentía muy bien.
Creí que no era capaz de desenterrar los tesoros de mi niñez.

-1989-


lunes, 15 de noviembre de 2010

Amanece el día lentamente



Amanece el día lentamente, sin ansias… y me estoy adentrando en lo profundo de su despertar agarrado al silencio. Mis ojos parpadean sin cesar ante el día que cambia: me evoca sensaciones.
Las nubes se reparten entre el humo que asciende y el terciopelo del universo… avanzan sin cesar. Nunca me encontré como hoy, ante un amanecer que cambiaba tan despacio, nunca vi su pasar por mí más que a través de los minutos de un viejo reloj; pero hoy me siento bien porque lo veo, lo siento, lo palpo en el aire… y hasta puedo aspirarlo.
Y aunque entre él y yo haya un viejo cristal que nos separa no me importa, porque ese cristal no nos aleja… y cabalgo por su espacio a la vez que él cabalga ante mis ojos. Hoy me siento más cierto que nunca; no, no me taparé los oídos para ocultarme, porque hasta el más ínfimo de los sonidos será para mí parte de su amanecer y de su aliento.
El humo penetra en mi ser mientras palpito… y sueño y me siento humo a través de él: tan leve que el sólo vibrar de la tierra bajo mis pies me hace estar atento al día que cambia, que se transforma.
Hoy el amanecer se tiñe de acuarelas blanquecinas, innumerables lanzas se adentran en él y lo traspasan. Luego el agua del río les lava la cara y la seca también: sus montañas suaves, altísimas. El amanecer tiene mirada de ausencia: invicta y clara… nadie sabe dónde acabará. Me imagino que ella está enganchada a mí a través de un deseo, de una armonía… mientras camino campo a través tan sólo ataviado con mi carpeta de espinas y de silencios. Sus sábanas siguen siendo blancas, pero a través de ellas veo un cristal que me viste de azul el día.
Hay unas barcas que juegan con las olas del mar y con la arena: su furia, sus barcas soñadoras… su aliento se estrella contra las paredes de rocas. La realidad no me atraviesa, no, porque yo estoy envuelto de un halo más poderoso y más firme que el suyo, pero a veces la soledad desata mi desazón y mi angustia. Tristemente he sentido que su brisa me alcanzaba y me sacudía… y digo tristemente porque no estaba ahí, con ella, para tocarla con mis desnudas manos. El amanecer continuaba atrayendo mi ser confuso y discreto, el humo confundiéndose entre las nubes. Y yo, que no podía dejar de clavar mis ojos en él, miraba a mi alrededor y apenas sentía moverse el mundo; lo hacía, pero sus movimientos eran imperceptibles y minúsculos.
Me sentía entregado, dormido, ausente… las luces hablaban por mí y me repoblaban por dentro. Un fuego abrasador me había dejado herido, hastiado, por eso necesitaba adentrarme en el amanecer y sentirme vivo. Las horas pasaban una tras otra, los sueños pasaban… me sentía hechizado por aquella soledad. Me evocaba los desiertos de mi alma, esos infinitos desiertos que algunas veces me parecía sentir.
Hoy amanece el día lentamente… y lentamente despierta en mi ser.


Tú eres joven


Tú eres joven,
quisiera que fueras más joven aún
pero no lo eres… así
te tendré como una niña
dentro de mí.
Joven tu mirada joven… y que yo
no tenga dudas
a pensar mal de ti.
Joven tus caricias, tus labios.
Pero más esa luz que brota de ti
cada tarde. Joven en tus sueños, tus andares, casi una niña:
la brisa indicaba que se hacía noche
a tu alrededor.
No deberías cambiar, serías
como la imagen soñada desde hace siglos.
Quisiera que fueses más joven,
porque no entiendo
esa libertad
que tienes ahora.
Joven se muere mi alma.

-1988-


lunes, 8 de noviembre de 2010

El amor dolido








El amor dolido
no siente del mundo.
No hay caminos, los árboles pasan
y apenas se ven, se pegan a tus pies
las arenas sin sentido.
Sé que corro, pero es muy adentro
que el paisaje tiene un nombre.
Quisiera escapar
a decir que no hay silencio.


-1988-

No me distrae el destino


No me distrae el destino
ni el sendero ni el mañana
ni lo que hace aquél
ni lo que puede hacerme
ni que el día se nuble
y no haya luz.

Tampoco el presente:
lo que me obliga,
lo que me encierra…
ese hoy que muchas veces me machaca
y me exprime,
el olvido que se aferra a mí.

Más me distrae lo que llevo dentro
y va conmigo…
y tropieza.

-1988-



Muchacho fui


Muchacho fui yo sin saber que el viento
era mortal. Pero lo fue. Atrás quedaron los años viejos,
los malos tragos. Atrás amores, poemas,
poemas que eran amores
y algún deseo cautivo.
Pero hay un hondo eco que no muere, que es
como la tierra.
Y vuelvo a querer sin darme cuenta
que cuando se pasa se muere
para siempre.
La rosa furtiva, la eterna morada.

-1988-


martes, 2 de noviembre de 2010

Has dejado la cama recogida


Has dejado la cama recogida
pensando en regresar,
y tus sueños aún penden del lavabo…
donde los dejabas todos los días.

Pero hoy te has tenido que secar la frente
del barro que ensuciaba los caminos,
y eso no te ha permitido descansar
y olvidar el miedo que él te hacía sentir.

Has corrido a un lado y a otro
buscando el último instante que te diera la vida,
pero era tanto el dolor, era tanto…
que sin querer te has metido en el baño
para que el agua borrara tu ausencia.

Luego la tierra, la sal, el tiempo… que hoy te parecía más lento
que otras veces
y llevaba en sus manos la señal
de un silencio que te ensordecía.

Tal vez ahora puedas hacer lo que nunca
has hecho, lejos del mundo
que te encadenaba, tal vez ahora puedas hacer
más.

Y la calle no será sólo calle, ni viento,
tal vez hoy duerma en este sentimiento
una parte de ti…
que antes no conocías.

-2008-






La fragilidad del tiempo



La fragilidad del tiempo
me hacía correr sin pausa por los extensos arenales, inspirando profundamente los aromas que sentía, los murmullos que escuchaba, el amanecer sobre mí, pues sabía que sólo podría vivirlos una vez. Mi vida había dejado de esperar la mañana: estaba con él, estaba en él; la brisa me envolvía con su levedad. A mi lado el mundo amontonaba sus gigantescos párpados y sus memorias; del otro estaba el hoy, el ahora, plagado de papeles y de ornamentos. Cerraba los ojos… para sentir el peso de la inquietud.
"Te veo muy desmejorado- me dijo el tiempo. ¿Los amaneceres que vierto sobre ti no han podido darte mi aliento?". Si, sí lo han hecho, tiempo amigo- le respondí yo; pero no soy tan inmenso como lo eres tú. Mis alas son grises y opacas… inseguras. Me he querido enfrentar a ese hoy que me apresaba porque me condujo por sendas que desconocía… y ahora me ves así: rígido, inmóvil, inseguro.