Veía al niño
en sus ojos, en sus pupilas… en sus
miradas dulces
y tiernas.
Veía al niño en su lecho,
en su cuarto, en la soledad
transparente y mágica
que llenaba aquellos momentos
compartidos.
Veía al niño
mago
aunque no lo sentía
ni lo tocaba.
Sólo a ella.
Rozaba al niño
cuando rozaba su vientre
y sus ojos, cuando acariciaba su piel
y su sangre.
Rozaba al niño cuando era un dibujo
en el iris, en el arco iris,
en la luna.
Y le desnudé entre mis brazos
para tocarle yo también
como le tocaba ella
cuando estaban dormidos,
cuando estaban desnudos
y a solas.
Tocaba al niño
cuando le tocaba a ella
y sentía sus voces
de ángel
dentro de mí.
Tocaba al niño y tenía miedo,
pero después le tocaba a ella
y le sentía entre mis dedos
como el cáliz.
Ya había empezado a quererle…
2001
Hola desconocida.
ResponderEliminarPor vezes desconocemos nuestros hijos. Pero son siempre nuestros hijos. Poema muy rico.
Besitos
Victor Gil
Los hijos son algo muy importante de nosotros mismos, podemos educarles a nuestra imagen y semejanza, pero no siempre ocurre así
ResponderEliminarHay imágenes que se proyectan tan alto que apenas crece la hierba bajo su sombra. Y otras que sin alcanzar el sol dejan un claro para que puedan crecer sus semejantes.
ResponderEliminarLo importante, Raúl, no es lo que se dice, es lo que otros puedan llegar a sentir y a entender, la serenidad que puede llegar a transmitirse
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