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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



martes, 27 de septiembre de 2011

Y he sentido el rocío que se posaba en tu piel


   Y he sentido el rocío que se posaba en tu piel
cuando desnudo buscaba en tus brazos
el sabor de la vida...
                                   para envolverte,
                                   para recoger de cada instante
                                   el dulce atardecer.
y he sentido los copos de rocío penetrando en mí y mojando mis labios, mis dedos
mis deseos más ocultos y diáfanos...
mi aliento.

  Tu aliento se mezclaba con mi sonrisa,
                                               pícara y deseosa a la vez,
                                               ardiente.

  Casi sin quererlo abrí la ventana esperando sentir el susurro de la brisa
para que atravesase tu corazón
y el mío...
y en tu mirada había un nombre
y en la mía... un sueño.

  Y he sentido el rocío que se posaba en mi piel.


Te he permitido

Te he permitido, si, invadir la costa con tu arrogancia y desfachatez. Tú despreciabas cada rincón del camino que yo empleaba para sanar mis heridas y mis silencios. Despreciabas cada rincón de mi alma… el cual posaba sobre la orilla esperando que se bañase de atardecer. Pero tú lo despreciaste; no quisiste saber de lo que yo sentía, no te importaba… tu arrojo enarboló banderas de guerra y me atravesaste sin piedad, siendo yo la arena, la arena blanca. Hoy miro con ternura el pasado y lamento no haber podido hacer más. Te he permitido saciar el coraje y la rabia que sentías… nada más me había hecho recapacitar. Y es que tú me has hecho recapacitar.

Felicidades

    
                 Feliz por tener un amor a mi lado,              
             Estar junto a ella es sentirme en paz,          
    Libero mis ansias, deseo sus brazos,
    Invoco el silencio y le hago inmortal.

Hoy  Creo en los sueños y creo en los sabios
 Consejos de vida que ella me da,
Intactos del alma;
   y Deseo besar con mimo sus labios,
 Amar su mirada, su fragilidad.

           De cuando mis sueños estaban perdidos
    Evito dolerme… y a solas me digo:
    Sufrí por la vida… y no sufro más.

    -2011-


Lo demás oscuro que guardaba en el corazón

 se quedaba sólo en pensamientos. Hace tres o cuatro domingos también recuerdo que, por la mañana, me llamó Lourdes, y me dijo que iría por mi casa para ir a Vilariño conmigo. No tenía ganas de estar con ella, pero le dije que viniese. Ahora que lo pienso, me parece que hice bien lo que hice. Si hubiera sonreído con ella, mi casa sería una casa traicionera, por fingir, y no reflejar lo que estaba deseando. Estaba de malhumor. Vilariño, que iba a ser un encuentro feliz para mí, e iba a ir en bicicleta para jugar con los niños, ahora ya no podía ser así por ella. No sé si lo que me empujó a ponerme de malhumor fue el que, a la vuelta, iba a detenerme en casa de Paz y Loli, aunque me parece que si, porque allí me quería entretener un poco.
 Cuando ella llegó a mi casa, fui con la bicicleta de la mano.
y se lo dije: Mira, Lourdes, yo te pediría que fueses a San Pedro y no vinieras conmigo a Vilariño. A la vuelta me voy a detener y no quiero que te sientas molesta. Si quieres, más tarde, cuando salga, iré por tu casa un rato. Creo que si estás tú, no me sentiría tranquilo hablando, pues tú también te retrasarías y tu madre llegaría a molestarse. Ella se fue hacia San Pedro, pues estábamos a la altura del cruce y yo, montado, fui a Vilariño. Al llegar allí me sentí más tranquilo, pues podía hablar con todas sin tener que estar pendiente de ella. No quiero decir que fuera un plomazo, yo la entendía, pues también lo había sido así. Si estuviera yo en su lugar, lo que me gustaría que me hubiesen dicho, es si lo que sucedía es que ese otro, u otra en este caso, podía estar siempre conmigo excepto allí y el domingo por la tarde. No sé si se lo dije, porque después, a la vuelta, marchó ella y yo me quedé. Todo esto viene de una historia muchos años antes, de cuando me enamoré- bueno, mejor que utilizar esa palabra, utilizo la de gustar-, me gustó una chica (me parece que eso ya lo sabes). Una vez me dijo mi madre que debía decirle a Lourdes que no se hiciese ilusiones. Bety me había dicho eso en el dos mil el primer día que la vi. Si, me gustaba, como me gustaban otras, pero era demasiado guapa. Y se lo dije a Lourdes, ella me dijo que si, que no se las hacía. Aquel día me acordé de ese episodio, porque al salir de misa se acercó llorando hasta mí y dijo que si la iba a dejar…
  No, Lourdes, yo no voy a dejarte, le dije la frase que le había dedicado y le dije también que quería que me dejase por unos meses. También sé que le dije que me parecía no estar preparado para salir con una chica, pero creo que eso fue inconsciente, porque no era así como lo sentía. Este enfado vino acerca del encuentro del domingo anterior. Debo decir que yo también, en Murcia, pensé que allí estaba a gusto, pues, como todos éramos más o menos iguales, podía hacer en la mente alguna parejita para casarse conmigo. A Lourdes creo que le pasó igual, y me eligió a mí desde el primer momento.
  Recuerdo un domingo en que era tarde y ella la vi metida en el coche al pie de la casa, en La Romana. Y me acerqué a hablarle por la ventanilla. No recuerdo qué le dije, pero sé que había visto dar un beso muchas veces y era de las primeras veces que daba yo dos y ella otros dos, así me podía quedar el sabor. Entonces me acerqué a ella y, cuando iba a marchar, supongo que a lo mejor pude decirle que iba a ser otra clase de beso. Y le puse la mano en la nuca. Le di dos, y quise que ella también me los diera a mí. No sé si al intentar guiarle la cabeza le hice daño, pero, por sus gestos, me parece que no. Ella hizo un gesto como si se quedara sin respiración y, con una voz sofocada, me dijo: ¡Más no!, ¡más no!. En una primera idea de lo sucedido, me pareció como si ella se hubiera sobresaltado por tenerle agarrada. Aquello me enfadó, pero también pensaba que no valía enfadarse por una menudencia. Desde entonces, cuando se iba a marchar, le decía: Si quieres, te doy un beso. Entonces, al menos las primeras veces, parecía poner, al menos yo lo veía así, una cara como si me hiciese un favor, y me decía: Bueno. Ayer vino Esperanza a buscar a Karina, que había venido a pasar unos días; cuando llegó, había traído a la pequeña, y lo que ella hizo primero fue darme la mano y preguntarme por la gatita de colorines. Sólo fue un instante, pero fue maravilloso. Siempre dije que mi vida se iba llenando de detalles, todos hermosos. Hace dos a tres meses vino a visitarnos Esperanza, su hermana y me parece que sólo iban los hijos de Esperanza. Los mayores quedaron hablando, y creo que Malena con Karina, el chico no sé si se quedó con los mayores o con Malena., el caso es que yo fui con la pequeña, que se llamaba Andrea, a recorrer el campo.
  Le iba a enseñar los animales que había al fondo de la finca, por el camino que va a piensos Biona, en pequeños alambres. Mientras íbamos le iba diciendo: Si encuentro yo al gato de colorines, tú me tienes que dar una sorpresa, y si lo encuentras tú, yo te la tengo que dar a ti. Fuimos a la jaula aquélla y estuvo viendo los animales. En mi mente se desarrollaba una batalla por lo que había dicho y pensado. Sin embargo, no pasó nada. Le dije que era mejor ir a casa por si ya se querían ir. Siempre iba cogido de la mano, de la mía. Aquella mano pequeñita y tan suave.


martes, 20 de septiembre de 2011

La luciérnaga encendió su luz

  La luciérnaga encendió su luz en un espacio ingrato, lleno de soledad… pero contagió a todos de su esencia y su fortaleza y entregó con ello su espíritu libre. Aquella luciérnaga pura no sabía del mundo ni de lo que iba a encontrar en él, pero lo aceptó, para ella era una fuente de aprender y de saber. Ella caminaba en el medio de los hombres, del ser humano… y era un ser humano como ellos, nadie le podría reprochar que no sufriese, que no fuera frágil y hermosa… pero tenía algo más, algo que le hacía diferente, casi divina: su mundo interior… repleto de senderos aún por descubrir.

Yo, amor


Yo, amor…no sé sembrar de otra forma

Yo, amor…no me apasiono de otra forma
Renuevo la piel
Me rasgo toda
Libero las manos con marcas de sogas
Dibujo otros labios
Vendo mi boca
Los besos cabalgan…
Dejo en los vientos mis vidas todas…

Yo amor…no tengo dos almas
Pero ésta que tengo
Aunque poca cosa
La metí en tu bolsillo 
Para no estar sola
Ahora amor…llegado tu día
Regrésame el alma
   Aún tengo otra vida…


Mis marineros


                      Marinero de los mares,                        
laborioso y capitán,
caminante,
tus andares
no se sabe a dónde van…
boga diestro, marinero,
sin temer el huracán.

  Tu camino son las aguas,
en tu frente el más allá…
y si el viento, marinero,
ese viento que te lleva
te conduce hasta la orilla,
trae contigo los aromas,
los aromas de mi mar.

   -2010-
                 

Me enfadé y chillé:

  A lo mejor lo tengo escondido en el calcetín, debajo del asiento. No lo debí hacer, no sé por qué lo hice. Quico también se enfadó. Y yo me enfadé más aún. Me levanté y salí de allí. Me crucé con mi madre y a ella le intenté contar lo que había sucedido. Pero iba enfadado. Mi padre, desde el salón, gritó para que callase. Yo fui hacia la cocina, pero estaba fregado el suelo y no pude salir. Mi madre abrió la puerta principal, ellos se lo habían tomado a risa. Y me dijo    que fuera a coger verdura al campo de afuera. Yo, enfadado pero alto, le dije que ya la había cogido esta mañana, al menos, dos veces. Vino detrás mía y me dijo que a ella le debía guardar respeto y decirle si iba a buscar verdura. Así que le repetí que ya se lo había dicho. No sé por qué me pasó eso. Ni qué pudo haber en aquella continuación para que yo me pusiera así.
  Antes de salir, cuando me encontré con mi madre, había dicho que aquello era sólo un juego, para ponerse así. Y dijo que ni él ni yo sabíamos perder. La culpa fue mía. Días antes, en la convivencia de Tuy, lo había pasado bien, sobre todo gracias a una niña de doce años llamada Yoyi. En todas las convivencias lo pasaba bien, excepto hace tres, a la última no había asistido, así que en ésa esperaba encontrar a Pily o a Ana. Y no fueron ninguna. Me dije que lo olvidara y lo pasara bien, pero creo que no pude separar esa ilusión. En ésta última, no fueron tampoco, pero venía a pasarlo bien. Cuando nos reunimos en el salón, ya había empezado a hablar con alguien. Era Yoyi. Y hablé con ella. Fue pasando la convivencia y ella no se enfadaba. Recordé la felicidad que sentía con las niñas de Vilariño y me pregunté qué podía tener yo para ellas. Eso me hacía más feliz, había sido la primera persona con la que había hablado. Conocí también a dos chicas de Fornelos, pero yo ya tenía elegido a la principal. Cuando terminaba, le dije a Yoyi que me iba a enfadar si al final no me daba un beso, y me lo dio, no le importaba. Creo que el mayor impedimento para llegar a las chicas de Fornelos, era un amigo que había ido con ellas. No sabía cómo pedirles un beso. El domingo, antes de la misa, le dije a una de ellas: ¿Te importa si al final te pido un beso?. Dijo que si, y me sentó mal. Luego hablé con la otra y me dijo que un beso de despedida.
  Al final no me lo dieron, decían que se marcharían después de misa, inmediatamente, y quería pedírselo antes. Pero no pude. Son embargo, después de la misa se fueron y bajé yo con ellos. Salieron por la puerta y me dijeron que para otro día.. Me quedé triste por eso, pero busqué olvidarlo, y entonces fue cuando le di un beso a Yoyi. Era lo que más me importaba. Después conocí a Chus, cuando iba a poner la firma. Me encantó hablar aunque sólo fuera un rato con ella. Me dio un beso y su dirección. Por la tarde, al llegar con Ricardo, Delia y Pepita, se lo di a Delia. Pensaba ir al baile, pero mamá me dijo, cuando iba a salir, que no pensaría ir al baile. Así que fui a ver a Lourdes. No estaba y me quedé un rato jugando con los chicos de allí. Después me dije: Ya oíste lo que te dijo don José Carvajal, la vida eres tú y no tu madre. Y hoy va a ser la primera vez que le vas a mentir, pues vas a ir. Bueno, no. Iremos y, si está Bety y Susy, nos quedamos.
  Eran las siete y media. Entré, oí la canción de E.E.U.U. por África "We are the world" y la quise bailar. Sólo terminé de bailarla. Después pedí un trina y fui hacia la pista. Me encontré con Ana que dijo que estaría el próximo domingo y me pediría a bailar. Y marché contentísimo. Fui por la Romana, pero ya no estaban jugando los chavales, así que me marché. En la Cabreira me encontré con Dely. Antes, cuando me gustaba ir a misa a San Pedro, conocí a varias chicas, y me gustaba hablar con ellas.: Dely era una, recuerdo que algún día estaba hablando con ella en la cocina de su casa, sentado en un sillón. Al subir, me encontré con ella. Algunas semanas antes, me había parado a la altura mis primos y le había acompañado hasta la Cabreira, al final me había dado un beso, cosa que me sorprendió, pues ya estaba casada. Ese día le conté lo que había pasado, la encontré con el hijo a la altura de su casa, y se quedó allí. Yo me fui. El beso quedaba para otro día. Hace tiempo comencé a guardar los borradores de mis poemas en un cesto que colocaba cerca de mi cama. Un día fui a vaciar la basura y a quemar, y me encontré con varios borradores. Los quemé también. Y me gustó hacerlo así, así lo haría siempre, hasta que un domingo le di alguno a Teresa, porque le había gustado, y desde entonces le di todos. Le dije que mejor así, porque conocerían nuevos paisajes. También Julia me dijo que los guardaría, que le gustaban.


lunes, 12 de septiembre de 2011

Y su alma se abrió para mí



 y en su alma encontré yo lo que desconocía… y su sueño también se abrió para mí. Y la distancia se hizo más corta y más serena a pesar del ruido de tormenta y de espanto que se escuchaba a mi alrededor. Y su alma era más que alma por un instante y en mí se fundieron los más insólitos abismos con los más preclaros, con los más comunes… pero de ellos me sacaba de la mano, atrapado por su mano. Quise abrazarle, pero no pude… estaba tan lejos… y tan cerca de mí a la vez. Sé que su soledad es mía, que su tierna mirada también lo es… y a ella me aferré para soñar… o para vivir. Y entonces vi mis sueños en calcetines… y vi también los suyos junto a mí. Y su alma se estaba abriendo otra vez y yo no quise hacer nada: sólo quererle. Me sentía en paz… en sus manos y en sus sueños. Y sentado en la ventana necesité asomarme al infinito. Necesité de sus ojos para mirar, de sus manos para tocar a través de ellas, de su aliento para sentir…necesité de su ventana para buscarme. Y me busqué en sus pupilas y en su luz… y necesité verlo todo a través de sus sentimientos.

Soy



Soy... transparente gota en un océano cualquiera
Lágrima de amante herido confundida en cualquier ola

Desaparecer
Derramada en la lluvia de mi impotencia
Ser...
La infecundidad del trueno que no llega a sonar
La corta vida del rayo
Que no puede iluminar una triste cara
Tormenta de sentimiento en cualquier mar derramada

Soledades...
Tranquilizadoras de espíritus ansiosos que no llegan

Caer...
Como roca por la ladera que es mi vida

¡no me engendré!
¿no me creé!
¿no elegí!
Pero estoy aquí
Sobre la hierba ya color ceniza
Sin sentir la tristeza o la alegría

Pasa la vida
Tan pegada a mi piel, tan pasada y tan presente

Hoja muerta en un otoño cualquiera

No deja huella una hoja seca...
En un próximo otoño quizás...
puede ser de nuevo crujido en el pie de un otoño cualquiera

Es el muro mi testigo

                  
                         Es el muro mi testigo                           
y la copa mi tesoro,
beber me mantiene en vilo
y es para mí parte de un todo.

  ¿Camino?. Yo no sé si hay camino.
Ahora está vacío el fondo.
Échame otra copa, amigo,
que hoy me siento ingrato, solo.

  Y sé que el mundo es testigo
de esto que pienso… y obro.
Échame otra copa, amigo,
que ya me estoy volviendo loco.

                     -2011-
                          

O andar en el monedero de mamá


sólo para coger uno o dos duros, ya sé que ella se preocuparía. Pero para llegar a esto, todavía habían quedado secuelas de aquello. En Murcia me parece que tenía aún esa manía. Bueno, comprobé que la tenían muchos de allí, así que pudo ir desarrollándose. Lo cierto es que pude reprimirla al poco de llegar allí. Bueno, me estoy haciendo un lío. No, después del accidente, las facilidades que encontré fue para reprimirlo. No me gustaba hacerlo. En Murcia tampoco me gustaba. Tal vez, y creo que si, a lo máximo que llegaba era a coger algún bolígrafo o, tal vez, alguna libreta. A mí era a quien le solían coger. Éramos más de cien chicos y aquello fue por lo que lo pasé mal. Aprendí a no hacerlo. A veces, entrando a lo de Chicha, me daban ganas, pero retenía mis impulsos. No sé si cogía algo en el colegio de Vigo, creo que no, pero donde sí cogía era en el Rastro, una tienda que vendía cintas enfrente del colegio.
  Los primeros días no, pero después me acostumbré a llevarme más cosas. Entraba con la cartera, la bolsa, y llevaba algunas de cada vez. Hasta que un día me cogieron, creo que eso fue lo que me enseñó más para dejar de hacerlo. Dejé de ir por ahí, sentía vergüenza de lo que había hecho. Desde entonces no me acuerdo de más. Si, cuando iba a jugar con Isabel los domingos, dos de ellas le cogí a José cinco duros. La primera vez tenía en la mente ganar un poco más y devolvérselos.  Empecé a perder, pero un momento de buena suerte llegué a ganar cerca de veinticinco. Y me confié en que podía seguir, pero se torció, y perdí un poco. Entonces me marché. La segunda vez fue casi igual, pero perdiendo desde la primera partida. Y también me fui. Te voy a contar lo que sucedió hoy, a Nacho hace años le echaron los Reyes un juego de la bolsa. Era un juego de compra-venta, desde el principio se le dio muy bien a Quico. Ahora Nacho está en la mili y vino a pasar unos días Karina, la hija de Esperanza. Hoy quiso jugar a la bolsa, llevaba muchos días sin hacerlo y quiso también ya Quico, Karina y yo. Lo que quería hacer, puesto que no iba a ganar, era poner un poco de risa. Y compraba siempre, no me importaba quedarme sin dinero, si había que pagar, vendía y volvía a comprar luego. Quico y Karina se partían de risa y eso me animaba. "Parece tonto, lo tenía a 30 y compra ahora que subió y es más caro", todo eso me animaba.
    Reconozco que adolezco siempre de querer ganar. Pero no llevaba esa intención, así que no me preocupaba. De vez en cuando decía que hacía trampas. No lo hacía a propósito. No sé, me salía así. Tampoco lo hacía consciente para que no descubriesen mis intenciones. Puede ser que fuesen ramalazos de querer ganar, porque a ellos les parecía en serio. Se juega con cuatro empresas, BP, H. W, y KLM. Una de ellas bajó a 0 y yo, que tenía cuatro, tuve que pagar. Pero lo único que me importaban eran sus risas. Vendía a la banca, después compraba más. Era el "loco", el "bobo", etc…, pero todo era un juego. Vigilaba el tener más que Quico, compraba más, aunque pareciese querer ganar, no era ésa mi intención. Karina le preguntó a Quico si yo era Scorpio. Su hermano también lo era y lo había descubierto por lo tozudo. Eso me enfadó, pero al rato volví a sonreír y no lo tomé en cuenta. Era como reírme de mí mismo, de lo que había llegado a pensar.
  Quizás el punto negativo, sin caer conscientemente en cuenta de ello, era esa cierta manera de vigilar. Quería tener más que él. Me parece que lo hacía por ganar, pero el caso es que no llevaba esa intención. Llegó la última carta por destapar, las empresas subían y bajaban, y yo seguía comprando. Quico dijo: José Ángel gana en estas dos empresas y yo gano en estas otras dos. Falta por destapar una. Puedo arriesgar todo a estas dos últimas cartas con las que gano, pero en BP me gana él  y sé que en las cartas había muchas. No sé, ¿qué os parece si repartimos dos más a cada uno y seguimos jugando?. Yo dije que no, pero Kari que si. "Como es democracia- dijo-, si". No sé qué me pasó entonces, qué cambió en mí, decidí jugar todo al BP y H, de las que tenía más que él. Pero no quería que supiesen mi jugada. Y seguimos. Destapó su carta y vio que hubiera ganado él. Pero ya no valía. Así dimos una ronda destapando los tres. Cualquier dinero que tenía lo gastaba en acciones. Seguían riéndose, pero creo que ya no lo hacía por reír, sobre todo a partir de la carta que se levantó. Me tocaba levantar a mí, tenía dos y mil y pico de pesetas, así que lo gasté al BP y al H y no sé cuántas H, cinco o seis. Entonces no sé qué le pasó a Quico, tal vez vería que tenía muchas más BP que él y quiso ver mis cartas. En las dos, los BP subían 100. El dijo que cómo tenía yo eso en la mente, sólo quería ganarle. 

martes, 6 de septiembre de 2011

Visiones no vistas



Ni siquiera sé quién eres,
pero sin conocerte te veo.

Te veo en los espejos de mi mente
despertando los rincones ocultos de mis deseos,
mientras mis ojos no alcanzan a descubrirte.
Ni tus miradas, ni tus sonrisas.
Ni tus lágrimas, ni tus gestos.





Ni siquiera sé quién eres,
pero sin conocerte te veo.
Te veo en mis noches de insomnio
cuando pasan los segundos, los minutos, las horas,
y la noche se hace eterna.
Ni mis lamentos, ni mis temores.
Ni mis locuras, ni mis pasiones.



Ni siquiera sé quién eres,
pero sin conocerte te veo.
Y deseo ver tus miradas, tus sonrisas, tus lágrimas
y tus gestos.
Y que tú veas mis lamentos, mis temores, mis locuras
y mis pasiones.



Deseo que aunque no sepas quien soy,
tú también puedas verme.



Escuchaba los sonidos del día



  Escuchaba los sonidos del día corriendo al lado de los copos de lluvia… diminutos para mí. Su sonido rebotaba sobre mi cuerpo de una forma tal que yo no sabía si en verdad eran las gotas de lluvia o las voces lo que me estaba impulsando. Entre los dos proyectaban un arco a mi alrededor que yo irisaba con los colores que me infundía el espacio. Allí mi correr y el suyo, idolatrándonos en el espacio como suspiros.  Me pasé el día recogiendo de mi ventana  las burbujas que se posaban sobre ella como símbolo de fidelidad. Y después iba yo, que también era burbuja… burbuja de oro. Envidiaba los sonidos del día… corriendo  a través de la muralla de cristal que se desprendía a lo lejos.

Un día sé que entre gritos


 le dije que podía preguntarme por qué era de esta forma, pero estando solos. Entonces me dijo, ahora estamos solos en la cocina, siéntate y dímelo. Pero era yo el que no estaba en calma en esos instantes, y tenía miedo. No era del todo miedo, creo que era más temor a cómo reaccionase ella. Era verdad que procuraba poner todo mi empeño, y varias veces había comprobado que parte de culpa era que no me fijaba. Y desde entonces cambié. Pero ahora me fijaba demasiado y tardaba mucho. Eso me traía de cabeza. No sé si fue Antonio quien me riñó diciendo que no había por qué pensar en los dos extremos. Había que hallar un punto intermedio. Yo le decía que lo que quería era ponerme más nervioso aún. Me quejaba de que me gustaría haber sido otro, cualquiera de mis hermanos, o cualquier otro. Y me decía que no quería vivir en estas condiciones. Pero reaccionaba, y decía que no debía pensar eso. Dios me había dado todo lo que tenía y todo lo que iba encontrando. ¿Por qué traicionarle?. ¡Bah!. Ya había pasado su hora. Sé que un día le comenté a Quico que en el 2000 escribía poemas. Él me dijo, exclamando: ¡Hasta allí!. Si, muchas veces pensé cómo me verían los demás. Pero eso era lo me menos. Debía empezar a ser yo. Creo que lo único agradable de mi madre que tuve en este sentido fue un día que iba a ir a la tienda de Chicha sin camisa y ella me dijo que debía de tener menos vergüenza que ella. Iba aprendiendo a no hacerle tanto caso.

  Me acuerdo el día que le pregunté a Quico por qué se ponía así, y él me dijo que siempre se ponía de esa forma. Tenía detalles preciosos. Aquel día me dijo que comulgaríamos en la convivencia por Olimpio, era la primera convivencia después de haberme convencido de aquella vinculación de Quico conmigo. Supongo que él ya debería saberlo, pues lo había comentado con varias chicas, aunque en aquellos momentos no pensaba que se lo habrían de decir. Aquella convivencia, el domingo y a la hora de comulgar en la capilla, me encontré con Quico en dos filas distintas, una iba paralela al altar y la otra se cruzaba. Entonces él y yo nos cruzamos, él me dio un golpecito en el brazo, sonriendo y yo no pude hacer menos que dárselo a él. Un día le vi leyendo, bueno en ese momento no la leía, la libretita roja donde tenía frases. Y la libreta de poemas.
  Me gustaría también intentar consolar a los demás, a los que por alguna razón viese tristes. La verdad es que me apenaba ver a la gente, a la juventud sobre todo, porque los mayores que no conocía tenían reacciones muy dispares, ver a toda esa gente seria. Quico también es un poco como yo. Pienso que, a veces, le gusta gastarme bromitas, aunque yo algunas veces me las tome en serio. Recuerdo que antes del accidente, me aficioné a coger pequeñas cantidades de dinero. Ahora me molestaba que eso siguiese siendo un gesto de desconfianza para mi madre. A mí me gustaba mostrar mi sinceridad para que tuviesen confianza en mí. Y, así, me gustaba entrar en la tienda de Chicha cuando no estuviera nadie, recuerdo que empezaban las tentaciones de llevar algún bolígrafo o algo así, ya que tanto los necesitaba, pero siempre me decía que no podía hacer eso. A José, el chico de la Cabreira, le cogía cintas, y terminaba de pagarlas más tarde. Me dijo que yo le parecía sincero, el a mí también, porque el primer día le dije, por equivocación 125, y él me respondió: No, 225, con una sonrisita. Y la identifiqué con las traicioneras. Pensaba: Es amigo de Quico, pero mío no. También era un traicionero en estos casos, porque entonces me decía que me aprovecharía de todos ellos, sólo hablarles para satisfacer mis gustos. Un día que sólo estaba su madre le dejé 125 y el sábado siguiente le di el resto. Entonces, para mí, empezó a considerarme sincero.