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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



jueves, 22 de diciembre de 2011

Quiero soñar cómo son tus ojos,



Quiero soñar cómo son tus ojos,
Tu cabello, las curvas de tu cuerpo,
Recorrerlas y embriagarme de su perfume,
Besar tus labios, acariciar tu cuello
Poco a poco despojarte de tu ropa,

Admirar el resplandor de tus desnudos senos,
Sentir su turgencia entre mis dedos.
Acariciarlos, lentamente,
Besar tu cuello, recorrer tu cuerpo
Desgastar poro a poro de tu piel
Con mis labios, sentir tu calor,

Acariciar tus piernas, y notar cómo se abren al paso de mis dedos
Hasta alcanzar tu fruta prohibida
Acariciarla, sintiendo su cálida humedad
Para saborear tan rico manjar con mi boca,
Perderme en el espacio y el tiempo,

Haciéndote sentir intenso placer
Deseando que tú, retengas mi cabeza,
Y no pueda escapar de tan inmenso cielo

Siendo dos en uno

Sé que ese niño que me pide ayuda


Sé que ese niño que me pide ayuda
está dentro de mí… y ahora dentro de ti también.
Sé que ese niño
que me pide ayuda se acuesta en tu regazo…
                         y habla a través de mí.

Él tiene la facultad de detener el mundo en un instante
                          y bañarse en las aguas del mar,
de un mar inconsciente.
Sé que ese niño que hoy me pide ayuda todo lo siente…
lo siente por fin.

Él ha visto los días grises…
y otros más claros; días de impotencia y de rabia.
Él ha visto caer la lluvia y no sentirla,
cuando en otro tiempo humedecía su cuarto y su alma
sin cesar.

Él ha escuchado el ruido ensordecedor del tiempo…
golpeando en su ventana,
que es su libertad.

Ha sentido la injusticia y el desaire… la desdicha.
Sé que ese niño se cobija en el alma…
ahí está desde siempre.
No duerme en los raíles del tiempo, no, está vivo:
sé que ese niño… el de ayer…
hoy soy yo.

Y le quiero, por ser el alma.


Ése con quien hablo yo


 es ese alguien que siempre me acompaña, siempre está conmigo. Me enseña todo lo que él aprendió, sabe que la confianza es la principal fuente para llegarse a conocer, y dispone totalmente de ella. Ese alguien que llegó a mí igual que llegaste tú, de improviso, como dejando saborear de todo lo que puede traer. Confiando, eso si, fue lo primero que me mostró. Me enseñó la sinceridad. Ese alguien, si, hoy ya nos conocemos y no quiero que se vaya. Le digo que el camino no es para recorrerlo solo, le digo que me perderé si no llega a tiempo, el sabe que se ha hecho sinceridad el tiempo para los dos. Ese alguien con quien hablo cuando me encuentro vacío, ese alguien venido tal vez de las estrellas, porque también le aterra el vacío y lucha contra el silencio. No necesito darle un nombre, me gusta tal y como es. Tal y como me ha hecho a mí. Me parece que el hecho o la manera de llevarse tan bien Malena y Quico con mi madre, y yo no, sabiendo que tengo mayores posibilidades que ellos es que después de cualquier riña o discusión de hacer ella con alguno, ese alguno ya vuelve a hablar de nuevo con ella. Yo también lo tendría que hacer, pero no puedo, tengo miedo de dónde pueda salir.
  Esta mañana, me desperté pensando que eran las diez, como ayer nos quedamos hasta muy tarde… fui a ver qué hora era: las nueve menos veinte. Así que me volví a la cama. Después sonó un despertador. No sé si fue antes o después, supongo que antes, siempre tiene que ser así, se levantó mi madre y dijo que le abriera a los perros. Me parece que les abrió ella. Me fui a afeitar. No quería hacer ruido, pero, sin querer, parece que todos los ruidos queréis venir conmigo en esos momentos. Subí a buscar una camisa y. como estuve levantando unas y otras, se me cayó la tabla que las sujetaba. Así se rompe después y no funciona, se escangalla. Cuando llegó hasta donde estaba yo, dijo: ¿qué te cayó?. Le dije que la tabla. Te levantaste a las ocho de la mañana haciendo ruido. Yo podía haber dormido perfectamente hasta las nueve. No, tú tuviste que hacer ruido. ¿Le diste verdura a las gallinas y a los conejos?. ¿Tienen agua?. Siempre haciendo ruido. Todavía son las diez de la mañana. Le dije que había calculado entonces mal la hora. Bajé enfadado. "Creo que el mal que me roe por dentro es el decir "Bah, déjalo, da igual". Salí al campo y ella se asomó a la terraza. Me preguntó ¿a dónde vas?. Me dijiste que fuera a buscar verdura. Con la ropa limpia no. ¿Tienen agua las gallinas?. No tendrán, después he de ir yo a ver. Si tienen, se la puse yo hace varios días. ¿Qué le diste a los conejos?. Pienso. ¿Pienso?, ¿cuándo lo compraste?. El viernes. Había sido ella quien me había dicho: Si, vete a buscarlo.
  Hoy, mientras venía de Vilariño, me puse a pensar que es ella quien me quita las ganas de vivir. A veces me da por ocupar mi tiempo libre, tiempo en que me siento con toda la naturaleza a mi alrededor, pudiera también pensar a favor mía, en pensamientos que intentan buscar el poder ayudarme, aunque casi siempre sea el mismo tema, siempre espero que le agrade. Venía tarde, si, porque tanto si me quedo en Vilariño como si voy a visitar a alguien, busco que ese domingo o ese rato tal vez, sea la distracción para toda la semana, el poder sentirme rodeado de un mundo que, en verdad, quiera tener presente tanto si me siento deprimido como si espero alguna depresión. Todos los domingos suelo llegar tarde, sé que todo se atrasa en ese día. Hoy fue especial. Ayer no supe mentir. Eso es lo malo que tengo yo. Todos suelen hacerlo de una forma más tranquila. Y tienen más, muchas más razones que yo. Me parece que eso tampoco sirve y yo, menos. Cuando marché  y vi a mi padre escribiendo en la terraza, quería ir a casa de Isabel para terminar aquella cinta, a mi padre le podía decir la verdad, aunque no hablara de ella, antes solía ir algunos sábados a pasar la tarde con José, pero en aquel momento no lo recordé. Además, tenía miedo que me dijese que no. Y la fastidiaba. Así que le dije lo del recado. Por el camino me pesó habérselo dicho, porque él no me iba a decir que no, pero ya no podía volverme atrás. Isabel también me dijo que aquello estaba mal, yo me reía, ya era momento pasado, no habría de volver. Pero, aunque en el fondo me pesara, ahora ya carecía de importancia. Pasé un rato feliz allí. Por la mañana le había dicho a Mariora lo de la carretilla roja. Y recordó que Isabel le había dicho que no sabía, o no se acordaba, dónde la había visto. Creo que fue eso lo que fundamentó mi mentira. Pensaba que si le decía lo de la cinta, me diría que no. También tramé por el camino que la mentira fuese en el sentido que ella fuese a su casa. Pero Isabel me dijo que ya había ido. No importaba, ya se me ocurriría.


jueves, 15 de diciembre de 2011

Cuando miras que alguien cree


  Cuando miras que alguien cree         
en la luz del universo…
es como si te dejaras llevar por ella. Tu mirada se ilumina
cada vez que le ves;
                                            tu boca se llena de palabras,
de poemas…
y habla tu corazón.

Cuando miras que alguien cree,
tus ojos
se irradian de esa luz que llega del infinito
y se pega a ti…
y te haces luz igual que ella
y empiezas a  creer en esa luz que te llena por dentro
y te dignifica a la vez.
Te sientes fe…
amor…
luz…cuando miras que alguien cree y la fuerza
que te hace creer es de ella,
de esa luz:
te inunda por dentro.

Cuando miras que alguien cree 
ríes,
lloras, sientes… todo,
todo lo puedes percibir…
y es hermoso.
Cuando sientes que alguien cree
es tan grande la fuerza que te mueve…
que tu sentimiento te hace parte de ella,
de su luz…
cuando sientes que alguien cree en la tuya.

  Cuando sientes que alguien cree en ti
te da su fuerza, su alma…
la fe que te mueve a ella
y que te inspira.
Le di la mano y sentí
que de su mano se abrían las puertas de un reino
más allá,
de un reino que no buscaba el poder
sino la esencia,
la esencia primera.

Cuando sientes que alguien cree en ti
ves
en la hondura de sus ojos
el alma divina:
una parte de ti…
la parte que no conocías.

         -2011-


Ella me da la juventud

   Ella me da la juventud que nunca tuve, que dejé escapar, dormido. No quiero, no, que me dé sexo, infantilidad, inocencia… sólo que ella sea la juventud, mi juventud. Lo sentí así desde el primer día, desde que ella se posó en mis manos con un frescor de mariposa. Su cuerpo blanco, delicado… sus manos frágiles, dulces, sus notas tiernas… ella me dio una sensación que yo desconocía y añoraba. Sé que ahora debo cambiar todo lo que conocí, sé que ahora debo dejar atrás muchas cosas… pero por ella merece la pena intentarlo, porque es amanecer y noche al mismo tiempo, es abismo y es paz… y yo no tengo miedo
de acercarme a sus pendientes, no, porque sé que si me caigo en los abismos lo seré todo para ella… y ella lo será para mí. Me da algo que nunca había sentido, que no puedo definir, que es superior a mis sentimientos. Sé que podría estar enamorado de ella toda la vida… si me deja. Porque es mariposa y sueño dentro de mí.

El domingo, el otro o hace dos, no me acuerdo...

me gusta que se sientan felices conmigo y me dijo Lupe o Gloria, creo que Lupe, que iba a dar un concierto con la que no me acuerdo el nombre. Pero el defecto que tiene es que habla muy alto, y su madre no quiere eso porque molesta a las vecinas. No quiero que hablen así, pero al final me olvido y me quedo embobado mirando cómo ellas se sienten felices. Ese día la llamó y se fue. Tengo miedo de que pueda quedarme un día sin ella. Lo que si me trae de cabeza es lo que me dijeron los chicos de la Romana de que yo le gustaba a la rubia, no sé si ya te lo dije. Me da igual, cierto es que a veces pienso que me gustaría que así lo fuese, pero me parece que no sé lo que es estar enamorado de alguien, de una persona sola. Me gusta compartir todo lo que tengo, y saber que ella también lo quiere hacer así conmigo. Hay algo en ella que le dice que era esto lo que esperaba. Poder encontrar a alguien así, abierto, jamás querré hacerle daño. Y le diré que también estoy aprendiendo a abrirme. No lo sabe, pero ella ya me lo había dicho hace mucho tiempo. Siempre fuimos dos y ahora podremos ser más. ¿Por qué no?. Así en todo el universo. Me distraeré pensando que tú ya latías en mi interior mucho antes de que nuestro amor fuese engendrado. ¿Qué importa?, también es tiempo tuyo y me ayudará a encontrarte. Se hará más maravilloso nuestro encuentro. Como le dije a Ana, ahora parece que he perdido la afición por la poesía y me gusta más lo que se dice prosa que poesía. Esto último lo hice con esa intención. Pero no te preocupes, volverá cuando yo le llame. Estoy a las puertas del fallado, con los mimbres, y varias veces oí que iba a subir alguien, así que guardaba la libreta en un cesto altito que tengo aquí y me ponía a desliar un mimbre fino. Ahora subió mi padre y no se enteró. Bueno, subí porque no estaba puesta la tele, y sólo por verla yo no importaba, pero ahora ya está puesta. La apagaron y no hay que hacer ruido porque mi madre y Gil están durmiendo. Subí, pero no hacía nada, así que voy a hablar un poco contigo.
  Me dijo don José Carvajal que siguiese escribiendo porque el escribir es bueno, hablar con alguien es un hablar con Dios. Yo le respondo que, al menos, así lo intentaba, me gustaría que tú fueses en verdad mi receptor; bueno, me gustaría no, porque en una parte sí lo eres.
  En una y en todas, porque siempre dije que hablaba con el amor. Siempre te llamaba con un nombre en mayúscula, por respeto y para diferenciarte. No sé si hago mal si alguna vez no cumplo esa palabra. Muchas veces me dicen: en mayúscula, que hablas con Dios. No quiero ofenderte cuando no lo hago así, no es una falta de respeto, es casi lo mismo que ocurrió con la hermana Reparadora, en Tuy, ahora me acuerdo que si te lo dije. Pensaba decírtelo otra vez.
  Jo, y la próxima convivencia es en Diciembre. Pensaba pedirle a mi hermana la radio, para terminar de grabar hoy, pero con mi padre me da miedo. Bueno, no importa. Pensaba dejarlo mejor para el domingo, pero lo que voy a hacer ahora va a ser ir a casa de Isabel en bici y grabar allí. Mi madre está dormida y eso tal vez me facilita las cosas.
  Fui allí, grabé lo que me faltaba y luego la escuché. Después me dijo José que la pusiera para escuchar él y sólo escuchó un poco pues se tenía que marchar. Dijo que me la compraba, pero creo que lo dijo porque necesitaba una cinta,  porque otras canciones son lentas y a él no le gustaban. Después vine a casa. Lo primero que oí cuando vi a mi madre fue qué había ido a hacer. No regaste nada. Nadie fue a buscar la carne de los perros. Fui a Chicha pero no estaba. Entonces fui a la tienda. Allí si tenían. Pero iba discutiendo.
  No puedo hacer sólo lo que tú quieras. Ya viste aquel chico que sólo hace lo que dice su madre. La vida es una y yo estuve a gusto. Que te miento, bueno, ¿y sabes por qué?. Además, yo me aburría, no tenía ninguna idea, iba a perder el tiempo y aquello me aterró.
  Quería terminar de grabar la cinta. Cuando dijiste lo de la carne, no estaba yo sólo en casa. "Con esa pintita me gustaría que te viesen las amigas del 2000". A mí también. Cuando llegué a la tienda del Spar, vi a Mari Carmen. Cuando iba a San Pedro, me gustaba más que las demás. Y me agradó estar allí. La pena que me dio fue el estar sudando. Cuando iba a llevar a Sulote, me dijeron que no lo llevase. Bueno, pues no lo llevo. Siempre es malo el preludio. Te sientes indeciso, sabes que es un momento que va a pasar, pero su camino va transcurriendo mansa y lentamente por entre tus manos. Te sientes indeciso, te vuelves turbulento. Es un poco, pero ya numerosa, a preguntarle el por qué de ese mañana.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El tiempo no me perdonó


Todos los seres humanos tenemos un tiempo y un edad… 
y estamos en constante evolución. 
Muchas veces decimos: "El tiempo dirá…", 
"se verá con el tiempo…", 
como si el tiempo fuera nuestro juez 
y marcase nuestros pasos. 
No es verdad, somos nosotros 
quienes determinamos nuestro crecimiento. 
Pero el tiempo está ahí, impulsándonos, 
participando con nosotros de esa madurez. 

Empieza el poema con una frase un poco categórica, 
pero que denota 
que todo lo que tenemos en la vida nos ha sido prestado 
y debemos saber aprovecharlo.


                          El tiempo no me perdonó...                          
Deseoso de recoger mis conquistas,
el tiempo me preguntó: "¿Qué hiciste hasta ahora?"
y yo le respondí: Ya ves… y acto seguido
cerré los ojos
porque me sentía en deuda.

El tiempo volvió a preguntarme: "¿Y qué harás a partir de hoy?"
y yo respondí: No lo sé, agarrarme al momento presente,
que es todo lo que vivo.
Y el tiempo me tendió sus manos.

  -2011-


Veo un pueblo

  Veo un pueblo abandonado en el camino y no me pregunto a dónde se han ido sus gentes, sus calles, no… sino su aroma, su pálpito.  El olor que cada mañana cubría sus calzadas y les daba vida. No me pregunto por las sombras que cada día deambulaban por ellas, por el murmullo sobre cada piedra, no, sino por la luz: la luz detenida en cada poro de su aliento.

Eso es lo que busco.

El sábado pasado bajé


  

  El sábado pasado bajé a las nueve y media más o menos con las manzanas. Se las pensaba llevar a Eulogio, al igual que el sábado pasado le llevé seis ciruelas. Así le hacía una visita. El día aquél tuve que esperar por que él había salido, esperé cerca de una hora más o menos. Hoy no llevé una camisa con bolsillo, como la vez anterior, llevé el niki blanco y los guardé en los bolsillos. Llegué allí y no estaba, así que fui hacia Belesar, pero al llegar a la cuesta di la vuelta. No había llegado, así que planeé ir a Bayona a ver a Pilar y me detuve a preguntar por Ramona, que se casó y había ido a Suiza. No les escribo, no sé por qué, pero pienso que ahora tendrán otras preocupaciones. Se había ido hace tres meses. No era antipática la señora que estaba allí.
 Fui a Bayona. pensé que la calle Virgen de la Roca era donde está el monumento, pero no, es la primera que hay yendo a la Virgen. Pregunté varias veces: al último que le pregunté, ya en donde debía ser su casa, fue a su abuelo y apareció su madre. Les dije que le tenía que matar, en parte, porque estaba enfadada conmigo.
  En ésta última, como la vi, cuando ya nos íbamos a ir me quedé atento a ella hasta que terminase de hablar. "No niegues que le querías dar un beso". Bueno, es verdad, pero se marchó de allí y yo me fui. Me dijeron que le mataría si la madre me dejaba. Aquello me animó.
  Le iba a preguntar por Yoyo. Le hablé en una carta y entonces ella me dijo: "¡Ah! tú debes ser Ángel". Aquel detalle me animó. Después me vine. No me paré en lo de Eulogio, porque no estaba. Fui a hinchar la bici y le di a Julia las dos manzanas, una me la había comido yo.
Muchas veces, al guardar cien pesetas, me gusta comprar sellos. Mariora me trajo ayer de Alcampo, el hipermercado, un lote de sobres. Muchas veces, es verdad que cuando me dice Nacho: "¡Abre el portal de fuera!"… y yo no me lo tomo a mal, porque me parece que siempre me buscara a mí para abrir el portal, pero también pienso que a mala gana pero lo hago, aunque me pase murmurando todo el rato.
  Me animó el ir a Bayona a ver a Pilar, aunque al final no la encontrase. También ella es mi ánimo, aunque personal muchas veces, el que no siempre coincide con una idea que tengo desarrollada en algún poema, por ejemplo ésa última que dije de que no la encontrase en aquel lugar, como fui a una carrera.

  Hoy me agradó un poco a la hora de comer, porque mi padre buscaba el colador, a mí me había dicho Malena que me sentase a la mesa. "Para no estorbar, supongo, porque esto siempre lo dicen". Mi madre se enfadó, y dijo: "Estas mujeres que no saben ordenar…" y Malena estaba delante. Salió a la terraza y me dijo a mí: "No te rías".
  El detalle ese de que me pongo el vaso más pequeño, el que no le pone a nadie, o los cubiertos de igual forma; esto ya hace tiempo que no me molesta. En muchas comidas que soy yo quien pone la mesa y me los pongo a propósito. Un bolígrafo lo gasté todo escribiendo la primera libreta. Éste que tengo creo que es el que continúo. Y ya se me está acabando.
  Teniendo el cristal roto, me dicen que estropea la vista; sin embargo, por ahora, yo no noto nada.
  Mariora me dice que el papel lo tiene mi padre y él me dijo hace tiempo que no lo tenía. A veces, en el pueblo o en cualquier otro lugar, se quedan todos mirando hacia mí. Y eso me gusta.
  El domingo pasado vi a Susana en el baile. Ya tiene novio y le pregunté por Bea, le dije que viniera para éste. Ojalá sea así y traiga a Susy, porque tengo ganas de verla. Este domingo creo que haré como la otra vez y entraré sólo para ver si está, aunque antes voy a ir por casa de Isabel para terminar de grabar la cinta del viernes, pues me quedó un poco, no sé si iré por los edificios de Montaña.
  Hoy vi a Cheli y a Merche. Chelo ya sé que está enfadada. ¡Bah!, no me importa, porque se está volviendo igual que las otras. Merche me dijo que también, pero no me lo creo, porque estoy seguro que la próxima vez que la vea en el césped, me dejará pasar una tarde fantástica. Con Lupe y Gloria, las dos gemelas de Gloria, la peluquera, una llamada Ana y otra más. Me ayudan, porque así ya me siento olvidado de eso de las piernas y todo eso, aunque en el fondo lo piense y caiga pensando en ello, pero es más el hecho de sentirlas jugando conmigo.
  Hace varios domingos, salía del baile y, al pasar por allí, había varios jóvenes y estaba también Anita. Algunas veces que estoy con ellas, les digo que me den un beso y me lo dan: así me siento feliz. Merche también me lo dio un día, así que no creo que esté enfadada. Ese día le dije a Ana que me diese uno y me respondió que otro día, porque ése había mucha gente. "Tú también piensas como chica mayor", me dije. Y me fui contento.