Aldeas en las que se ponía la luz del sol...
aldeas de paredes blancas y limpias,
de mañanas claras.
Hoy ya tienen calles, avenidas,
cauces por los que navegar y pisar la
tierra
que les rodea.
Calzadas, caminos...
el olor a sierra ya sólo permanece en el
polvo
y es todavía un olor salvaje.
Hoy la luz duerme en cada cuneta
que bordea el cemento de las paredes.
Hay vida, sombras...
pero no hay luz;
pueblos que veían el amanecer
limpio desde sus tierras de labor
y no se daban cuenta de que ese amanecer
era puro
y sus colores eran puros también.
Hoy son cauce de nuestra ciudad enorme,
se han dejado amenazar por el gris del
viento...
y yo no sé si hemos hecho bien.
2004