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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



martes, 26 de abril de 2011

En un espacio de mi corazón

   En un espacio de mi corazón estás tú,
en él te cobijo
resguardándote del frío,
de las penas y las amarguras
encerradas dentro de mi alma…
para que no te dañen.

Un espacio en mis sueños eres tú
donde te vivo y te siento,
donde cada segundo es mi vida
y te recuerdo…
dándote energías
para seguir viviendo.

Un espacio en mis deseos eres tú…
en él te doy cálidos abrazos
para recibir con ellos la fuerza de tu lucha,
de tu existir.

Un espacio en mis esperanzas eres tú
donde te espero y te siento,
donde estás cada día.

Un espacio en mi vida…
por eso cada amanecer necesito amarte…
y respirar cada día el aroma de la existencia.

Así me darás fuerzas…
así nos daremos fuerzas. 
                                            Autora : Concha Matos.

Yo, el escritor, el ser humano

  Mi nombre es José Angel Carbajal Abal y nací en La Ramallosa, Nigrán, en 1961. Eran ya los últimos años del tranvía y todavía Ramallosa era una aldea pequeña, rural.
  Empecé a estudiar en Sabarís, allí había un colegio de religiosas. Después seguí los estudios en una escuela pequeña que había en Mallón, cerca de mi casa: eran dos aulas, una para los estudios primarios(1º,2º y 3º de EGB) y la otra para los siguientes. Pronto destaqué en las matemáticas, pues estando en quinto ya les resolvía los problemas a los de octavo y los vendía por una peseta. Era muy pillo.
  De cuando niño recuerdo, me dicen, que me gustaba mucho correr y que era muy veloz. A mi abuela le gustaba salir conmigo a pasear y me tienen comentado que sujeto por una goma para no alejarme mucho de donde estaba ella, pues era mayor (así cuando tirase, era el momento de recoger y se daba cuenta de que estaba lejos). Me llamaba siempre Jean.
Mi madre trabajaba en la Ferretería, que era un negocio familiar y éramos todos los vecinos bastante conocidos y cercanos unos a los otros. Todos ellos lo sintieron cuando me atropelló un coche. Yo iba con mi hermano al colegio por la carretera, un juego casi teníamos era bajar corriendo por un camino hasta la carretera, en momentos en que no circulaban coches, al mediodía. Pero ese día pasó y me llevó a mí por delante (1 mes y medio en coma profundo, según tango escuchado y un total de tres meses en coma: tres años en el hospital).
  Cuando salí seguí mis estudios en un colegio especial de Murcia. Terminé Bachillerato en los Salesianos de Vigo.

  
       El primer poema que escribí data del año 1978.
 Había terminado mis estudios de EGB con unas notas bastante satisfactorias, me gustaba la Literatura y ¿por qué no?, también pensaba que podía escribir como ellos, los grandes escritores… al menos intentarlo. No sólo era curiosidad lo que sentía, no, era algo más; era inquietud, fascinación quizás. Pero sólo podía reflejar el mundo que veía, el que sentía.
  Y éste fue mi primer poema. (empezaba así como imitando a los clásicos).

             El amor

 ¡Cuán cosa maravillosa
 es hacer la vida hermosa
 a cualquier persona ajena,
 demostrarle tu honradez!.

  Ella se sentirá prendada
    y verá lo equivocada
que estaba cuando sentía ella
     demasiada timidez.

     Toda la vida pasada
   se quedaría como llana,
  sentirá que la vida es bella
    si se mira con sencillez.

 Comprenderá en ese instante
       que la vida tolerada
         es bonita y alegre
        si se vive con amor.
                 -1978-


  Y miré lo que había escrito y me gustó. Ya empezaba a sentirme como todos aquellos poetas que había estudiado en el colegio: Quevedo, Calderón de la Barca, Machado…
  No era tan descabellada la idea de escribir toda la vida, debía intentarlo. Las palabras me salían así, fácilmente. No piensas que eso te ha de durar para siempre, pero podía ser ese alguien más que estuviese a mi lado para ayudarme a caminar: estaba empezando a recrear algo muy bonito. Pero debía decidirme, si, decidirme. Y entonces compré una libreta de bolsillo y en ella empecé a escribir todo lo que se me ocurría.
  Me sentía bien, podría guardar de esta manera todo lo que escribiría como lo hacían los grandes escritores. Me sentía como ellos. Había hecho bien escribiendo aquellas palabras.
  Quería escribir rimado, como lo hacían ellos. Pero sin copiar, debía ser algo mío. Sentimientos, sueños, fantasías… mi mundo de niño, que iría cambiando a medida que pasaba el tiempo. No pensaba en cambiar, sólo en escribir: empezaba a imaginarme una vida escrita en palabras, una vida escrita en imágenes. No lo pasaba del todo bien, pues me sentía diferente a los demás, lejos de ellos. Pronto me estaba dando cuenta que la tristeza iba a ser una constante, la soledad, que los poemas iban a ser algo más que una lucha. De todas formas, estaba definiendo la realidad que miraba, pues el accidente me había dejado tocado y me sentía lejos de ella, que la realidad no se había estancado y yo si, que no me había esperado.
  Y el tema también de la mujer, de la amiga. En ese colegio había empezado a sentir algo más, cariño, pero no me hacían caso y me preguntaba por qué, tal vez sería yo el raro. Una mujer que era mi fantasía, que debía darle una forma.


                 Esa chica     

  Esa es mi mujer,
ésa es la que yo quiero.
Es una, pero representa a todas.
Aquélla
bajo cuya sombra me envuelvo,
bajo cuyo manto me pierdo.
Es aquélla
que me vuelve feliz a todas horas,
junto a la cual mi alma palpita
velozmente.
Esa chica que sólo es alegría
que sólo es belleza,
cuyos ojos me sepultan en la fantasía.
Ella es la chica.
Es mi mujer.
La que yo quiero.
Mi amor es tan fuerte que salta
en cemento.
Pero me es impedido llegar hasta ella;
y por ello
la llevo en el recuerdo.
           -1982-
    Poemas de rebeldía, de clamor, de pedir ayuda. Hablaba de lágrimas, dada mi relación con un grupo de jóvenes que se reunían en convivencias y hablábamos de temas religiosos, empezaba a hablar de Jesús buscando un apoyo. Era el grupo de la J. U. M.

    Ya la soledad se había hecho más una compañera que un martirio. Y aprendía a refugiarme, le llamaba amiga, aprendí a hablar con ella, al mismo tiempo que le daba una forma, una imagen de mujer.


                           Silencio.

 Silencio absoluto, soledad,
tiempo de meditación,
la luna la calma rasgará
tocando bella canción.

 La ventana está entreabierta,
el frío se cobija y conmueve,
una mesilla vieja y la puerta
acompañan el silencio breve.

 Una casucha de madera
por donde han pasado muchos años
sirven de compañía al farero
en sus pesadas horas de raso.

 Solo en la lejanía se queda
oyendo a las olas su canción,
silencio absoluto, soledad,
tiempo de meditación.
          -1982-
     Dios era poeta.      

Dios era poeta
y sus poesías eran de amor.

 Mi alma es poesía
y, mi alma, pertenece a Dios.

 Hizo, de su mundo, poesía
y, la inspiración, se la dio su amor.

 Amor puro, amor santo,
infinito amor de Dios.
         -1982-
              

 No me era muy difícil escribir y eso me hacía sentir muy bien. Aprendía a escapar del mundo y de sus dolores, aprendía a demostrar que quería ser normal.
Aunque seguía siendo un niño…

      Sueños infantiles.

 Anoche vi una estrella
del universo bajar,
y tanto me fue a gustar
que me  acerqué para verla.

 Tan cerca me aproximé
que pude ver lo que era:
Era un arcángel de cera
de un color como la miel.

 Angelito, angelito,
en mal momento has bajado,
el hombre está obsesionado…
sólo hay llantos y sólo hay gritos.

 Todo sufre, todo calla
porque no puede gritar.
No te vayan a matar
por no seguir a la raya.

 Y este juego peligroso
continúa y no se para.
Continúa la algazara…
siempre manda el poderoso.

  Y fue a finales del año 1978 cuando quise introducir un cambio en lo que escribía. Había estado escuchando que la poesía que se escribía estaba dejando a un lado la rima, que no la abandonaba del todo, pero si que ya no se sujetaba tanto a los cánones clásicos. Y quería intentarlo, pues la métrica, la medida… eso a veces me confundía. La realidad me presentaba muchas identidades diferentes, quería hablar de ellas. Y me llamaron la atención los fuegos continuos cada verano.

        Un incendio.                         3-X-1981
  Alerta!. Humo en el bosque.
Humo entre los verdes pañales de un  monte.
Gallego. Es fuego!- gritan.
Es fuego. El gran señor del manto rojo
se levanta amenazante.
Y nace arrasador,
sepultador y carnicero.
Ese cruel destino de Galicia
amenaza, tempestuoso, su destrucción
El paisaje se rompe.
El campo deja su  expresionismo a un lado,
porque muere.
Galicia pierde un hijo.
Ella le cuida.
Ella le baña.
Ella le viste.
Y, ahora, la abandona.
 Ayúdame!. Aún podemos evitarlo.
Agua!. Sólo un cubo!.
Un riego del corazón que surge.
Galicia muere.
Su gigantesco manto verde
va dejando de existir.
Galicia pierde su campo.
Galicia se va, y yo
                         me voy con ella.


  Me sentía importante, lo que estaba escribiendo me daba vida, aunque me siguiese sintiendo fuera de la realidad; el atropello, la pierna defectuosa, casi un inútil… la misma realidad a veces me lo echaba en cara y yo no sabía contestar, no podía detenerla.
  Me refugié en lo que escribía y empecé a hablar de sentimientos: ya no era la realidad a mi alrededor, era lo que sentía lo que debía proteger, parecía como si a nadie le importasen… pero a mí si.


         El amor                11-II-1982

 Silencio!. No hables.
Pongámonos a meditar.
A recordar nuestra infancia,
olvidar nuestra ignorancia
y a volver a amar.

 Piensa!. ¿Qué hemos hecho?.
¿Cuál es nuestra verdad?.
Si nos ponemos a andar,
empecemos a recordar.

 Ahora!. Hablemos de nuestras cosas
para conocernos mejor,
cavemos nuestra misma fosa
y encontraremos el amor.


  Ya había empezado a pensar en transmitir, en crearme un mundo, en darle una forma… y eso era algo que me atraía mucho, aunque siempre tuviese que volver a la realidad con dolor, con soledad, aunque nada cambiase.
  
             Ella         26-II-82
 Verdes son sus ojos
cuando, refrescantes, brillan bajo el sol,
se vuelven hermosos,
brillantes de gozo
ante la mirada del ruiseñor.

 El ave le canta
las alegrías de poder vivir,
y saluda el ara
de los ríos plata
y de las fuentes color de añil.

 Sonríe la mañana
y muestra su delicado color,
a su bella casa,
al claro del agua,
en un rumor de tibio resplandor.


  Ella era la amiga, el sueño, todo mi alrededor. Ella era la naturaleza, la vida: estaba despertando un sentimiento especial en mí. Ella podía ser mi alma. Y los poemas podían ser una manera de hablar con ella. Iba a ser difícil escaparse de un mundo que a veces era muy cruel y muy superior a ti, pero ése era un camino y no me gustaría dejarlo a medias: ya me había enseñado a sufrir.

                  Viviré de mayor      11-III-1982

  De mayor viviré de mi sangre 
y de mi trabajo, sin espacio
ni silencio que me impidan llegar
a la meta que me llama.
No sé si resucitaré
de entre las entrañas de la noche,
pero si sé que mi alma
ganará la libertad que busca
y, hoy, no alcanza
... porque es libre.
Matará con espadas las sombras
que no le dejan respirar
y saltará las piedras
que le entorpecen la mirada.
A pasos agigantados
cruzará el salón del tormento
y se dormirá en las sombras del recuerdo,
las burbujas de la niñez
que pasan sin respirar,
porque brotan del amor.
Son burbujas de papel
que mueren en el mundo
y quedan pegadas en el mural del olvido.

  Parecía que había andado casi la mitad de la vida.


  Si, me gustaba sentir, me gustaba ser niño. Aunque sólo fuera por soñar. Amigas, sueños, podía conocer, podía sentir, les escribía cartas, les mandaba versos, no era difícil escribir. Escribía por el camino, en la noche, a solas… podía sentirme reflejado en las palabras.
  Me sensibilizaba ante la realidad sola, casi abandonada, la realidad que sufría quizás como yo.
  Me sentía bien escribiendo, tapando de esta manera el dolor, empujándome también.

                  Místicamente     22-VIII-1983

 Latiendo en cada naufragio
a punto de disolverse en el mar;
sin miedo, sin desilusión, sin
haber conocido la traición.
Un suspiro, un aliento invisible
existente en cada realidad.
El místico entorno de una palpitación olvidada
todavía musita tu nombre.
No quiere que desaparezcas de su presencia;
cogerte, estrecharte en sus brazos,
quiere llevarte en alma con ella.
Aquellos silencios entregados por tus manos al vacío
volverán
               para agradecerte el haberles enseñado la soledad.

Y tú, secreta e íntimamente,
seguirás viviendo en cada obra.

  Ya cada poema estaba tomando una imagen concreta, y eso me alegraba: no era yo quien escribía a través del papel, era mi alma la que latía de esa manera. Y había algo más: me hablaban también a mí. José Ramón me animaba a que siguiese así, siempre me decía que podía hacerlo mejor. Y Raúl también. Aunque todavía miraba el camino muy lejano.


              Libre, como las aves

   Decid de mí lo que queráis.
Yo soy como soy,  porque así no soy un proyecto
de nadie ni el reflejo de un hombre
fracasado.
Soy así porque mi corazón
me mueve a ser así. No quiero ser
lo que los demás quieren que sea.
Ya sé que no invento nada nuevo,
que todo está descubierto antes que yo.
Pero sé también
que si la vida me impulsara
a crear un nuevo camino
que pudiesen seguir otros luego,
os ganaría, pues mi mente
está llena de secretos
que vosotros no conocéis.
No quiero ser vuestro emblema
porque soy libre.
                            Libre, para volar.

  La vida empezó a ser lucha, ¡si yo pudiera transmitirla!. Debía luchar yo, convencerme que podía, aunque no fuera sencillo convencer al mundo. Debía romper con mi ayer, un ayer que me había arrastrado hasta donde estaba ahora y que me llevaba… No, dejarme llevar no, sentía el peso de los años: podía hacerlo. La vida debía ser algo más, podías ser algo más… y yo era vida, como todos los que había a mi alrededor. No sabía quién se oponía a mí, quién ponía trabas en lugar de horizontes.


             Fuerte contra ti

  Me siento fuerte contra todo.
Menos contra ti
que eres el principio y el fin del mundo.
Y eres la verdad
y un reino en mi mente
y en la tuya.
Fuerte contra ti
como todo lo que invades cuando susurras, pero no contra tu silencio
ni tu destino.
Porque hoy me he levantado distinto
a como era  ayer,
hoy todo es diferente
y es mío. Me puedo vencer
si pronuncio tu nombre
o tú si me reconoces
podrás hacerme débil.

  Y entonces quise buscar ese algo más, esa vida que quedaba en cada palabra, que se escondía en cada palabra.
Debía creer en lo que escribía, me daba cuenta que estaba ante un momento crucial en mi vida, un momento que iba a definir toda mi existencia. Debía luchar.                                   

  Llegado a este punto, me gustaría que me permitiesen hacer un alto en el camino. Y no es que me distraiga, no, “digo un alto en el camino” porque por aquel tiempo empecé un trabajo de verano en un puesto de helados. Sería algo diferente, sería un trabajo por fin. Y llegó el primer día y pronto me di cuenta que debía buscar algo más que hacer, algo que escribir… pero era cierto que tenía que ser algo diferente, pues había conocido a unos chicos en Bayona que también tenían inquietudes por escribir, y me estaban haciendo ver que muchas veces escribía poemas muy simples, muy de amor, de amigas… y seguro que podía hacerlo mejor.
  Ahora me gustaría leerles el comienzo del relato que allí empecé a escribir.

  "A él tal vez le gustaba ser como yo:
Algo borracho, embebiéndose continuamente en todo lo que hacía, de aquí para allá.
Y quedaba ensimismado; aquello le conducía a otros lugares, a otros pasados.
No podía olvidarlos, quisiera dejar aquella pesadilla, pero sólo estaba él en la habitación.
-     ¿Te acuerdas de aquellos días al calor de las palabras?. Nunca podrás sentirte solo.
-      Si, claro que lo recuerdo. No lo podré  olvidar. Además, siempre lo llevo conmigo, en cada paso, en cada mirada. Queda su sombra en cada huella. Conmigo él sabe que siempre existirá alguien a quien le gusta oír sus viejas aventuras.
-     ¿Quién eres tú?. La sombra de mis manos en las paredes quiere sentir tu belleza.
-     No sé. Soy tú mismo. Inventando historias, como tanto te gustaba. No un payaso aburrido que vaga siempre a donde quiera que va. Soy ese rostro que siempre te encontraba, esa sombra que te seguía, siempre supe que te iba a encontrar.

   Era él, sin duda, cómo hubiera podido olvidarse de todo aquel ayer. Lo poseía, lo llevaba arraigado en la sangre. Siempre sabía a dónde viajar. Cruzaba bosques, caminos, no estaba lejos. Detrás de cada monte emanaban de su corazón partículas de esperanza. Entre todas formaban a sus pies una inmensa alfombra donde iba a discurrir su paisaje.
-¿Te acuerdas?. Eramos nosotros dos. Solos tú y yo. Me gustaría descorrer tantas cosas del pasado…  como tú. Me gustaría lograr todo eso que siempre fue una ilusión.
-  Ahora estoy solo. Todo es mío. No, no me hagas vacilar.
  Era él. La habitación no sabía de qué hablarle. Había quedado muda. Sólo admiraba su entorno.
-          Yo te diría todo eso que siempre estuve enseñando.
Ahora tú has llegado a ser mis oídos y toda mi voluntad. Ya sabes que es este ambiente, siempre me lo querías recordar.
-  Adelante!. Mañana está con nosotros. Como siempre, ya es otro. Yo no seré igual.
   Era todo un revoltijo de ideas. Pero a él le gustaba. Siempre había sido lo que más le llamaba la atención. Y aquella sala le permitía combinar todos sus colores tan agradables, todos aquellos pensamientos tan variados que habían surgido para inventar. Allí se había liberado el duende siempre oculto de sus labios, el misterio abstracto de sus sentimientos.
   Aquellas paredes no estaban solas. El había construido sobre la fantasía todo el conjunto de sus momentos para descansar. Y se entretenía con ellos.
   No, aquellas paredes no estaban vacías. Siempre había soñado encontrarse allí, dar vueltas, intentar ver la realidad del mismo modo que la veía él.
- ¿Qué más puedo decirte?.
- Calla!. Sigue pensando.
           - Ahora veo claros unos sentimientos tan silenciosos, ahora me parecen vivos, quisiera darles la libertad, porque siento que todos los días me harían falta.
  ¿Sabes?, me gusta hablar contigo, aunque sepa que no existes. Creo que todo tiene significado en la vida si se vive en todo su amor.

  Algo le decía que allí había alguien más. Aunque ya estuvieran las paredes enmohecidas por el vapor. No oía unas pisadas, por interiores y silenciosas que fueran, pero él sentía su presencia, incluso podía sentir sus movimientos.
  Ya había empezado a imaginarse a aquel espíritu sin rostro ni aliento, aquellas palabras que no estaban escritas en ninguna parte, pero que él sentía como suyas. Era bueno hacerse amigo de la soledad…"

  En él describo un mundo de niño, lo que sentía entonces… empezaba a ilusionarme, a enamorarme. Lo titulé: “A él le gustaba ser como yo”. Y era ese ser que latía conmigo, ese niño que estaba dentro de mí… Un camino que me empujó tres años.
  Cuando retomé otra vez lo que había dejado atrás, pensé que había valido la pena. Pero otra vez me pilló a contrapié la realidad dura, cruel.
  
  La vida ya no es          3-II-1988
como antes, y siento como si me robaran
algo de muy dentro
de mí. El cielo
ya no es azul, ni claro, y en mi alma
siento la ausencia
de un amor
que lo ha dado todo por mí.
No veo sus ojos, eso
es lo que más me revienta. Que me quiten
el tesoro que le dio vida
a mi niñez.

  El amor dolido no siente           6-II-1988
del mundo. Ni espera, aunque haya recuerdos
que antes podían darle un sentido. Y hoy
le llega la hora de partir.
No hay caminos, aunque los árboles pasan
y apenas se ven, aunque las piedras
te molestan y se pegan a tus pies
las arenas sin sentido. Sé que corro, pero es muy adentro que el paisaje
tiene un nombre y un adiós
que se debilita. Quisiera escapar a decir que no hay
silencio, pero es tan profundo, vuelve a ser
de nuevo tan profundo
que escribo, escribo solo y apenas pienso en lo que pudo haber sucedido.

  Queríamos hacer un grupo poético entre los tres, pero al final no fue posible. Pero a mí me ayudó, porque podía creer en lo que escribía y darle una imagen. Salía de casa, compartía otras inquietudes, y así lo que escribía fue tomando cuerpo. La lucha dejó de hacerse algo únicamente mío, algo que podía compartir, entender.
  Ellos me ayudaron a salir de toda esa vorágine mental en la que me había metido, estaba conociendo el amor, comprendiéndolo también. Y todo empezó a tomar sentido a mediados del año 1990, 1991 y 1992: unos años bastante fructíferos.

  Mi camino estuvo sembrado de guerras             27-VIII-1990
y de gritos
para llegar a ti. Fue difícil comprenderlo.
De tristezas y lamentos,
de caminos confusos
y de sangre. Mi camino estuvo quebrado
por el tiempo
y por el barro de los caminos. Y las guerras eran tan grandes
que nunca sabía
dónde iban a llegar. Mi camino estuvo lleno de pequeñeces
y de instantes deliciosos
que merecían la pena recordar
y escribir.

  Muchas veces pude hacerlo. Yo era como tú,
errante y callejero, lleno de amor,
de alegría.
Como tú, esperanza
y sueño, siempre dispuesto a escuchar palabras
y a volar.

  Hoy puedo, mar, hoy olvido mis tristezas
y me fijo en el blanco de tu aurora,
de tu orilla.
Hoy siento que puedo cruzar tu ternura
y tu arrogancia,
por eso
me escapé del mundo un instante
y estoy ante ti.
Hoy mi libreta se ha hecho infinito.

  Tengo los labios manchados de orgullo                4-IX-1990
al sentir la savia de otros cuerpos diferentes
sobre mí
y tocarme después. El azufre de la tierra
quebró el vidrio de mis sábanas rotas
y sucias.
Tengo las manos manchadas de ira
y la cal de las paredes
se pega a mis pies cuando atraviesan el cuarto
y renacen.
Me quedará sólo eso:
unos labios manchados de tierra
que agrieten mis tobillos
ya sin vida.

  Las calles están vacías                                               4-IX-1990
y las sombras
lentas:
son las últimas horas del día.
Cuando tú ya no existes y es todo
un inmenso panorama
donde el despertar más frágil
se hace ausencia.

  Pensé que me habías enterrado          16-XI-1990
a la soledad más horrenda
que existe. Pero apareciste tú
revestida de ángel
y de luz y me ayudaste
a recomponer la vida. Y de un mundo oscuro
y pobre
tú sacaste todo lo que soy ahora.
Si algún día nos encontramos
en otro mundo
tengo que reconocerte,
te lo juro, tengo que salir de esta realidad
y vivir siempre contigo.
Me llamaré como tú:
poeta.

  Puedo emplear esta noche para vivir.               23-XI-1990
En vez de vagar
y escuchar los aullidos del silencio,
tan monótonos,
tan crudos, puedo emplear esta noche
para salir
a las calles, ya no me vence el miedo
ni la timidez
de un día más,
pero me vence el espanto,
la angustia
de no haberlo hecho antes.

  Hay sangre                                             30-XI-1990
en las sábanas que te compré, me parece
que ha sudado un niño
en la soledad
de esta vida.
De un dios
que es el vacío de tu lecho,
mi vientre será tu hogar,
mi futuro.
Silencio,
una razón sin sentido.
Te amo.

  Un efímero placer                                      4-XII-1990
cuando tu profundo cabello
atraviesa mi cuerpo sin manos
ni estola. Comprendo la juventud
que es dulzura.
Un efímero placer
que busca en su sentido
la esencia.

      Mi cuerpo se hizo llama                             27-XII-1990
por dentro
y fue penetrando poco a poco
por mis pies,
hizo brillar mi estera
como si fuese de oro. Y pronto comprendí
que era a mi hijo al que buscaba
en el fuego, por eso me dejé llevar
porque mi fe tenía fuerzas
suficientes.
Dejé que llevara mi alma,
mi creencia
y me llevara a mí también
en aquellos sentimientos
tan pueriles. Se despertó mi habla
y lo comprendí.
Me dejaba llevar.
Conocía el amor.
  
  La soledad                                                 26-XII-1990
me unió a los seres que me sueñan. Ya no vivo
del instante
por mí solo. Pasan los días,
pero algo queda que me una al ser. Es la soledad.
En otro tiempo penetró en mi vida sin llamarme
siquiera,
sin ofenderme.
Yo no creía,
pero ella sí.

  Mucho más                                              20-IV-1991
allá del bien y del mal te haces tierra,
ser humano
que nos hace comprender
el bien y el mal de nosotros mismos.
Palabra
en la voz de los que viven,
templo en la voz de los que mueren, mucho más
que la existencia
ama.
Sueño
en la voz de los que sueñan, mucho más,
reencarnación en la voz de los que sienten
aunque no lo sepan.
Mucho más
que el olvido de los que escriben para vivir,
mucho más que los que mueren
para ser libres, así tú:
la esencia de tu vientre, la vida
por ti dada,
mujer.

  Buscaba algo casi perfecto para lo que sentía, a veces jugaba con las palabras, con las imágenes. Recuerdo que tenía una bicicleta y conmigo llevaba siempre algunos papeles para escribir, para detenerme y escribir.
  Mi ilusión era llegar a Bayona y reunirme con mis amigos. Me sentía bien al escribirlos, pero debía leerlos en el grupo. Llegaba a Bayona, pues, con bastantes papeles escritos… y éste sorprendió. Y fue el que abría el primer libro que editaba… pensaba que debía ser algo más que un poema. Y de ahí vinieron otros y otros. Ahora quería luchar, me estaba haciendo mayor y debía luchar. Y los poemas me salían así, escribiendo con el corazón, sencillos. No tenía mucho vocabulario, pero no me importaba: debía saber ordenar las palabras justas.
  Mis amigos se propusieron que era necesario ayudarme a sacar un libro y así lo hicieron. “Ónice”, fue éste primero; luego vinieron “Camino viejo”, que era una recopilación de algunos pasados, y “No hay silencio”.

    Conocerte                                           15-VI-1991
no es sólo encender la luz de tu cuarto
y a través de la ventana mirar
si ha nacido el día
para volver a tus arrieros.
Conocerte es luchar.
Y morir también,
pero mientras te guíe la palabra
y vivas la luz del espíritu
no habrás muerto. Conocerte es seguir
cultivando el pan de cada día
en la argamasa de ti mismo
y creer en quien te espera
y te siente.
Conocerte es amar. Que es más
que toda la vida
porque hoy empieza para ti una sensación
nueva.
Conocerte es más
que vivir para ti mismo porque vivir y morir
se aprende
y con el tiempo se posee.
Pero conocerte lo es todo,
es ser tú y ser yo
a un tiempo,
compartir.

  Pero en el año 1992 dejé de escribir. No debía hacerlo, pero necesitaba aclarar el camino: era escribir o luchar… y yo debía luchar. Necesitaba cambiar mi manera de escribir.
  No conseguí nada. Pero tal vez fueron otras experiencias, otras oportunidades, no lo sé. Volví a escribir en el año 2001.

  Y te quise                                            20-VIII-2001
por tu dulzura,
por tu ternura, por esa suavidad que ponías
al pasar las hojas
y abrir la ventana
de nuevo.

  Te quise desde antes,
como en la primera vez que amé
cuando era niño.

Desnudaste las hojas
una a una
cuando ya estaban cubiertas de musgo
y azufre.

  Abriste la ventana
y otra vez el sol
dibujó una verdad. 

   A ese hijo que todavía no conozco    20-VIII-2001

   Veía al niño                                        
en sus ojos,
en sus pupilas, en sus miradas dulces
y tiernas.
Veía al niño en su lecho,
en su cuarto, en la soledad
transparente y mágica
que llenaba aquellos momentos
compartidos.
Veía al niño
mago,
aunque no le sentía
ni le tocaba.
Sólo a ella.
Rozaba el niño
cuando rozaba su vientre
y sus ojos, cuando acariciaba su piel
y su sangre.
Rozaba el niño cuando era un dibujo
en el iris, en el arco iris,
en la luna.
Y le desnudé entre mis brazos
para tocarle yo también
como le tocaba a ella
cuando estaban dormidos,
cuando estaban desnudos
y a solas.
Tocaba al niño
cuando le tocaba a ella
y sentía sus voces
de ángel.
Tocaba al niño y sentía miedo
por mí, pero después le tocaba a ella
y le sentía entre mis dedos
como el cáliz.
Ya había empezado a quererle.

Pienso que la poesía va llenándose de momentos, de detalles puntuales que definen de una u otra forma tu existencia. Que debes estar preparado para recogerlos y escribirlos.
  Hace dos años sufrí un amago de infarto y, estando en Povisa y con la compañía de una libreta, el primer día me desperté en la noche y pensaba si podría describir esos momentos…

    Hay un mundo
en el que ya todo da igual.
La vida y la muerte se confunden,
se pierden en el camino. Hay un mundo
en que mirar las cosas dulces puede ser lo más hermoso
o lo más mísero, lo más incierto
o lo más doloroso
también. Es un estado
gris, el cuerpo se desvanece,
se duerme. La vida y la muerte son,
se confunden.
Nada importa más que la verdadera
fuerza.
Entonces deja de existir la mañana, las horas
ya no son las horas,
son espacios. El viento se hace más seco
y más grande y los ecos mismos
ya no son los ecos,
ya no lo son.
Y amanece muy despacio en la ciudad,
tras los cristales.

  Se lo leí a una señora y le encantó. Y cuando, unas semanas más tarde, murió su hermana debido a un cáncer, y nos encontramos los dos en el tanatorio, me lo recordó.
Me ilusionó mucho aquel instante.
  Un día que estaba en Vigo esperando a una amiga muy especial estaba sentado en unas escaleras y tenía ante mí una rosa de plástico en una jardinera de piedra. Necesitaba contarle la felicidad que sentía.

“¿Qué esperas?”- me dijo la flor     
desde su tierra adormecida.
“Le espero a ella”- le dije yo,
sé que ella es tan hermosa como el día.

   “¿Sabes que vendrá?”- me preguntó después
con expresión dolorida.
- “Si, lo sé. Porque ella
es para mí como fruta prohibida”.

- “Está bien. Me duermo en paz
porque entiendo que tu fe es tu alegría”.
- “Hasta otro día, flor”- le dije;
hoy es un día desnudo para mí y tú...
tú has sido mi vida.

  Conocía un nuevo amor, ya tenía más claro lo que reflejarían los poemas. Y si a todas las libretas anteriores las definía como “Poesías de mi juventud”, a éstas nuevas les llamaría “Mi segunda vida”. Así empecé a colaborar en el periódico A Rúa…
  Mi segunda vida reflejaría un paso más en mi lucha. Y, desde entonces, estoy escribiendo: reflejando lo que miro, lo que siento… la vida.
   Tal vez sea lo único que sé hacer y sé que a los demás les gusta porque me lo dicen



                               UNA LUCHA, UNA ESPINA…