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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



lunes, 30 de mayo de 2011

Corazón alborotado


Corazón alborotado
de lágrimas agrias
y sonrisas escondidas,
dulces pensamientos
en los que dejo el olvido
y retrocedo al pasado;

penumbra y olvido que quedan tendidos en el suelo
deseando que la débil hoja les alcance.

Como pétalo florido
por el rocío de mayo,
abro cada sentimiento
y renace en mí el recuerdo.

No permitas que el tiempo embriague
el fugaz instante en el que sentiste la vida
como un despertar floreciente…
vertido en tus manos,
inmerso en tu ser.

No dejes que sepulte
el turbio movimiento el ocaso de las horas…
pues son nuestras.
Despierta en mis brazos otra vez, crepúsculo inquieto,
bañado de los besos
que nos damos en el silencio y hoy
compartimos.

Me baño de los besos
que me das en el silencio
y deseo que no me olvides.
Soñando contigo
revivo el pasado
y retrocedo hasta el momento
en que me clavo en ti.

Y nos amamos en el silencio
encadenados al murmullo de las olas que vienen y van…
el sonido incesante de los copos de lluvia
y te siento...
y me sientes...
ungidos.

Yo el escritor, el ser humano

Tengo los labios manchados de orgullo 4-IX-1990
al sentir la savia de otros cuerpos diferentes
sobre mí
y tocarme después. El azufre de la tierra
quebró el vidrio de mis sábanas rotas
y sucias.
Tengo las manos manchadas de ira
y la cal de las paredes
se pega a mis pies cuando atraviesan el cuarto
y renacen.
Me quedará sólo eso:
unos labios manchados de tierra
que agrieten mis tobillos
ya sin vida.

Las calles están vacías 4-IX-1990
y las sombras
lentas:
son las últimas horas del día.
Cuando tú ya no existes y es todo
un inmenso panorama
donde el despertar más frágil
se hace ausencia.

Pensé que me habías enterrado 16-XI-1990
a la soledad más horrenda
que existe. Pero apareciste tú
revestida de ángel
y de luz y me ayudaste
a recomponer la vida. Y de un mundo oscuro
y pobre
tú sacaste todo lo que soy ahora.
Si algún día nos encontramos
en otro mundo
tengo que reconocerte,
te lo juro, tengo que salir de esta realidad
y vivir siempre contigo.
Me llamaré como tú:
poeta.

Puedo emplear esta noche para vivir. 23-XI-1990
En vez de vagar
y escuchar los aullidos del silencio,
tan monótonos,
tan crudos, puedo emplear esta noche
para salir
a las calles, ya no me vence el miedo
ni la timidez
de un día más,
pero me vence el espanto,
la angustia
de no haberlo hecho antes.

Hay sangre 30-XI-1990
en las sábanas que te compré, me parece
que ha sudado un niño
en la soledad
de esta vida.
De un dios
que es el vacío de tu lecho,
mi vientre será tu hogar,
mi futuro.
Silencio,
una razón sin sentido.
Te amo.

Un efímero placer 4-XII-1990
cuando tu profundo cabello
atraviesa mi cuerpo sin manos
ni estola. Comprendo la juventud
que es dulzura.
Un efímero placer
que busca en su sentido
la esencia.

Mi cuerpo se hizo llama 27-XII-1990
por dentro
y fue penetrando poco a poco
por mis pies,
hizo brillar mi estera
como si fuese de oro. Y pronto comprendí
que era a mi hijo al que buscaba
en el fuego, por eso me dejé llevar
porque mi fe tenía fuerzas
suficientes.
Dejé que llevara mi alma,
mi creencia
y me llevara a mí también
en aquellos sentimientos
tan pueriles. Se despertó mi habla
y lo comprendí.
Me dejaba llevar.
Conocía el amor.

La soledad 26-XII-1990
me unió a los seres que me sueñan. Ya no vivo
del instante
por mí solo. Pasan los días,
pero algo queda que me una al ser. Es la soledad.
En otro tiempo penetró en mi vida sin llamarme
siquiera,
sin ofenderme.
Yo no creía,
pero ella sí.

Mucho más 20-IV-1991
allá del bien y del mal te haces tierra,
ser humano
que nos hace comprender
el bien y el mal de nosotros mismos.
Palabra
en la voz de los que viven,
templo en la voz de los que mueren, mucho más
que la existencia
ama.
Sueño
en la voz de los que sueñan, mucho más,
reencarnación en la voz de los que sienten
aunque no lo sepan.
Mucho más
que el olvido de los que escriben para vivir,
mucho más que los que mueren
para ser libres, así tú:
la esencia de tu vientre, la vida
por ti dada,
mujer.

Buscaba algo casi perfecto para lo que sentía, a veces jugaba con las palabras, con las imágenes. Recuerdo que tenía una bicicleta y conmigo llevaba siempre algunos papeles para escribir, para detenerme y escribir.
Mi ilusión era llegar a Bayona y reunirme con mis amigos. Me sentía bien al escribirlos, pero debía leerlos en el grupo. Llegaba a Bayona, pues, con bastantes papeles escritos… y éste sorprendió. Y fue el que abría el primer libro que editaba… pensaba que debía ser algo más que un poema. Y de ahí vinieron otros y otros. Ahora quería luchar, me estaba haciendo mayor y debía luchar. Y los poemas me salían así, escribiendo con el corazón, sencillos. No tenía mucho vocabulario, pero no me importaba: debía saber ordenar las palabras justas.
Mis amigos se propusieron que era necesario ayudarme a sacar un libro y así lo hicieron. "Ónice", fue éste primero; luego vinieron "Camino viejo", que era una recopilación de algunos pasados, y "No hay silencio".

Conocerte 15-VI-1991
no es sólo encender la luz de tu cuarto
y a través de la ventana mirar
si ha nacido el día
para volver a tus arrieros.
Conocerte es luchar.
Y morir también,
pero mientras te guíe la palabra
y vivas la luz del espíritu
no habrás muerto. Conocerte es seguir
cultivando el pan de cada día
en la argamasa de ti mismo
y creer en quien te espera
y te siente.
Conocerte es amar. Que es más
que toda la vida
porque hoy empieza para ti una sensación
nueva.
Conocerte es más
que vivir para ti mismo porque vivir y morir
se aprende
y con el tiempo se posee.
Pero conocerte lo es todo,
es ser tú y ser yo
a un tiempo,
compartir.

En Vilariño, siempre recordaba aquel detalle

en que yo les había dado un golpecito en la cabeza a algunas niñas, y todas corrían detrás de mí. Así era casi todos los domingos. Conocí también a las gemelitas Gloria y Mari, María del Mar. Todas ellas me daban un beso. Lo pasaba muy bien así. Ellas bailaba en el grupo de rondallas que encabezaba su padre, Teodoro. Uno de los recuerdos bonitos que tengo, es un día de Navidad, en que también me dio un beso su madre. A veces, hoy, cuando veo que lo necesito, se lo pido, y ellas me lo dan; al principio, después de los primeros meses, me daba la impresión que un poco enfadadas, o disgustadas tal vez. No lo digo por mal, por que cuando se lo preguntaba me decían que no, pero lo cierto es que aún eran muy niñas. El día que me sucedió aquel episodio, no me daba cuenta, pero fray Joaquín nos vio. Al domingo siguiente me dijo que Conchita me quería y yo le dije que ojalá. Creo que lo que le pasó a Conchi fue que se enfadó, porque aquel día, en el cuarto, cuando me dijo eso, yo me quedé sorprendido, y le pregunté: ¿Por qué?. tenía que ser por algo de mí, porque supongo que por guapo no debe ser. A lo que me dijo que sí era por algo que le gustaba, por algo de mí. Isabel vivía en el barrio de Golada. Se llegaba a él por un camino que se desviaba de la Cabreira.
También fui considerando amigos a los chicos de allí: Cesáreo, Guillermo y los hijos de Isabel, Jonny, algo así, Jose y Miguel, Bruno era muy pequeño. No me acercaba mucho a las chicas, aunque supongo que sería por el temor de que no me aceptasen. Hablaba con ellas, saludando o cualquier otra tontería, pero nada más.
Una de ellas, María, me pareció bastante tranquila para darle un beso. Y soñé con ese día. No se lo pedía, tal vez estaba esperando el momento oportuno. No lo veía como algo de vida o muerte, no le daba tanta importancia, aunque empezaba a comprender que ellas si. El día de mi santo fui por allí, como muchos domingos, para salir con José y les encontré jugando en la parte interior de la casa de Isabel. Cesáreo, Guillermo, no sé si uno o dos chicos más y su amiga, ahora no me acuerdo cómo se llama. Consistía en pasarse una cerilla encendida y a quien se le apagase debía elegir entre dos opciones. Una de ellas era una pregunta y la otra era darle un beso a alguien. Y lo quise aprovechar. En la primera ronda se le apagó a Guillermo. No quería que desconfiasen por hacerlo a propósito para mí. Eligió el beso y le dio uno en los labios a la chica que estaba con María, doce, trece o catorce años le hecho, bueno, todos eran más o menos así. Aquello no lo entendí, porque para dar un beso se solía dar más en la cara. A la siguiente ronda quise jugar con la cerilla y le obligué a apagarse conmigo. Cesáreo me tenía que decir. La primera vez recuerdo que caí dos veces, elegí pregunta y le preguntó a la chica si le gustaba. No me gustó mucho aquella pregunta, pienso que ella no me gustaba a mí, pero dijo que no. Yo le di la mano. la segunda vez ya le dije darle un beso en la cara a María. Ella se puso roja, y a decir que no. Al rato se fueron todos y yo me quedé preguntándole a María por qué no. Alguien me parece que se quedó conmigo, pero no me fijé en él. Después de un rato, ella dijo "Bueno" y me puso la cara. Y yo le respondí: ¡ahora si!. Esto lo había hecho varias veces. Creo que lo que buscaba era que me repitiese que si o me dijese: a ver ¿me lo das o no?. Eso supongo que me haría un poco más feliz. Se lo había hecho a Rosi y lo hacía varias veces en el baile para bailar con alguien. Me dijo: Bueno, pues no. Y se marchó.
No se fue en el mismo instante, pero yo aún le dije que me lo diera, o se lo diera yo, que había sido broma. Pero se fue. Creo que me fui a jugar a las cartas. Cuando me marchaba , la vi y se lo dije otra vez, pero ahora supongo que sería con un gesto más apenado. "Hoy que es mi santo", me dijo que no y se fue. Yo también.
No sé si aquel día me fui, como solía hacerlo, con Miguel. Él me acompañaba hasta el camino que llevaba a la Cabreira. Tampoco me acuerdo si hablé con él sobre el tema, o me lo dije hablando conmigo mismo, pero me parece que lo que dije o pensé fue que ella era todavía muy pequeña. Había sido culpa mía. Supongo que aún no habría llegado la hora. Tampoco valía la pena quebrarse la cabeza por eso. "Olvídalo", creo que me dijo Miguel. "Ella se lo pierde", comenté yo. Cuando llegaba disgustado a casa, creo que la mayor parte de las veces,. Buscaba tranquilizarme escribiendo. Así lo hacía y, después de escribirlo, se podía decir que ya había vuelto a la normalidad, tal vez después de un viaje. Así describía yo aquellos momentos.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tú estás...


- Tú estás…
en donde el sendero se cruza con el mío,
la pasión nos vence,
dulce batalla ganada

dos cuerpos se hablan
y se dejan arrastrar. Camino casto y valiente
camino y sueño…
camino,
sueño.

Senderos y esperanzas
escritos al azar,
anhelos.

Estamos juntos,
unidos por una maleza que nos devora por dentro
y a la vez nos llena
del más eterno de los deseos…
quizás hoy estemos juntos…
y lo sepas.

Yo el escritor el ser humano

- Yo te diría todo eso que siempre estuve enseñando.
Ahora tú has llegado a ser mis oídos y toda mi voluntad. Ya sabes que es este ambiente, siempre me lo querías recordar.
- Adelante!. Mañana está con nosotros. Como siempre, ya es otro. Yo no seré igual.
Era todo un revoltijo de ideas. Pero a él le gustaba. Siempre había sido lo que más le llamaba la atención. Y aquella sala le permitía combinar todos sus colores tan agradables, todos aquellos pensamientos tan variados que habían surgido para inventar. Allí se había liberado el duende siempre oculto de sus labios, el misterio abstracto de sus sentimientos.
Aquellas paredes no estaban solas. El había construido sobre la fantasía todo el conjunto de sus momentos para descansar. Y se entretenía con ellos.
No, aquellas paredes no estaban vacías. Siempre había soñado encontrarse allí, dar vueltas, intentar ver la realidad del mismo modo que la veía él.
- ¿Qué más puedo decirte?.
- Calla!. Sigue pensando.
Algo le decía que allí había alguien más. Aunque ya estuvieran las paredes enmohecidas por el vapor. No oía unas pisadas, por interiores y silenciosas que fueran, pero él sentía su presencia, incluso podía sentir sus movimientos.
Ya había empezado a imaginarse a aquel espíritu sin rostro ni aliento, aquellas palabras que no estaban escritas en ninguna parte, pero que él sentía como suyas. Era bueno hacerse amigo de la soledad…

- Ahora veo claros unos sentimientos tan silenciosos, ahora me parecen vivos, quisiera darles la libertad, porque siento que todos los días me harían falta. 
¿Sabes?, me gusta hablar contigo, aunque sepa que no existes. Creo que todo tiene significado en la vida si se vive en todo su amor.
En él describo un mundo de niño, lo que sentía entonces… empezaba a ilusionarme, a enamorarme. Lo titulé: "A él le gustaba ser como yo". Y era ese ser que latía conmigo, ese niño que estaba dentro de mí… Un camino que me empujó tres años.
Cuando retomé otra vez lo que había dejado atrás, pensé que había valido la pena. Pero otra vez me pilló a contrapié la realidad dura, cruel.

   La vida ya no es 3-II-1988
como antes, y siento como si me robaran
algo de muy dentro
de mí. El cielo
ya no es azul, ni claro, y en mi alma
siento la ausencia
de un amor
que lo ha dado todo por mí.
No veo sus ojos, eso
es lo que más me revienta. Que me quiten
el tesoro que le dio vida
a mi niñez.

   El amor dolido no siente 6-II-1988
del mundo. Ni espera, aunque haya recuerdos
que antes podían darle un sentido. Y hoy
le llega la hora de partir.
No hay caminos, aunque los árboles pasan
y apenas se ven, aunque las piedras
te molestan y se pegan a tus pies
las arenas sin sentido. Sé que corro, pero es muy adentro que el paisaje
tiene un nombre y un adiós
que se debilita. Quisiera escapar a decir que no hay
silencio, pero es tan profundo, vuelve a ser
de nuevo tan profundo
que escribo, escribo solo y apenas pienso en lo que pudo haber sucedido.

Queríamos hacer un grupo poético entre los tres, pero al final no fue posible. Pero a mí me ayudó, porque podía Pero a mí me ayudó, porque podía creer en lo que escribía y darle una imagen. Salía de casa, compartía otras inquietudes, y así lo que escribía fue tomando cuerpo. La lucha dejó de hacerse algo únicamente mío, algo que podía compartir, entender.
Ellos me ayudaron a salir de toda esa vorágine mental en la que me había metido, estaba conociendo el amor, comprendiéndolo también. Y todo empezó a tomar sentido a mediados del año 1990, 1991 y 1992: unos años bastante fructíferos.

Mi camino estuvo sembrado de guerras 27-VIII-1990
y de gritos
para llegar a ti. Fue difícil comprenderlo.
De tristezas y lamentos,
de caminos confusos
y de sangre. Mi camino estuvo quebrado
por el tiempo
y por el barro de los caminos. Y las guerras eran tan grandes
que nunca sabía
dónde iban a llegar. Mi camino estuvo lleno de pequeñeces
y de instantes deliciosos
que merecían la pena recordar
y escribir.

Muchas veces pude hacerlo. Yo era como tú,
errante y callejero, lleno de amor,
de alegría.
Como tú, esperanza
y sueño, siempre dispuesto a escuchar palabras
y a volar.
Hoy puedo, mar, hoy olvido mis tristezas
y me fijo en el blanco de tu aurora,
de tu orilla.
Hoy siento que puedo cruzar tu ternura                                        
y tu arrogancia,
por eso
me escapé del mundo un instante
y estoy ante ti.
Hoy mi libreta se ha hecho infinito.

No sé dónde leí que a los Escorpiones

les gustan más los amores por momentos que los monótonos. A esos amores por momentos, yo los entiendo por detalles felices. Si es así, creo que está en lo cierto y estoy de acuerdo con él, pero no así con el resto de la apreciación, amores monótonos lo considero aquél para toda la vida. No estoy de acuerdo porque quiero casarme, y me gustará ese amor pues yo lo iré llenando de detalles. Me parece que lo que más me gusta en este momento de mi vida es la música, y uno de los sueños más deseados que tengo es que cuando me case, procuraré tener una mujer que le guste, pues me agradará estar muchas tardes, todas ellas, sólo bailando, o pasar varias horas en una discoteca para bailar, agarrado por supuesto. Otros amigos los conocí porque iba con mi hermano a unas reuniones en Sabarís con dos Celso, del grupo de la J.U.M., un sacerdote. Iba con él, estaba de acuerdo con mucho de lo que decía, pero había muchas otras con las que no estaba. El dar un beso, ellos lo consideraban como un signo de atracción sexual. Si, podía ser verdad, pero yo no estaba de acuerdo. No sé, tal vez lo fuera pues muchas veces, cuando me ponía a recordar cosas para caer, el beso era casi una parte esencial. No sé quién me había dicho hace tiempo cómo se mordía. Tal vez lo que me había pasado en Murcia con Conchita, se repitió aquí al principio, cuando estudiaba en los Salesianos, con la hermana pequeña de Felipe. Espero que me perdone. Recuerdo que le quería a Sandra. Sandra era su hermana de diez u once años. Bueno, "le quería" no es la palabra adecuada, me gustaba hablar con ella, no sé si alguna vez le di un beso. Siempre guardaba con vergüenza todas esas ocasiones en las que me había desviado. Iba a ver a Felipe a un kiosko que tenía en la alameda por la tarde y, a las siete más o menos, llegaba ella.
  Bueno, sigamos con el relato del que hablaba. Aquella familia era pobre. A mí no me importaba eso, pero saltaba a la vista. Era una casa vieja de cosas viejas y revueltas, aunque parecía que aquello les era suficiente para irse manteniendo. El único que daba para vivir era Raúl, el mayor debía tener catorce o quince años. No sé dónde trabajaba, pero me dijo que ganaba sobre quince mil al mes. Su padre me parece que sería pescador. Tenía cara de ellos. La tercera, me imagino que por edad, se llamaba Lucy y marchaba durante casi todo el amo a estudiar a Santiago. Venía algunos días en las vacaciones. No sé cómo empezó, pero recuerdo que ella me dio un beso en los labios. No se podría decir en la boca, porque era un beso bastante inocente. Recuerdo muchos días, domingos que iba un momento hasta su casa, en que me sentaba con ella sobre las rodillas mías, y me daba muchos. Ahora recuerdo que cuando pasó con Conchita, también estaba delante Rocío, la penúltima, y se lo di a ella. Cuando estaba con Lucy, al menos una vez, estaba también Rocío.
  Otro día que llegué allí y se asomó Rocío a la ventana. No sé si estaban los demás, ni si le di un beso de aquéllos, pero sí sé que se lo di en el cuello. No veía nada de especial en eso, muchas veces me dije que no lo haría más, pero Lucy me dijo que a muchos otros solía dárselo de esa forma. Tal vez sucediera lo mismo con Conchi.
  Pero, ¿por qué había dicho te quiero?. ¡Bah!, era mejor olvidarlo, era un detalle más. Debió ser la televisión la que le había puesto de esa forma. Todas se enfadaron conmigo menos Lucy. Seguía yendo todos los domingos allí a veces con la excusa de hinchar la bicicleta. Pero aquella aventura no fue más que eso. Cuando marchó Luci, yo dejé de ir por una temporada. Un domingo, cuando iba a Ramallosa, me encontré con la madre en la parada del autobús, frente a la plaza, y me dijo que hacía mucho que no les visitaba. Y fui algún día, indirectamente; siempre preguntaba por Lucy.


lunes, 16 de mayo de 2011

Yo el escritor el ser humano

Si, me gustaba sentir, me gustaba ser niño. Aunque sólo fuera por soñar. Amigas, sueños, podía conocer, podía sentir, les escribía cartas, les mandaba versos, no era difícil escribir. Escribía por el camino, en la noche, a solas… podía sentirme reflejado en las palabras.
Me sensibilizaba ante la realidad sola, casi abandonada, la realidad que sufría quizás como yo.
Me sentía bien escribiendo, tapando de esta manera el dolor, empujándome también.

                          Místicamente 22-VIII-1983

Latiendo en cada naufragio
a punto de disolverse en el mar;
sin miedo, sin desilusión, sin
haber conocido la traición.
Un suspiro, un aliento invisible
existente en cada realidad.
El místico entorno de una palpitación olvidada
todavía musita tu nombre.
No quiere que desaparezcas de su presencia;
cogerte, estrecharte en sus brazos,
quiere llevarte en alma con ella.
Aquellos silencios entregados por tus manos al vacío
volverán
para agradecerte el haberles enseñado la soledad.
Y tú, secreta e íntimamente,
seguirás viviendo en cada obra.

Ya cada poema estaba tomando una imagen concreta, y eso me alegraba: no era yo quien escribía a través del papel, era mi alma la que latía de esa manera. Y había algo más: me hablaban también a mí. José Ramón me animaba a que siguiese así, siempre me decía que podía hacerlo mejor. Y Raúl también. Aunque todavía miraba el camino muy lejano.

                                    Libre, como las aves
Decid de mí lo que queráis.
Yo soy como soy, porque así no soy un proyecto
de nadie ni el reflejo de un hombre
fracasado.
Soy así porque mi corazón
me mueve a ser así. No quiero ser
lo que los demás quieren que sea.
Ya sé que no invento nada nuevo,
que todo está descubierto antes que yo.
Pero sé también
que si la vida me impulsara
a crear un nuevo camino
que pudiesen seguir otros luego,
os ganaría, pues mi mente
está llena de secretos
que vosotros no conocéis.
No quiero ser vuestro emblema
porque soy libre.
Libre, para volar.

La vida empezó a ser lucha, ¡si yo pudiera transmitirla!. Debía luchar yo, convencerme que podía, aunque no fuera sencillo convencer al mundo. Debía romper con mi ayer, un ayer que me había arrastrado hasta donde estaba ahora y que me llevaba… No, dejarme llevar no, sentía el peso de los años: podía hacerlo. La vida debía ser algo más, podías ser algo más… y yo era vida, como todos los que había a mi alrededor. No sabía quién se oponía a mí, quién ponía trabas en lugar de horizontes.
                                       Fuerte contra ti
Me siento fuerte contra todo.
Menos contra ti
que eres el principio y el fin del mundo.
Y eres la verdad
y un reino en mi mente
y en la tuya.
Fuerte contra ti
como todo lo que invades cuando susurras, pero no contra tu silencio
ni tu destino.
Porque hoy me he levantado distinto
a como era ayer,
hoy todo es diferente
y es mío. Me puedo vencer
si pronuncio tu nombre
o tú si me reconoces
podrás hacerme débil.

Llegado a este punto, me gustaría que me permitiesen hacer un alto en el camino. Y no es que me distraiga, no, "digo un alto en el camino" porque por aquel tiempo empecé un trabajo de verano en un puesto de helados. Sería algo diferente, sería un trabajo por fin. Y llegó el primer día y pronto me di cuenta que debía buscar algo más que hacer, algo que escribir… pero era cierto que tenía que ser algo diferente, pues había conocido a unos chicos en Bayona que también tenían inquietudes por escribir, y me estaban haciendo ver que muchas veces escribía poemas muy simples, muy de amor, de amigas… y seguro que podía hacerlo mejor.
Ahora me gustaría leerles el comienzo del relato que allí empecé a escribir.

A él tal vez le gustaba ser como yo:
Algo borracho, embebiéndose continuamente en todo lo que hacía, de aquí para allá.
Y quedaba ensimismado; aquello le conducía a otros lugares, a otros pasados.
No podía olvidarlos, quisiera dejar aquella pesadilla, pero sólo estaba él en la habitación.
- ¿Te acuerdas de aquellos días al calor de las palabras?. Nunca podrás sentirte solo.
- Si, claro que lo recuerdo. No lo podré olvidar. Además, siempre lo llevo conmigo, en cada paso, en cada mirada. Queda su sombra en cada huella. Conmigo él sabe que siempre existirá alguien a quien le gusta oír sus viejas aventuras.
- ¿Quién eres tú?. La sombra de mis manos en las paredes quiere sentir tu belleza.
- No sé. Soy tú mismo. Inventando historias, como tanto te gustaba. No un payaso aburrido que vaga siempre a donde quiera que va. Soy ese rostro que siempre te encontraba, esa sombra que te seguía, siempre supe que te iba a encontrar.
Era él, sin duda, cómo hubiera podido olvidarse de todo aquel ayer. Lo poseía, lo llevaba arraigado en la sangre. Siempre sabía a dónde viajar. Cruzaba bosques, caminos, no estaba lejos. Detrás de cada monte emanaban de su corazón partículas de esperanza. Entre todas formaban a sus pies una inmensa alfombra donde iba a discurrir su paisaje.
-¿Te acuerdas?. Eramos nosotros dos. Solos tú y yo. Me gustaría descorrer tantas cosas del pasado… como tú. Me gustaría lograr todo eso que siempre fue una ilusión.
- Ahora estoy solo. Todo es mío. No, no me hagas vacilar.
Era él. La habitación no sabía de qué hablarle. Había quedado muda. Sólo admiraba su entorno.

Para decir lo que siento


Para decir lo que siento
me basta besarte los labios,
para sentir lo que digo sólo mirarme…
en tus ojos

para volar como una cometa
me basta abrazarte,
desgarrarme en tus brazos,

pero hay un silencio que no entiendo cuando toco tus manos y siento la ausencia
y, perdido entre las rejas del pasado, intento reconducir mi alma
hasta la mar que dejaste sobre mi lecho


- tibio en la alborada,
cuando despierte del frio olvido
que recorre mi alma, como mi corazón su existencia,
cuando el olvido se haya vuelto esperanza.

Nuestras manos ya lo dijeron todo,
nuestros labios...
nuestras pieles ya todo lo dijeron;
pero aún siento amor cada vez que me rozas,
cada vez que el más diminuto poro de tu piel se posa sobre mi cuerpo
y me hace sentir escalofrío.


No lo hemos olvidado todo.
Te extraño
y te quiero también...
tal vez el tiempo nos diga
lo que nunca hemos sabido descubrir...
por nosotros mismos,
ocultos en el desierto.

No fue sólo en aquel momento

cuando había oído eso. Mucho tiempo atrás había empezado a oírlo, incluso habían tenido alguna riña con mi hermano. Pero yo no era como ellos, y no quería ser así. Cuando llegaron las Navidades, ella me dijo que ya se lo podía dar. Aquellas palabras me sonaron muy bien. Era lo que yo había estado esperando.
Un poco más abajo del convento de Vilariño, vivía un amigo de Quico, Suso, con siete hermanos, seis de los cuales eran chicas. Eran más pequeñas que yo, la mayor creo que tenía quince años. Me gustaban los niños. No sé si era para olvidar aquellos años o para sentirme querido. Lo cierto era que cada vez era más tímido y no quería volver a ser como antes en ese tema. Muchas veces me había parado a preguntar por qué lo hacía, y no sabía contestarme, pero odiaba el día en que lo conocí y aquella soledad que me hizo refugiarme en él. No sé si en el fondo me agradaría poder volver a aquellos tiempos. No lo quería, era mi mayor quebradero de cabeza, quería que me lo hiciesen olvidar, pero ya se había convertido en una lucha a vida o muerte, y uno de los dos tenía que retirarse. Yo quería que todos me ayudasen a acabar con él.
La verdad es que me mostraba muy reacio a pedir un beso, siempre temía que me dijesen que no, por eso buscaba a las amigas. Conchita, un día que fue sola a Vilariño, siempre iba con alguien, aquel día no me acuerdo muy bien si fue sola o los demás se marcharon. Cuando terminó la catequesis, creo que fue entonces, le dije que viniera a dictarme un poema que había escrito para pasarlo a limpio. Yo me senté y ella se puso a mi lado. Me dijo: "Cierra los ojos". Creo que en aquel momento pensé en un regalo. Y los cerré. Entonces me dio un beso en los labios, diciendo: "te quiero". Yo siempre había considerado ese tema como un plano secundario: llegaría la edad. Tal vez pensaba que sería el tiempo quien me la traería. Y, en un segundo, quizás me imaginé que sería aquél el momento. No me fijé en quién pronunciaba aquellas palabras. Yo también lo dije. Y se lo di. Nos dimos varios. Después ella se retiró a otro sitio y yo terminé el poema. Reconozco que en aquel momento tenía ganas de meterle las manos por debajo de las faldas, supongo que estaba atontado por la televisión, pero una fuerza me retuvo.
Tal vez el estar en el convento, pero creo más bien que Dios me permitió dominarme. Si lo hubiera hecho, me hubiese convertido en un esclavo de ese recuerdo, como tantas veces lo era y aún lo soy de muchos otros. Después se marchó. No sé por qué aquello me lo creí y al domingo siguiente, cuando le vi, le pregunté si me seguía queriendo y ella me dijo que no.


martes, 10 de mayo de 2011

El aroma y la esencia de nuestro amanecer


El aroma y la esencia de nuestro amanecer
está en el aire que respiro y en el viento que me abraza
embriagándome de ti;
me bañan las sonoras aguas de tus labios,

- despacio, mi bien,
hoy me confunden esas luces asonantes
que estallan sobre mi cara
y tú eres la única luz que miro… sobre el sendero;
la que hoy quiero ver.

... camino llano y ardiente
donde el sendero se cruza con nosotros, tomando un sentido
en el cual la pasión nos vence,
dulce batalla ganada,
donde dos cuerpos se contagian

- y se arrastran sin sentir. Camino casto y valiente,
camino casto,
valiente.

Camino y sueño,
senderos y esperanzas
donde se mezclan las fantasías;

- estamos juntos, unidos por una maleza
que nos devora por dentro
y a la vez nos llena del más eterno de los anhelos
estamos juntos,
camino viejo.

.... Fuentes de mi vida son tus besos,
resplandor es tu mirada
malestar en mi pecho,
calor en tus labios

- pasión de deseos
y vida;
un fuego que se despierta entre tu espalda y la mía.

- Desnúdate… me inundan por dentro las fuentes de vida que me entregas mientras duermes.
Y en tu pecho la estrella de mi azahar:
la que miro a través de ti…
y en mi pecho una estrella que me deslumbra.

- en tu mirada está la esencia,
brillo denso que me das
recogiendo en cada instante
una luz desprendedora:
     este amanecer.

Podría entrar hasta lo más hondo de ella a través de ti
y a través de toda esta pasión que nos envuelve…
sabiendo que dentro de ti estoy yo

y dentro de mí.... tu alma;
inundándome de tu voz blanca,
de tu voz.

No me era muy difícil escribir

y eso me hacía sentir muy bien. Aprendía a escapar del mundo y de sus dolores, aprendía a demostrar que quería ser normal.
Aunque seguía siendo un niño…

                            Sueños infantiles.

Anoche vi una estrella
del universo bajar,
y tanto me fue a gustar
que me acerqué para verla.
Tan cerca me aproximé
que pude ver lo que era:
Era un arcángel de cera
de un color como la miel.
Angelito, angelito,
en mal momento has bajado,
el hombre está obsesionado…
sólo hay llantos y sólo hay gritos.
Todo sufre, todo calla
porque no puede gritar.
No te vayan a matar
por no seguir a la raya.
Y este juego peligroso
continúa y no se para.
Continúa la algazara…
siempre manda el poderoso.

  Y fue a finales del año 1978 cuando quise introducir un cambio en lo que escribía. Había estado escuchando que la poesía que se escribía estaba dejando a un lado la rima, que no la abandonaba del todo, pero si que ya no se sujetaba tanto a los cánones clásicos. Y quería intentarlo, pues la métrica, la medida… eso a veces me confundía. La realidad me presentaba muchas identidades diferentes, quería hablar de ellas. Y me llamaron la atención los fuegos continuos cada verano.
                                          Un incendio. 3-X-1981

  Alerta!. Humo en el bosque.
Humo entre los verdes pañales de un monte.
Gallego. Es fuego!- gritan.
Es fuego. El gran señor del manto rojo
se levanta amenazante.
Y nace arrasador,
sepultador y carnicero.
Ese cruel destino de Galicia
amenaza, tempestuoso, su destrucción
El paisaje se rompe.
El campo deja su expresionismo a un lado,
porque muere.
Galicia pierde un hijo.
Ella le cuida.
Ella le baña.
Ella le viste.
Y, ahora, la abandona.
Ayúdame!. Aún podemos evitarlo.
Agua!. Sólo un cubo!.
Un riego del corazón que surge.
Galicia muere.
Su gigantesco manto verde
va dejando de existir.
Galicia pierde su campo.
Galicia se va, y yo
me voy con ella.

Me sentía importante, lo que estaba escribiendo me daba vida, aunque me siguiese sintiendo fuera de la realidad; el atropello, la pierna defectuosa, casi un inútil… la misma realidad a veces me lo echaba en cara y yo no sabía contestar, no podía detenerla.
Me refugié en lo que escribía y empecé a hablar de sentimientos: ya no era la realidad a mi alrededor, era lo que sentía lo que debía proteger, parecía como si a nadie le importasen… pero a mí si.

                                    El amor 11-II-1982
Silencio!. No hables.
Pongámonos a meditar.
A recordar nuestra infancia,
olvidar nuestra ignorancia
y a volver a amar.

  Piensa!. ¿Qué hemos hecho?.
¿Cuál es nuestra verdad?.
Si nos ponemos a andar,
empecemos a recordar.
  
  Ahora!. Hablemos de nuestras cosas
para conocernos mejor,
cavemos nuestra misma fosa
y encontraremos el amor.

Ya había empezado a pensar en transmitir, en crearme un mundo, en darle una forma… y eso era algo que me atraía mucho, aunque siempre tuviese que volver a la realidad con dolor, con soledad, aunque nada cambiase.

                         Ella                             26-II-82
Verdes son sus ojos
cuando, refrescantes, brillan bajo el sol,
se vuelven hermosos,
brillantes de gozo
ante la mirada del ruiseñor.
El ave le canta
las alegrías de poder vivir,
y saluda el ara
de los ríos plata
y de las fuentes color de añil.
Sonríe la mañana
y muestra su delicado color,
a su bella casa,
al claro del agua,
en un rumor de tibio resplandor.

Ella era la amiga, el sueño, todo mi alrededor. Ella era la naturaleza, la vida: estaba despertando un sentimiento especial en mí. Ella podía ser mi alma. Y los poemas podían ser una manera de hablar con ella. Iba a ser difícil escaparse de un mundo que a veces era muy cruel y muy superior a ti, pero ése era un camino y no me gustaría dejarlo a medias: ya me había enseñado a sufrir.

                           Viviré de mayor             11-III-1982
De mayor viviré de mi sangre
y de mi trabajo, sin espacio
ni silencio que me impidan llegar
a la meta que me llama.
No sé si resucitaré
de entre las entrañas de la noche,
pero si sé que mi alma
ganará la libertad que busca
y, hoy, no alcanza
... porque es libre.
Matará con espadas las sombras
que no le dejan respirar
y saltará las piedras
que le entorpecen la mirada.
A pasos agigantados
cruzará el salón del tormento
y se dormirá en las sombras del recuerdo,
las burbujas de la niñez
que pasan sin respirar,
porque brotan del amor.
Son burbujas de papel
que mueren en el mundo
y quedan pegadas en el mural del olvido.

Parecía que había andado casi la mitad de la vida.