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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



miércoles, 23 de enero de 2013

Llamé a Pily, al final me decidí.


 Ya viste el poema que escribí pensando en ella. “la vida sólo pasa una vez entre mis manos”, el que era así. Estaba enfadada, eso era claro. Antes de llamarle, quise hacer uno, pero sólo me salieron unas preguntas. ¿Por qué no me dices que te enfadaste conmigo?. ¿Por qué no me dejas seguir siendo feliz en los sueños?. ¿Sabes cómo me dejaste a mí?. No sé por qué me hiciste eso y me parece que tú tampoco me lo quieres decir. Le llamé y me dijo que no lo estaba, hasta me preguntó si quería que me escribiese. Ella sí quería. Lo que no entiendo es si puedo darle la impresión a alguna amiga que quiero dejarle de escribir. Quedó para llamarme la próxima semana.   Igual ayer cuando quise llevarle el regalo a Loli. Se lo di, pero cuando quise decirle lo del beso, me di cuenta que estaba Rita delante y a lo más que pude decirle es lo que me había prometido. Pero Loli empezó a decir que ella nunca promete nada y yo me tuve que tragar todas las ganas. ¡Qué mal sabor dejaron!.
  Estoy ahora solo, ya vacié las cajas y estoy oyendo la cinta. Conchi va a subir todo. Como Mariora no viene, espero que mi padre tampoco. Dijo que iba a llamar para que Quico preparase algo. Voy a salir a comer alguna nuez. Tengo ganas de escribirle, pero no sé qué pondría. Es muy difícil definir qué es lo que querría. Hay veces que digo: Me gustaría estar aquí siempre, y hay muchos sitios que ya oyeron esa palabra.
  Ahora estoy escuchando la cinta y estoy bien. O escribiendo. Supongo que esta tarde cogeré nueces y veré el encuentro de baloncesto. Me gustó hablar con Pily, por ejemplo. Espero no haber gastado mucho. Vuela todo. Aire hay por todos sitios. Tan cerca de nosotros, que a veces produce espanto. Incluso dentro hay aire almacenado: ése supongo que será el más libre de cuantos existen. Cada vez que decimos que nos falta aire, él mismo nos está ayudando a sobrevivir. Sólo un poco da sentido a una capacidad inmensa de fantasías, ellas le dan el poder de volar. Ese algo que se transmitió de padres a hijos y ahora a su lado seremos capaces de transmitirlo sabiamente.
  Mariora y mi padre llegan tarde. Quico y yo comemos. Tenía ganas de recibir la carta de Pily. No sé cómo pudo suponerse que yo no quería que me escribiese. Estos días que papá quería que colocase y recogiese las manzanas, puede que me lo dijese por la lluvia de hoy.
  Puede, si, pero ¿por qué no decirlo?: ¿Y por qué, también, no decirme algo entonces?. ¿Está prohibido?. Tal vez yo las recogería más contento. No hay mucho diálogo, no, pero no me importa mucho. Parece como si no estuviese volcado en él tanto. Llegó mamá y Quico me dijo que le fuese a abrir la puerta, me avisó. Y fui. Me mojé, pero no importa. Me dijo que le fuese a buscar un mandil al fallado. Y ahí la fastidiamos, porque no tenía ni idea. Tres o cuatro minutos después bajé con una bata, y me dijo que lo dejase. Como me dijo Víctor en el hotel el primer día, cuando estábamos él y yo solos, había alguien a quien puede no interesarle que vaya yo con ellos a contarle lo bien que lo pasé, que les caiga plomo eso. Y eso es verdad, no me había dado cuenta, nunca me importó, pero pienso que también hay que tenerlo presente. Él me dijo, es como si hiciese un poco el tonto a propósito y creo que lo que no me acuerdo que dijo sobre mí iba en esa línea.
  Quedaba un plátano pasado en la nevera. Quico me dijo que lo tomase en la comida. Yo le respondí que podía quererlo Mariora pues también le gustaba. Estaba bastante pasado, pero no estaba malo. Cuando termino el encuentro y vino mi padre, le dije a Mariora si lo quería. Y él dijo: “Si lo hay, tómatelo”. Lo tomé, pero no era eso lo que quería preguntar. Ahora es Mariora, jo. llegué a la cocina y me dijo: ¿Quieres natillas?. Debí decir que no. Pero dije que si. “Después no te levantes por la noche para comer ya que no cenaste”.
   No, no cené. Sólo estaban Mariora y mi padre y tuve miedo: volví a tenerlo. No sé qué pasó. Había una taza y dos cuenquitos. La taza no tenía canela, pero estaba más llena. Cogí uno de ellos, al final no era. Se enfadó. Para otra vez no tomo. Siempre escapo de hacer algo de lo que me diga alguien mal, pero ya ves. Elegí mal. Siempre elijo mal. Pues no tomo nada y se acabó. Menos mal que por la mañana puedo grabar tranquilo. Estaba convencido de que ahora podría marchar todo bien. 


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