Como flecha de sangre
me hiere su mirada
cuando se clava dentro de mí.
Sus dedos de plata
han dejado secar ya los pétalos
de mis hojas.
He visto tantos atardeceres grises
semejantes al de hoy…
acostada sobre la arena de la calle,
fundida en sombras.
Tal vez no pueda soñar,
tal vez no deba, mi ventana
se ha hecho tan grande como el universo
que muere a mis pies.
Hay rosas en el camino,
encarnadas,
que me dicen que el hoy existe.
Hurgo en el fondo de la maleza
un sueño
donde no hay, no hay sueños,
como flecha cautiva
ya no creo en el ayer.
Lentamente se ha ido
la imagen del amanecer que había en mis
ojos
y el miedo es el mundo,
sólo el miedo.
Mis manos blancas
recogen el viento
que aún permanece pegado a las piedras del
camino
y no me rindo,
no puedo rendirme.
Como flechas en sangre
me hieren sus miradas
cuando estallan sobre mí.
2008
Guau se siente la fuerza y la intensidad de tus palabras.
ResponderEliminarBellísimas las palabras acompañadas de esta sugestiva imagen.
ResponderEliminarUn cariño para vos!
R.P.
És tão intensa Beijos Paull
ResponderEliminarNunca nos debemos rendir... Tus manos tienen muchas más cosas que vientos que se escurren entre ellas, tus manos tienen tu mismo corazón.
ResponderEliminar¡Qué bello poema! Fuerte pero a la vez cálido.
Besotes Jean.
Gracias,Liliana. Aprovecho para saludarte y saludar también a todos cuantos comparten nuestros mismos sueños. Es muy hermoso pensar que las palabras, que antes de pronunciarlas son sólo palabras, pueden llegar a convertirse en la más intensa unión entre muchas personas.
ResponderEliminarCon esta poesía podemos realmente hurgar dentro de nosotros mismos para intentar discernir, como dice un amigo, los paisajes internos. Buscar una intuición, una primera sorpresa. Ese primer avistamiento ha sido del todo grato. Las imágenes se sustancian y son realmente evocadoras.
ResponderEliminarlobezno