Una llama al rojo vivo
arde dentro de mí,
pero
no tiene fuerza,
ni forma. Una llama me hiere
desde dentro.
Y a cualquier
figura
fuera de mí la
calma,
la duerme,
pero no la
silencia. No puede.
Una llama al rojo
vivo
me domina
desde su torre de
zafiro:
me seduce.
Hechicera llama que no respeta tus entrañas...
ResponderEliminarPrecioso y lánguido poema, a mí también me seduce, como tu llama.
Muchos cariños, amiga.
Muy intenso tu post cuídate mucho hasta pronto.
ResponderEliminarEsa llama interior que nos quema, nos seduce y transforma en hoguera, aunque lo externo sea solo escarcha...
ResponderEliminarUn beso inmenso.
Marìa Laura.
Recuerdo esa llama: Era algo así como unos pimientos de Padrón picantes y deliciosos a los que seguía un buen Albariño. Tú sintetizas todos estos candores culinarios en tu inmensa poesía de cocinar sentimientos a llama viva.
ResponderEliminarlobezno
Una llama que refleja el fuego de nuestras inquietudes, Liliana. Está ahí y también es parte nuestra: nos contagia, nos abriga. Gracias por compartirla
ResponderEliminarJonathán, I am me dejó al frente de este barco, espero tener la fuerza que tenía ella para conduciros por este mar de sueños
ResponderEliminarEsencia, es cierto lo que dices. Y es que el exterior es muy diminuto si lo comparamos con la belleza que guarda dentro, pero sa la vez que diminuto es una belleza y un misterio
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