Esta noche sentí un gatito
gruñar en mis labios,
no pude evitarlo
lo abracé con fuerza
y mi cuerpo mudo
ansiaba su piel.
Rocé su boca
y destiló miel,
me arrastró la pasión
solo movió sus labios
que de a poco
provocaba
un intenso placer.
Sus dedos
se entrelazaron
en mis cabellos
y de mi garganta
brotó un sonido
que me dejó sin
aliento.
El preguntó:
Me deseas?
Cómo puedes dudarlo?
pregunté tiernamente,
me atrajo hacia si
con suma suavidad
ignorando
mi débil resistencia.
Su boca cubrió mi
cuerpo
mi vientre se
estremeció
quise detenerlo...
y entonces
sus manos avanzaron
en su exploración.
Sus labios
me silenciaron
una intensa agitación
reverberó en todo mi
ser,
me tomó del cuello
e hizo una pausa
para contemplar
el fuego de su mirada.
El no dejó de mirarme
solo quería comprobar
si estaba preparada
para recibirle.
Me besó una y otra
vez,
calló mi boca
y no me dejó hablar,
solo pronunció:
No me ocultes tu
belleza
dejé de lado mi pudor
y olvidé mi timidez.
Tócame gatito,
el temor retornó
me abrazó con ternura
sostuvo mi rostro
y en un intenso placer
escuché su voz:
te amo!
Le voy a decir a mi novia que no duerma con "gatitos", y menos con los que hablan entre ronroneos y te insinúan su amor.
ResponderEliminarEl amor tiene en el pelo una suavidad de gato, sino fuera por los pelos que se arrancan para ti. El mundo de la sensualidad de Mary Bell; ¿quién no ha tenido alguna vez gatos en la casa?. Su voz de gato o su voz de caimán... con los ojos cerrados siempre se difuminan las imágenes
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