Escarbo tus carnes
buscando
lo que no he hallado
en mí.
Me adentro en tu ser
mojado
para perderme y ser
feliz.
Cuántos besos te he
dado,
cuántas caricias sin
fin.
En tus pechos he
encontrado
la savia que me hace vivir.
Siempre te amado es
cierto,
como lo hiciera Caín.
Besos de sangre
heridos,
deseándote hasta
morir.
Penetro tu ser y
ahogo,
aferrado fuerte a tu
crin.
Montando auroras de
oro,
por tu fuego hasta
bruñir.
Siempre buscamos la alegoría dorada de la carne, y después de la carne la muerte en sus alas.
ResponderEliminarLa carne es falsa: nos hace desearla hasta un extremo y después se ríe de que nos colguemos de una fantasía. El amor de la nube no es amor hasta que se derrite en copos de lluvia, así la imagen venerada se transforma: es nuestra manera de seguir creciendo. Sólo cuando ves a la mujer con ojos limpios comprendes el fuego que habías sentido hasta ahora. La mujer es huérfana de padre y de madre, por eso es libre. Cuando comprendes la libertad te acercas a ella.
ResponderEliminarla palabra dice más falsedades que la carne y una opinión es como hacerlo con una mujerzuela.
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