Yo estaba sentado en una mesa solo. Y deseaba que
llegasen ellas y se pusieran allí. Llegaron, ellas y Poli. Hacía el penúltimo
poema y en la felicidad se lo dije. Mi último verso hablaba de vosotras y ahora
al parecer me lo apagasteis. En esto que contestó alterada Teresa: “Siempre con
los poemas”. Yo me sentí abatido.
Después me dijo que me pusiese con Javier que
estaba solo en una mesa y se puso luego blando. Ayer por la noche me dijo que
acompañase igual a Poli y también se pasó él.
Todos pueden instituir lágrimas
en el espacio, pero no con el sentido
que les puedo dar yo.
Había un hueco vacío
en mi alma y tú
lo llenaste.
En aquel instante
sólo tú lo podías llenar
como la semilla ideal
que me daba la vida.
Fuiste quien llenaba mi sentimiento
mientras contemplaba sus ojos, melodía
de creación eterna.
Creo que te cruzaste en mi camino
así, desnuda.
Fuiste mi todo
en aquel instante.
Y sé que encontraré ese recuerdo
que faltó desde siempre
para llenar mi corazón.
Allí estábamos
los dos: una melodía
en mi mente, tan profunda
y clara, yo no sé
qué es lo que nació
entonces. Pero tuvo que ser hermoso si estabas tú
conmigo.
Eran dos voces
Inocentes y una sola a la vez, el alma
parecía hablar
en tantas voces diferentes,
sólo estábamos
tú y yo.
- ¿Por qué no hablamos un rato?, ¿por qué no pensamos
por ejemplo que tu amor ya se ha cruzado en tu camino?.
- Sabes que me gustaría, pero ya ves: solo.
- ¿Por qué no pensamos que él no te dejará estar
tanto tiempo estregándole soledad a las melodías que fluyen a tu alrededor?.
¡Vete!, viniste con la ilusión: es falsa, ya lo ves.
- No sé, son menos en el vacío en un mundo de
felicidad.
- No lo creas, ya ves que así no vas a ningún
lado. Aquí no ves.
¿Ves?, la luz ha venido a animarte. El dolor pasará,
ya sabes que es nuestro secreto.
- Jo, me dejas solo. Dime tú algo.
- ¿Qué quieres que te diga?. Ya sabes que la
ilusión que cae en picado no sabe regresar. Te enfadabas con todas ellas, ¿no?.
¿Es que no sabes que la felicidad está en ti?.
- Mira, Begoña dijo que cuando quiera, bailo. Un
rábano. Jo, se van las canciones. Mira, baila solo. Si. Ya ves, ¿qué tal?. Un
beso, Antonia, al principio me extrañó que no quisiera bailar. Me lo dijo, el
por qué. No era tarde.
Ya estoy de vuelta. No son Teresa y Begoña como
me las imaginé en un principio. Estuvo casi siempre con un señor de muletas
igual que ella. “Me enfadé por no bailar”, decía.
Tú no tienes mirada, pero tus ojos
abarcan mucha más realidad
que los nuestros.
Tú tienes esa suave ola
que mece las barcas
cuando las encuentra
en su corazón.
Tienes esa luz
que ondulea entre las montañas
al amanecer
cada primavera, sabiendo
que vas a aportar
tu pequeña semilla.
No te oscurezcas, es precioso pensar
que tus ojos
van al compás del aire,
que la vida necesita del color
cuando te esté escuchando.
Es precioso imaginarse
ese corazón, aunque nunca
llegue a descubrirse
el por qué nació tan bello. Pensar
que vino
para encontrarnos a todos
unidos
bajo su luz.
Y necesitamos ese gran secreto, sólo tú
sabes
cuál es la clave del mundo.
Mañana sale Loli en el recreo. Fue Begoña y no
Teresa. Y dentro de la broma le dije que le faltaba seriedad. Creo que hubo
algo más, porque ese diálogo acabó en discusión. Se enfadó, y yo también.
Para el viernes iría Bego y Loli, me iba a dar igual
bailar con ella.
Ahora pensé en pedirle perdón, creo que sería
malo, no debería echarme atrás, aunque creo que lo haré sin mostrar una clara
redención. Otra vez el miedo… Ya vuelvo a ser el de antes. Mañana le daré la
carta a Bego. Me encontré a Feli. Creo que es un problema lo de que me
encuentre todos los días. Habrá días en que no pueda, ni yo tampoco. Incluso al
llegar al bar a beber le dije que no quería nada. Ya me enfadó al mediodía:
esperaba a las chicas, hasta que pasó a las dos y diez un señor que me conocía.
Iban dos hablando. Me aburría. Pensaba en ellas.
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