Ya salió.
Jo, pero qué solo me encuentro, ¿no?. Bajones
de moral, como tantas veces. Bueno, quedé en entregarle una carta a Begoña, voy
a terminarla. La rompí, le escribo mañana.
No va Berto a Santander. A él le desanima. Y me
molesta. Sólo el saber que no va a ir Teresa me levanta el ánimo. Me meto con
él diciéndole algo de que vaya Begoña, pero a mí quien me gusta es Teresa. F
alta que le guste yo a ella, ¿no?. También me animó un poco el que le ayudé a
María a ir al coche, le quise coger en brazos, al hombro, en prueba de cariño
te había gustado el que dijese aquellas palabras, pero me dijo que sólo le
cogiera de los brazos. Bueno, pero le ayudé. Ya sabe que cuenta conmigo. Tenía
miedo que me viese como alguien al que le gusta más hablar con chicas de ese
otro tipo. Ahora, a esperar el próximo día veinte.
No pude escribirle a Bego. Jo, media hora más,
para buscar un estanco en donde tuvieran sellos. Y ahora llueve. Pero yo estoy
al abrigo de este bajo. Salpica un poco. Espero que venga Teresa. Puede
animarme un poco.
- ¡Qué soñador!, ¿ya te olvidas de Loli?.
- Si, es verdad, me había olvidado. Por eso tengo que
seguir esperando… Le envié la carta a Ana, pero guardé la postal sin decirle
nada. Me olvidé. Jo, ¿qué busca?. Le echaré la culpa a Begoña (ji,ji,ji). Jo,
el viaje sin Humberto se va a hacer aburrido. ¿Y si no le gusto a Teresa?. ¿Y
si todo son fantasías?. La tendré de compañera, pero es ese algo más el que me
mueve a depositar la esperanza en ella. Como tenía pensado en el coche. Si se
tiene ilusión siempre es maravilloso soñar.
No se me enfría la mano. Bueno, llueve pero no
hace tanto frío. ¡Que viniera Teresa, para decirle si quería salir por las
noches en Santander!. Aunque Begoña, no. ¿Cómo decirle a Teresa que ya me gusta
más que antes?.
Me parece que esperando.
- ¿No voy a poder decirle un poquito?. Una
ilusión sin defensa no es nada.
- Tiene la vida, ¿no?. Aún te quedan muchos
pequeños trocitos ilusionados.
- Bueno, es verdad. Pero en todos falto yo.
- Faltas tú porque quieres…
- Jo, no me pongas todo tan cuesta arriba. Esa
falta, no soy yo el culpable, es un periodo dormido. Anda, no le eches la culpa
a él. Llegó la profesora. Y los niños, y las madres. La vida me llama.
- ¡Olvídalo!. Hubo un problema. Ya pasó. Estoy viendo
baloncesto y el equipo gana, así que prefiero olvidar.
Porque voy a Santander, por eso ahorro. Si van
a salir Teresa y Begoña por la noche. Por quitarme las gafas me dieron un beso.
Me cogieron tres chicas en un coche. Me animé por eso. Una de ellas me conocía,
dijo que estaba guay, ¿será verdad?. A ver si le encuentro dentro de dos
domingos en la disco. Me había visto allí. A ver si no lo fastidio. El que Pily
no me dé un beso en la boca es un alivio, ¿no?. Podía dañarle. Y en el recreo
fueron los niños a buscarme para jugar un rato. Él pensó que a partir de ahora
voy a cambiar, es precioso. No soy un creído, no. Alguien me dijo que en mí no
concebía el plan de gamberrismo de meterme por las noches con Teresa y Begoña,
que parezco un niño. No me ve capaz. Se tiene ilusión de ir a una discoteca. Y
ya le hablé de los besos, ¿no?. ¡Qué más quiero!. Si encuentro a Felipe le diré
que me deje a las nueve y cuarto. Vi pasar a Guadi, pero no le dije nada. Vive
allí cerca. El caso es que vio una foto mía y me considero feo, sin embargo
puede ser sólo un fingir, pero me parece un fingir maravilloso. El sábado
llegará de otra forma, el día llegará de otra manera, contigo. El día amanecerá
con la esperanza de encontrarte y te hallará dispuesta a dejarlo todo por ella.
También empezó la riña porque había llevado
ocho manzanas, pero le contesté que al final sólo llevé tres. Y por que hiciera
cestos. No le pude decir nada, pero le diría que por la tarde tengo que
encender la luz, que ya no se ve.
Bueno, olvídalo, ya pasó. Piensa en
Santander, en Marisa la chica del coche. Te gustaba, ¿verdad?.
Me da pena porque ahora cada vez que hable con
ella ya no será el mismo como de antes, desconfiado pero conservador.
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