Ayer por la noche tuve un tropiezo con mi madre. Por la
tarde tenía ropa a secar y me dijo que me pondría un niki que había allí. Al
llegar la noche, cuando iba a empezar un programa, una película que le gustaba
a ella, le pregunté si lo había planchado. Y, como siempre hace, se levantó y dijo
que me lo iba a planchar. Eso enfurecía a mi padre. No comprendí por qué hacía
eso, podía hacerlo Quico. Todavía me lo sigo preguntando. Al ir con ella al
fallado, al estar allí, me decía lo de siempre: No esperes a nadie, todos se
irán, como no te líes con Lourdes. Bueno, ya sabía pasar. En un momento, se me
escapó una palabra, no sé cuál, pensó que era "bueno". Me ofendió más
una riña que tuve por la noche con Quico. Cuando se acostó, encendió la luz de
la mesilla para leer. Tenía puesta una cinta. Yo, con miedo, porque si me pongo
a leer suele apagar la luz, cogí las gafas y una libreta. No hizo ningún
movimiento extraño y eso me alegró. Pasaron dos canciones y le dije si la cinta
era mía. "No", no me importó, porque yo se la iba a dejar de todos
modos. Me dijo: "Malena me grabó la cinta tuya en una para mí, pídesela a
Malena". Y yo eso se lo creí, pero (había apagado la luz) seguía corriendo
la cinta y recordé que un día me había pedido una cinta por la canción:
"devuélveme a esa chica" y era ésa. Por lo tanto, era mía.
Pero, ¿por qué me mintió?. "Lo mío todo también es tuyo. Ahí lo tienes,
puedes cogerlo cuando quieras. Excepto el dinero, todo está a la vista. Pero,
¿por qué te pones así?". Pasé un rato buscando la respuesta. Después me dormí.
Hoy, cuando me levanté, fui a ver el aparato y era mi cinta. Pero lo
de más tarde fue peor. Bajé a Ramallosa y subí. Un rato después me dijo Quico
que fuera con él a lavar el perro de las Damas y me puse el pantalón de bajar
al pueblo, claro. Él me dijo: "ése no que hay que arrodillarse". Cogí
el verde y me lo empecé a poner. Creo que le oí que la ropa debía de ser vieja
y vi, me fijé sobre el sillón el pantalón del chándal.
Y le dije a Quico que lo podía llevar. Él me respondió "claro
que si". y, sin saber por qué, le contesté: entonces, ¿por qué me dijiste
el nuevo?. Creo que se lo debí hacer bromeando, para no verle tan serio. Pero
se enfadó más, ese gesto de rodear el cuello con las manos, pues lo hizo.
Me da pena, me duele, no sé cómo se puede romper este lazo, pero no
me extrañaría, aunque no quisiera que así fuese, que ahí se haya roto un poco.
Después tuve unas palabras con él y no me dio gesto de estar enfadado, tal vez
porque debe olvidarse en cuanto ha pasado.
Pero, cuando estábamos en casa, fui a la habitación a barrer y él
también. Saqué las alfombras y las sacudí en vertical desde la ventana. Él me
dijo: Sal fuera para sacudirlas. O lo haces bien o no lo haces. Me dio miedo. Y
siguió, porque barrí mi parte y le pregunté: ¿quieres que barra tu cama?.
No sé qué me respondió, pero fue una de esas respuestas que te dejan cortado. Y
llegué a pensar que el lazo se había roto.
Me gustaría escribirle a Ana, para pedirle consejo, pero me parece
que estará enfadada. Mi padre, casi al mediodía, le dijo a Malena que llamara a
mis abuelos, porque era el cumpleaños del abuelo, según le apuntó mi madre. Yo,
desde el pasillo, la puerta, no sé si porque no lo había oído o porque
intentaba el diálogo un poco más, le pregunté a quién. Mi padre me dio un
empujón con el pie a lo bestia. "Claro, de la única forma que sabes
hablar. Y, conmigo, te gusta más, ¿no?". Pero después me calmé.
Hoy va a ir Betty y Sussy. Y dejé las alfombras fuera, ahora las fui
a sacudir y mamá estaba en la habitación. "No quiero ver las alfombras
aquí fuera. Todo el día llevan. Que vean la mierda. Se fue hacia la ventana y
yo murmuré: "calma" o "bueno", algo así, pero s volvió
diciendo que estaba rezando. Y pensé: "Es lo único que tengo para poder
pasar".
Después subí a escribir. Mamá estaba en el cuarto de baño, lavando y
pidió el jabón flota a quien estuviera abajo. Esperé un rato por si estaba mi
padre, pero al cabo bajé y pensé: No sabes lo que te pierdes.
Déjame contarte todo el momento en que he estado pensando en ti. Es
tuyo, yo sé que quiere rehacerse un nuevo día entre nosotros. Déjame
contártelo, quiere encontrar su sentido. Quiere hacerse lazo en la vida, quiere
saber quién fue su pregonero. Déjame contártelo, tú fuiste el motivo de
su nacimiento, y ahora quiere saber tal y como eres.
Comprender qué fue de ti en esos momentos y convencerse que tú
también estabas con él con él para esos instantes. Cuando bajé por la tarde a
buscar el pan, iba pensando. Me gustaba su hola, aquella mirada. Me gustaba un
futuro, sin pasar el tiempo, siempre un futuro que supiera decir si a sus
pasos. Me gustaba todo aquello que invadía mis pensamientos en aquellos
instantes. Me gustaba todo lo que pudiese decir, tal vez lo estaba
imaginando.
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