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martes, 27 de marzo de 2012

Ayer por la noche tuve un tropiezo

  Ayer por la noche tuve un tropiezo con mi madre. Por la tarde tenía ropa a secar y me dijo que me pondría un niki que había allí. Al llegar la noche, cuando iba a empezar un programa, una película que le gustaba a ella, le pregunté si lo había planchado. Y, como siempre hace, se levantó y dijo que me lo iba a planchar. Eso enfurecía a mi padre. No comprendí por qué hacía eso, podía hacerlo Quico. Todavía me lo sigo preguntando. Al ir con ella al fallado, al estar allí, me decía lo de siempre: No esperes a nadie, todos se irán, como no te líes con Lourdes. Bueno, ya sabía pasar. En un momento, se me escapó una palabra, no sé cuál, pensó que era "bueno". Me ofendió más una riña que tuve por la noche con Quico. Cuando se acostó, encendió la luz de la mesilla para leer. Tenía puesta una cinta. Yo, con miedo, porque si me pongo a leer suele apagar la luz, cogí las gafas y una libreta. No hizo ningún movimiento extraño y eso me alegró. Pasaron dos canciones y le dije si la cinta era mía. "No", no me importó, porque yo se la iba a dejar de todos modos. Me dijo: "Malena me grabó la cinta tuya en una para mí, pídesela a Malena". Y yo eso se lo creí, pero (había apagado la luz) seguía corriendo la cinta y recordé que un día me había pedido una cinta por la canción: "devuélveme  a esa chica" y era ésa. Por lo tanto, era mía. Pero, ¿por qué me mintió?. "Lo mío todo también es tuyo. Ahí lo tienes, puedes cogerlo cuando quieras. Excepto el dinero, todo está a la vista. Pero, ¿por qué te pones así?". Pasé un rato buscando la respuesta. Después me dormí.
  Hoy, cuando me levanté, fui a ver el aparato y era mi cinta. Pero lo de más tarde fue peor. Bajé a Ramallosa y subí. Un rato después me dijo Quico que fuera con él a lavar el perro de las Damas y me puse el pantalón de bajar al pueblo, claro. Él me dijo: "ése no que hay que arrodillarse". Cogí el verde y me lo empecé a poner. Creo que le oí que la ropa debía de ser vieja y vi, me fijé sobre el sillón el pantalón del chándal.
  Y le dije a Quico que lo podía llevar. Él me respondió "claro que si". y, sin saber por qué, le contesté: entonces, ¿por qué me dijiste el nuevo?. Creo que se lo debí hacer bromeando, para no verle tan serio. Pero se enfadó más, ese gesto de rodear el cuello con las manos, pues lo hizo.
  Me da pena, me duele, no sé cómo se puede romper este lazo, pero no me extrañaría, aunque no quisiera que así fuese, que ahí se haya roto un poco. Después tuve unas palabras con él y no me dio gesto de estar enfadado, tal vez porque debe olvidarse en cuanto ha pasado.
  Pero, cuando estábamos en casa, fui a la habitación a barrer y él también. Saqué las alfombras y las sacudí en vertical desde la ventana. Él me dijo: Sal fuera para sacudirlas. O lo haces bien o no lo haces. Me dio miedo. Y siguió, porque barrí mi parte  y le pregunté: ¿quieres que barra tu cama?. No sé qué me respondió, pero fue una de esas respuestas que te dejan cortado. Y llegué a pensar que el lazo se había roto.
  Me gustaría escribirle a Ana, para pedirle consejo, pero me parece que estará enfadada. Mi padre, casi al mediodía, le dijo a Malena que llamara a mis abuelos, porque era el cumpleaños del abuelo, según le apuntó mi madre. Yo, desde el pasillo, la puerta, no sé si porque no lo había oído o porque intentaba el diálogo un poco más, le pregunté a quién. Mi padre me dio un empujón con el pie a lo bestia. "Claro, de la única forma que sabes hablar. Y, conmigo, te gusta más, ¿no?". Pero después me calmé.
  Hoy va a ir Betty y Sussy. Y dejé las alfombras fuera, ahora las fui a sacudir y mamá estaba en la habitación. "No quiero ver las alfombras aquí fuera. Todo el día llevan. Que vean la mierda. Se fue hacia la ventana y yo murmuré: "calma" o "bueno", algo así, pero s volvió diciendo que estaba rezando. Y pensé: "Es lo único que tengo para poder pasar".
  Después subí a escribir. Mamá estaba en el cuarto de baño, lavando y pidió el jabón flota a quien estuviera abajo. Esperé un rato por si estaba mi padre, pero al cabo bajé y pensé: No sabes lo que te pierdes. 
  Déjame contarte todo el momento en que he estado pensando en ti. Es tuyo, yo sé que quiere rehacerse un nuevo día entre nosotros. Déjame contártelo, quiere encontrar su sentido. Quiere hacerse lazo en la vida, quiere saber quién fue su pregonero. Déjame contártelo,  tú fuiste el motivo de su nacimiento, y ahora quiere saber tal y como eres.
  Comprender qué fue de ti en esos momentos y convencerse que tú también estabas con él con él para esos instantes. Cuando bajé por la tarde a buscar el pan, iba pensando. Me gustaba su hola, aquella mirada. Me gustaba un futuro, sin pasar el tiempo, siempre un futuro que supiera decir si a sus pasos. Me gustaba todo aquello que invadía mis pensamientos en aquellos instantes. Me gustaba todo lo que pudiese decir, tal vez lo estaba imaginando. 

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