Hoy no está, puedo grabar hasta las dos y ayer pude
conseguir dos cintas. Fui por la noche, Mariora me mandó a la tienda y yo, en
una escapadita, se las cogí a José. Aquello de perder el tiempo es mejor
olvidarlo. Me parece que también el tener flores le fastidia un poco porque
gasta mucha agua. También tuve roce con Mariora, me vio comiendo una nuez.
Incluso después, cuando estaba recogiendo y entré en la cocina, me preguntó y
le dije que estaba cogiendo nueces. Entendía comiendo y me gritó. Le dije eso
de que podía decirme mejor que a ella también le gustaban, en vez de echarme
una bronca por haber comido una: era más fácil que me dijera eso, pero se lo
dije gritando. Ya está caliente. Estaba esperando. Ya sé, en el informativo de
las diez voy a bajar a buscar la leche, la hiervo y me da tiempo para a las
doce y media bajar a buscar las cartas.
Me preocupaba si estuviese Malena, pues me
parece que le oí cuando iba a marchar mi padre, pero fuí a su habitación y vi
que no estaba. En cambio, esta cinta la empecé con “Vive”, tenía ganas de
cogerla. Grabé la del gato en el tejado y, después, la del Camionero. ¿Por qué
lo hice?, a Quico no le gusta. Cuando fuimos a Fátima, Quico llevó una cinta en
que la había grabado y borrado, pero tenía un poco. Cuando sonó, Nieves o
alguien me preguntó si la tenía. Tal vez eso me impulsó a grabarla. Después
dudé, la quise borrar. No, la dejo. Ya está. Pero cuando lo dije, ya estaba
grabando otra. Y cuando me decidí a dejarla, la oí. La canción me gustaba. Es
extraño, porque cuando empezó, me gustó y quise olvidar la del camionero. Pero
al querer dejar ésta, la oí un poco (la otra). Y me enfadé, porque me gustaba.
Así que la
borré.
Ahora cogí una y otra medio empezada. Olí un
poco: olía a quemado. Así que me alarmé y fui a ver a la leche. No quedaba
casi. Estaba quemada. Me alarmé más aún, pero decidí ir a Rosa. Me dio tres
cuartos más. También ella pareció entender aquella situación. La estoy
hirviendo, la junté con la otra. Sólo tengo ganas de oír música. Menos mal que
mi madre vendrá de buenas. No sé si se enterarán, pero me parece que me dio
menos, porque me suele dar dos litros y se van a enterar. Limpié la olla, de lo
quemado, y la guardé. Junté la leche con la de ayer, como me dijo Rosa. Ya ves
qué pasa.
Estoy grabando. Cogí una que le gustaría, pero
la borré. Me quedaré junto a él. Acabo de perder una canción chulísima. Es otra
cadena. ¡Bah!, es la portuguesa. Ahora cogí los cuarenta, a ver.
Otra vez llegó Quico y me pilló grabando, yo lo
quise así. Me dijo que ya podía haber limpiado la loza, le respondí que no me
di cuenta. Grabé una para mí y luego grabó él la de Italia. Cuando terminamos
de comer, comí dos nueces y me dijo: “Ya te dijo Mariora, que no comieses. Son
las que más le gustan a mamá, ésas pequeñas”. Y me quedé conforme. Le dije que
nueces había dos bolsas grandes en la caseta, entonces fue cuando añadió que le
gustaban. Antes de que llegase Mariora pensaba decirle que había cogido nueces
y decirle también que si me hubiera dicho que le gustaban a mamá o a ella,
bastaba para que yo no las tocase. Pero llegó preocupada y entonces me dio
pena. No se lo dije.
Me mandó salir de la cocina, lo cual me parece
que me indica, aunque me dijo que le preguntase algo a papá, para cenar, que
viene preocupada. ¡Bah!, apaga la televisión en color. Mira, estás tú solo.
Podrás decir que esperabas a ver los partidos. ¿Sigues teniendo miedo?, ¿no?.
Si, y antes, al cenar, tomaste la mitad de la tortilla francesa con un poco de
arroz y cuando Mariora te preguntó si querías sopa de arroz, respondiste que
no. Tú contestaste así porque tenías miedo, ¿no?, igual que ahora. Pienso que
no está bien eso. Me parece que te falta valor. Quico dijo “si” a la sopa y
tomaste un poco de arroz con leche, que había. Le preguntaste a Quico dónde
estaba la canela para echar un poco: siempre lo habías tomado así. Ya tenías en
la mente el decir que siempre lo tomabas así. Pero cuando te pasó el botito de
canela, sólo echaste tres poquitos. No me preguntes, yo tampoco sé qué podrías
hacer. Incluso me parece bien. Lo malo es que nadie se da cuenta de eso, mismo
cuando papá te dijo que regases, tú le quisiste decir lo mal que veías las
flores pero él se marchó sin escucharte. A lo sumo te diría: “Bueno, bueno2. Y
nada más.
Te ayudaré, porque me parece que nos estamos
encerrando. Acerca de ese miedo no sé qué puedo decirte, sólo te podría ayudar
el que alguien se diera cuenta. Pero sientes que a Quico le falla algo no. No
sé, creo que tal vez vaya a ser mejor el conformarse con lo que se tiene. No
pidas más. Yo te ayudaré. ¡Ah!, y como dijo la hermana Lourdes, esperar. No
pienses que todo esto te va a llevar a un callejón sin salida ni retorno. Al
contrario, encontraremos al que siempre hemos buscado. No te preocupes, ya te
habrás olvidado un poco de la hermana Lourdes. Te ayudará el saber que yo
también me había olvidado. Fuiste tú quien me la recordaste, para que la
nombrara. No importa, es una sóla vida la nuestra.
Ahora que va a salir papá de la
habitación. Y en esos despistes rápidos, metes la libreta, el boli y las gafas
bajo las sábanas y la libreta al suelo dejando en la cama las gafas. Bueno, se
ve con la luz del pasillo. Hoy pensaste que era jueves, que ya no te daría
tiempo a grabar las dos cintas. No, hoy es miércoles. Acuéstate, déjalo en el
suelo. Cuando se te ocurra, yo estaré a tu disposición. Menos mal que Mariora y
Malena no suelen decirle nada, no me acuerdo si alguna vez, aunque ellas me
parece que tampoco saben el por qué. Duerme.
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