CROSSWORDS

CROSSWORDS
Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



lunes, 25 de febrero de 2013

Bueno, ya sabes lo que es para mí.



Para que después diga yo que, total, soy inútil, y me responda él (por que se lo haya dicho a mamá): Pero, pero ¿quién te llama inútil, ¿es que te crees un inútil?. Me voy a meter en cama. Al parecer, allí no pinto nada. Nunca lo pintaste: ¿es mucho pedirlo?.
  Bueno, ahora llega tu noche y ya estoy en cama. Déjalo, escribe. Sé que hasta que abran la cocina, sepas que es él y hagas una de las tuyas. Le trajo un reloj a Quico. Le dije a Quico: Así queda para mí el tuyo. “El negro- me dijo-, la pila son 500 y le falta”. Pero se dio cuenta más tarde: “Así le dejas para él el que se parezca al de papá”. Yo también le había querido dar un beso cuando llegó, pero se pegó Malena a ella y no pude. Sólo cuando entré en la cocina vi el gatito que había encontrado Malena y se lo enseñé. Bueno, yo ya me bañé.
   Aunque al principio me dije: Me pongo el pijama y sólo me baño los pies. No, me bañé bastantes días. Si había uno que no, el siguiente si. Me bañé el viernes, el sábado un poco, el domingo al salir. Me sentí más a gusto. Poder bañarme tranquilamente, sin prisas y sin apurarme o mandarme nadie. Cierto es que quien me emp…
    La idea era buena, pero no supe seguir, o no quise seguir. Cada palabra tiene una razón. Y es ese nombre que le da significado a esa peli… Ayer ya lo creía demasiado pronto para echar un juicio. Hoy, porque estaba la cama un poco desarreglada que parecía de haberme sentado yo, me dijo que ya estaba sentado. No, yo estaba leyendo un selecciones, ¡pues sentado!. No, pero estaba de pie apoyado en el armario. ¡Júralo por mi muerte!. No cambia. Pero bueno, me da igual, porque yo espero que si y que me ayuden todos a seguir así.
   Empezó diciendo que las sábanas estaban en la lavadora porque estaban hechas una mierda y yo las controlaba todos los días para ver qué me quedaba por lavar, y no me parecían casi sucias. Al contrario, no quería ponerle de ese malhumor.
   Ahora habla por teléfono. Salió tres veces al pasillo, pero cuando estoy escribiendo en el armario lo dejo todo en el mismo armario. Voy a decirle que antes sí había estado sentado en la cama, viendo el papel de Fátima, el recorrido nuestro, pero mucho tiempo antes. No se lo dije, porque me mandó ir a buscar un bote con tomate y uno vino malo. El otro no abría y yo lo intenté.
  Cuando iba a buscar otro, aún lo intenté otra vez sobre la mesa. Quería que abriese, no por el trabajo de ir a buscar otro, pero se enfadó y lo dijo en tono de mandato, como si no quisiera. Me enfadé y no se lo dije. Cuando llegó Quico, le conté el episodio de los pollos, y todo lo que gritó mi padre. Pero sólo sonaban a palabras, y eso no lo entiendo.
   No le dan importancia. ¿Qué se ha creído?, ¿Qué soy el mismo miedoso de antes?, ¿que se llena de miedo ante él al oír una palabra más alta?. Pues no. Hoy tuve una riña. No sé si te dije, me parece que si, que las botellas las iba a hacer esta tarde. Cuando terminé de comer, subí a escribir, terminé el damero y, cuando cortaba hierba, me decía: las botellas después. Terminé y mi madre me preguntó si quedaban más, le dije que creía que no pero vi dos racimos. Luego fui a buscar unos pessegos y le subí el gato de Malena (se lo subí con las uvas). Cogí ayer unos pessegos y la última manzana de las rojas, blandillas que tanto le gustaban.
  Entré, hablaba por teléfono, los dejé sobre la mesa y puse la tele. Antes de ver imágenes, entró mi padre y la apagó diciendo: “No hay nada. ¿Cuándo colocas las botellas?”. Iba ahora. “Ahora ibas a ver la tele”. Ahora esperaba a mamá. Y ya sabes. No me tocó, pero le dije: Tú no sabes el daño que estás haciendo llamando inútil. Entró mamá y lloró. Yo le cogí por los hombros y le dije que se fuera. ¿Te vas?. “No, no me voy”. Pero debí decirle a mamá que sólo era un roce entre él y yo. 


4 comentarios:

  1. Todos asumen una falsa superioridad cuando se enfrentan al "brazo más débil" que suele ser el que atesora mayor bondad.

    ResponderEliminar
  2. Muchas veces es el vestido que les cubre esa superioridad, sólo eso, pero no hay brazo más débil: ése también es otro vestido.
    ¿Qué diferencia hay entre uno y otro?, ¿quién es el fuerte y quién es el más débil?. Si la fuerza es la paz triunfa el más débil. Ahora entiendo que la vida siempre te pone pruebas que superar, aunque no lo veas así en esos momentos. Supongo que es esa "bondad" lo que le hace fuerte

    ResponderEliminar
  3. Ciertamente (lo maticé entre comillas). Todos actuamos con esas supuestas máscaras (vestidos, como tú les llamas) cuando hay algo de insatisfacción y de desequilibrio emocional dentro de nosotros, algo que escapa a nuestro discernimiento como un mal que abunda y se reitera.
    Habría que matizar lo que entendemos por "fortaleza" o "debilidad". De la misma forma que subyace en tu exposición, la fortaleza puede ser una debilidad y también a la inversa. Un libro que acabo de leer decía que sólo hay dos clases de hombres: los dignos o los indignos.

    ResponderEliminar
  4. Ciertamente es una manera de verlo, Raúl. Y es verdad esas dos clases de hombres, pero ¿quiénes somos nosotros para juzgarlos?.
    La fortaleza y la debilidad pueden llegar a considerarse las dos caras de una misma moneda, los dos polos de una misma situación y por supuesto uno puede ser el otro.
    nadie pues está a salvo de esos desequilibrios que se producen a veces. Y entonces nos damos cuenta que las emociones es realmente lo más frágil de lo que sentimos

    ResponderEliminar