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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



jueves, 14 de febrero de 2013

Ahora necesitaba expresar

 lo que significa un segundo para mí, un segundo es una vida. Ahora por la tarde quise ir a quemar, le pregunté a Mariora si iba a abrir la cocina y me dijo: “Tú solo nunca quemaste. No, ahora no quemes”. No sé si significó lo mismo que pienso yo, pero tampoco quiero decirle “no” a la ilusión.
  Hablé con Pily. Ya le conté que dijo que me escribiría y no lo hizo. Esperaba que lo hiciese yo. Bueno, ahora le escribo. Será una carta larga. Mariora dijo que bajaba al pueblo a hacer las compras ya subía. Se va a ir. Estoy esperando en el portal y escribiendo. Me importa unas narices lo que piensen: Mariora aún no llega. Escribí la carta y así paso el rato. Son las 8 y 20. Pensé que era muy tarde. No sé si Quico me verá escribiendo. Hoy hay que ir a misa. No lo sabía. Con esto de obligatorio y no obligatorio…
  Yo voy a ir por Tere. Y, si esta tarde salgo, iré hoy y mañana al baile. Tampoco él me dejará escribir si me ve. Voy a pasar. No sé qué decirle. Me levanté, tomé la leche y, al mismo tiempo, puse un poco de agua para afeitarme. Me imagino que se levante mi hermano y me diga: “Tomaste mucho pan y no pensaste en los demás”. Si, en efecto, quedaba cerca de media barra y ahora no queda más que un puñado. Pero se me ocurrirá responderle: De tanto preocuparme por los demás, mira en qué me he convertido. Y me parece que todo el problema comenzó cuando me quise volcar.
  Si, ya veo que me equivoqué. Antonio habla muy bien, pero cuando se va o incluso cuando hablo me gustaría contestarle que yo creo en Dios, pero le haría daño. Hasta le pregunto si en verdad hay obligación de oír misa. ¡Qué ridículo!, ¿verdad?. Voy a afeitarme. Y creo que va a desconfiar. Ahora entré en cama y fui dos veces a coger la libreta. No creo que pueda hacer tantos poemas. Son las diez y media y no tocaron las campanas de San Pedro. Mariora y mi padre se acaban de levantar ahora. Creo que me engaño otra vez. Se lo pregunté a mi hermana y ella me dijo que a mi padre, se lo pregunté a él y me dijo que no. Al menos me distraje un poco, aunque me haya afeitado hoy.
   ¡Demasiao!- dijo Quico. Tal vez no lo sabía. Cuando Antonio habló conmigo me dijo que a mi padre le daba rabia verme con 33 años y hecho un niño. Me gustó, claro, me gustó pensarlo así. Ahora veo que no. Luego le contaré por qué. Ahora estoy en la habitación y no quiero que me cojan. ¡Bah!. Olvídalo. Creo que lo que le quería decir es que debo ver para mí en primer lugar. También recuerdo un día que me dijeron: “Tú lo que tienes que hacer es atender la casa y los animales, hacer lo que se te manda”. Creo que un día me dijo: “Buscar ya te buscamos nosotros”.
  Hoy es sábado y también fui al baile, aunque piense ir mañana. Fui. No fueron ellas, sólo… y su amiga. Hablé un rato con ellas. Cuando empezó (le decía que al menos el bailar una me bastaría. Ella decía que si pero más tarde). Sé que bailé la primera y le dije que si se enfadaba al bailar otra, que bailar sólo una… bueno, eso. Bailó otra y la tercera era “Hedí”, le dije que ya no le iba a pedir más. Ella me dijo que me lo pedía ella. Y bailó. Me animó, también me dijo que debía ser yo mismo. Y hablé con Manolo al salir. Me dijo que le contestase: si no lo fuera, no me tocarías. Pero no me atreveré.
   Me parece bien el pensar: Tú me lo hiciste y parece que me lo quieres seguir haciendo. Me molesta el que me digan: “te aconsejo”. Muchas veces no hace falta decirlo o tal vez soy yo que lo veo en todos los sitios, pero porque me molesta. Guardé los animales y le puse manzanas cortadas a los conejos. Fui a la habitación y me cambié. Después fui a la tele (Ahora es domingo por la mañana. Todos durmiendo, puedo hablar tranquilamente) donde estaba mi padre y le dije: Buenas noches, no contestó nada. No es ya porque me molestara sino que no le pareció tan tarde. No sé qué hora era, supongo que pasaría un poco de las diez. Total, me vine a la cocina y, al cabo de un rato, llegó Malena preguntando si había cerrado todo, que lo había preguntado él. Y es esa manía de decir “te aconsejo”…, ya parece escrita en las palabras. Le respondí: Si, lo acabo de hacer. Pero no quedé conforme, porque siempre habría una pregunta más. Además, ella me preguntó: “¿Seguro?”, dos veces. Y yo siempre pienso que, en el fondo, mis hermanos lo saben, mucho más inteligentes que yo, y me quieren ayudar. Pero no caer en ese miedo, o no sé si es duda, aunque sabía que lo había hecho, ese no saber qué hacer. Murmuré: Y si no que vaya él. Mariora me cortó diciendo que eso era malcontestar. Y me molestó que fuera así.


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