No surtirá ya más la
fuente aquélla
donde fue nuestro
primer encuentro.
Fue un minuto,
fugaz como un
relámpago,
acelerado en el
tiempo.
Fue como un suspiro
en el torbellino de
un misterio,
como un remolino de
caricias y de locuras
en un instante.
Nuestras miradas se
cruzaron
y buscaron resguardo
en el corazón.
Un segundo… dos
segundos,
y el amor joven nació.
Bastó una mirada para
recordarme la alegría de vivir,
una frágil sonrisa
y yo ya no era yo.
Toda ilusión,
esperanza
y perdón.
Mi espíritu se empapó
de tus cabellos
y mis ojos se
clavaban fijos en ti.
Fuiste mi primer
amor, mi querer,
mi blanco serafín,
y yo te coloqué en la
puerta de mi paraíso
con las flechas del
amor.
- 1982 -
Las flechas siempre disparan hacia una voluntad.
ResponderEliminarPara un infante todo es el paraíso cuando se reencuentra consigo mismo. El vestido de una mujer, repleto de los abalorios que te caracteriza el tiempo, sólo es el deseo: la mujer está muy por encima. ¿Quién no sintió aquella fuente que hoy está cubierta de hiedra, pero en tiempos había significado ternura: el amor joven?
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