Llevo dos heridas
abiertas en el pecho.
Dos heridas profundas,
una de fuego, la otra
de amor.
Muero y nazco
en cada suspiro.
Y ya moriré en
silencio,
para vivir sin dolor.
Pero en vida, te
persigo
con mis heridas al
pecho.
Sangrando gotas de
fuego,
sangrando gotas de
amor.
Desangrado amor, ¿por qué no manchas las gasas?
ResponderEliminarCasi siempre queremos hacer lo que nos plazca, pero la vida nos atrapa y nos devora. Sólo podemos recoger lo que la vida nos esté poniendo delante
ResponderEliminarComo en el cuento de las migajas, delante van las trampas...
ResponderEliminarNo sé si las trampas nos las pone ella o somos nosotros quienes las atraemos, pero si escapamos de ellas nos esperarán más adelante
ResponderEliminar