Verdes
son sus ojos
cuando refrescantes
brillan bajo el sol,
se vuelven hermosos,
brillantes de gozo
ante la mirada del
ruiseñor.
El ave le canta
la alegría de poder
vivir
y saluda el ara
de los ríos plata
y de las fuentes
color de añil.
Sonríe la
mañana
y muestra su delicado
color
a su bella casa,
al claro del agua
y al rayo de tibio
resplandor.
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1982 –
El refresco de unos ojos en un bar, con hielo en el vaso, ante la mirada del camarero: otro poema con similares connotaciones...
ResponderEliminarFausto se acerca al amor como es, si más especulaciones. Nos habla de "ella" pero no la conoce ni la siente: sólo es ella. ¿El refresco de unos ojos en un bar?, a través del cristal puede sentirse una realidad diferente, ¿no?. Cuando se es infante, lo que se vive se hace más intenso, lo que se siente también. Sentir su poema es no juzgarlo, sino olerlo, querer ver como él ve
ResponderEliminarRefrescante punto de vista! Todo cobra mayor relevancia cuando se siente especulación de lo sensible.
ResponderEliminarCada imagen es desnudez de lo que siente, cada sensación va dando forma a lo que vive. Imágenes que no se pueden tocar, que no se pueden romper, que están ahí. Fausto aún es infante, éste es un poema que le da frescura a todo su interior. A mí me gusta por la sutileza como deshoja las imágenes, por su inquietud y su ilusión, aunque es verdad, como tú dices, que nosotros le pedimos que defina ya lo que siente: pero es necesario respetar su proceso
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