Eres la curva sinuosa,
la redondez que
implora.
Dunas, valles y
laderas.
Piedras lunares y
olas.
Eres el río que corre,
la luz que taja las
sombras.
Sendero de mis deseos
y para mis ansias la
boca.
Eres la piel que me
cubre,
vaho de vida que
afloja.
Y en el fondo de tu
vientre
eres solitaria
amapola.
Sólo te pido mil
besos,
sólo tu ser y tu
copa.
Cuando hacemos el amor nunca pensamos en estas cosas, cuando comemos nunca pensamos en la redondez del plato; pero, ya pletóricos de lo sórdido y lo bello, acometemos la más baja poesía de las pasiones.
ResponderEliminarHay más formas de ver la pasión: el que ama, el que ya amó y el que va a amar... yo la visto como la sienta no como tú quieres que la sienta, como un ejercicio de relatividad. Tienes razón, Raúl, acostados nunca pensamos en la medida de nuestra cama... y tal vez eso sea lo más importante porque todos los movimientos posteriores dependen de ello. Pero también vivimos y en nada nos acordamos de la ley de la gravedad
ResponderEliminarMe gusta ese toque humorístico... Tienes razón, son importantes las medidas de una cama, a lo largo y a lo ancho, deberíamos pensar en ello a la hora de elegir pareja.
ResponderEliminarLa ley de la gravedad tampoco se acuerda de nosotros. Jean, tienes que prodigar más esa ironía.
Irónicamente pensamos que nuestro mayor problema es el trabajo, el dinero, las prisas... pero eso se debe a la ley de la gravedad, ya que si viviéramos en el agua nuestros problemas serían otros
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