pero
me parece que debe ser porque a mí me gustan todas. ¿Y si es verdad?. ¿Cómo
acercarme a ella, si así lo fuera?.
Muchas
veces me siento deprimido. Hace poco fue la convivencia y hace unos días le
quise escribir a Fernanda y le escribí un poco, hoy rompí la carta y le quise
escribir otra, también la rompí, no tengo ganas de nada. Estoy escuchando la
radio, pero el día no se da para más. Y encima caí. Estoy deshecho. A ver si
grabando consigo levantar la moral. Voy a llamar a Pily, a ver si me llama más
tarde. Malena y Quico se fueron al mercado. Creo que lo que más me deshizo fue
el caer. Tenía el propósito de comenzar desde el lunes. Pero bueno, ayúdame a
recomponerme. Ayer rompí las gafas, ¿sabes?. No, fue el sábado. Fui a Ramallosa
a buscar la bici que se me había pinchado por la mañana, me dijo Alfonso que
por darle mucho aire a la rueda delantera. Me paré en la Romana a jugar un poco
al baloncesto allí y se me cayeron. Me dio el balón. Un señor pasaba por allí y
me las colocó, el cristal. Me sentí destrozado. Cuando subí a casa, subía
también Quico y él me dijo que el arreglo era gratis. Y me levantó la moral. Mi
padre ayer por la noche, cuando se lo dije, me dijo que le diera el resguardo y
yo me quedé aplanado. Esta mañana, me dijo mi madre que, a lo mejor, lo tenía
mi hermana, tal vez sí, pues había sido ella quien había ido conmigo a
recogerlas. Ahora quise llamar otra vez a Pily, pero tampoco he tenido ganas.
Voy a buscar para los animales y, después, escribir a Fernanda, no, a Ana, a
Fernanda, me parece que era la mayor. Ayudadme, más deshecho estoy ahora. Salí
afuera, y encontré al pato blanco muerto. Le di una soberana paliza a Sol,
porque era el único que parecía tener más miedo, pero aún así, no sé. Llevé al
pato a la cocina, y Doc tuvo miedo, pero no tanto. Además, de los últimos que
se metían con él sólo era Sol. ¡Ay, Dios mío!. Un día pensé que él día que matasen
al pato, me suicidaría. No tengo valor para hacerlo hoy, hay una estela de
felicidad detrás mía. ¡Ay. Dios!. ¿Qué hago?. Llamé a Pily. Ella me va a llamar
ahora. Gracias.
Pero
yo temo cuando llegue mi madre. ¿Y mi padre?, Dios mío, ¡qué tormenta!. No sé
qué puedo decirte. Ayúdame.
Ya
hablé con ella. Ya estoy un poco mejor. Creo que el problema es que estoy
demasiado ligado a ellos. Recuerdo el día en que me dijo que buscara un puesto
de albañil. ¿Por qué no?. Creo que lo que me atormentan son estas cuatro
paredes. No pude escapar. Decía que lo haría, decía que eso ya se hacía más
fácil para mí. Decía que sólo bastaba un paso, tal vez hacia la aventura, pero
sentirse libre era más que el sentirse aferrado a esto; a cualquier cosa; todo
va resultando igual cada día. Ni la tierra vale para echarme una mano cuando la
necesito, ni el polvo quiere llevarme con él, sólo el amor tiene fuerzas,
fuerzas para soñar. Pero lo siento lejos… Me sigue pareciendo malo el matarse
por una traición, pero siento que va a ser mi compañera. ¿A quién podría
llamar?. ¿Quién puede llegar hoy?. ¿Qué hago?. Quise quitarme la idea del
suicidio de la cabeza. Pero siento que la vida continúa. ¿Quién quiere
atormentarme?. ¿Qué me pasa?. Hoy cambio, y mañana sigo igual. ¿Qué hice?,
¿perder el tiempo?. No quiero parar. Aún es muy pronto, soy joven todavía, ¿qué
es eso que me arrastra?. Reñir por culpa mía. Me gustaría recordar todo mi
alrededor, y fundirme en él. Desde aquí, no puedo, estoy viviendo, pero no
quiero morir. Viene la tempestad, todo se alborota. ¿Hablaré después?. Quiero
saber que sí pudiera. Todavía no conozco lo que puede ser mañana. Creo que la
armé. Nadie sabe lo que va a pasar ahora. Yo sí. Nadie sabe, creo que es mejor
que nadie sepa. No sé si es mejor o peor, pero siento que el huracán se hace
más grande. Seguro que soy débil para todo lo que pudiera dar. Y hasta tampoco
sé si puedo ser yo en estos instantes. No sé qué puedo hacer. Muchas veces me
dije que tal vez mañana, pero el huracán viene hoy. Siento que estoy demasiado
aferrado a él. Y quizás lo busco. Me parece que siempre he formado parte de él.
El pato muerto ¿quién lo puede saber?.
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