A veces el silencio de las palabras
se extiende por las sábanas que nos cubren.
Y no hay sueños
ni deseos
ni amaneceres radiantes,
terciopelo en las paredes y en mis brazos terciopelo,
hoy me sabe a ti.
No hay deseos
ni amaneceres radiantes,
ni besos... sólo el sentir de
tu ser guiado por una pasión...
entregada en silencio.
Hoy no sé qué fueron de aquellos lánguidos
besos
en las puertas
del
paraíso
que me hacían desearte de una forma casi
enloquecida...
recorriendo todo tu ser.
Huelo tu piel
desnuda, bebo tu agridulce hiel
y aún el silencio nos dice que
estamos solos
y nos amamos...
y somos uno.
Las caricias se vuelven cielo... tu mirada
ardiente.
todavía me envuelven esos deseos
que compartíamos atados al deseo que nos hacía
sentir invulnerables
y guerreros a la vez.
hoy te quiero recordar amarrada a mí como un volcán,
lava insaciable que nos mezclaba al uno con el otro...
un mar de palabras y de deseos escritos al azar.
Sólo tus
palabras me quedan...
palabras con sabor a
miel...
y frágiles pétalos que
recorren mi ser.
palabras escritas
y deseos.
Hoy quisiera regresar a
ese instante.
Y hacerme tiempo... para dormir contigo,
para nadar en el deseo,
navegar en el
silencio.
El poema promete pero, por primera vez, siento que sobra uno. Hay una voz que se arrastra detrás de una marejada y es como un peso muerto e insulso. El primero no consigue tirar del otro hacia su misma fuente. Uno bebe vino -es Dionisiaco-, el otro no consigue la ebriedad.
ResponderEliminarlobezno
Tu aprecuación es muy válida, Lobezno, intentaremos corregirnos para otra vez
ResponderEliminarHola ñobezno ..buenas noches ..los sentientos no todos los esteriorizamos de la misma manera ..date cuenta que somos dos personas escribiendo no una ..si nos lees por separado cambiamos mucho ..decimos lo mismo pero con otras letras ..gracias por tu critica un abrazo ..concha ..
ResponderEliminar