Y he sentido el rocío que se posaba en tu piel
cuando
desnudo buscaba en tus brazos
el sabor
de la vida...
para envolverte,
para recoger de cada instante
el dulce atardecer.
y he
sentido los copos de rocío penetrando en mí y mojando mis labios, mis
dedos
mis
deseos más ocultos y diáfanos...
mi
aliento.
Tu aliento se mezclaba con
mi sonrisa,
pícara y deseosa a la vez,
ardiente.
Casi sin quererlo abrí la ventana esperando sentir el susurro de la brisa
para que
atravesase tu corazón
y el
mío...
y en tu
mirada había un nombre
y en la
mía... un sueño.
Y
he sentido el rocío que se posaba en mi piel.
Lo siento, amigos, pero sobra algo. Tal vez una frase metida como una puntilla que no acaba de llegar al nervio.
ResponderEliminarSi fuera un carnicero no desollaría la pieza como vosotros lo habéis hecho porque no consigo ver el solomillo. Espero que mi actitud no os moleste (no lo hago con ese afán).
lobezno
si no se escribe lo que se siente y no se lee condetenimiento ,ni sentimiento .. normal que usted sea un ser inerte ..jose publica este comen se lo merece...
EliminarToda crítica es constructiva, Lobezno y por esa razón está muy acertada. Y debe agradecerse que sea de esa manera. Está bien porque es intentar una manera de escribir que puede abrir las puertas a otros intentos, pero es cierto que es de las primeras y cada uno tiene que poner su graano de arena. Faltan ajustes pero eso lo lograremos con el tiempo
ResponderEliminarMe gusta la sobriedad con la que afrontas los comentarios. Muchas veces las críticas, o las diferentes apreciaciones, son difíciles de encajar. De todas formas, ya sabes que, lo que disgusta a unos puede agradar a otros. Ánimo y a seguir!
ResponderEliminarlobezno
Nunca una crítica debe ser motivo de enfado, sino un estímulo para mejorar y para seguir adelante. Y éste es el principal motor que puede conducir a una poesía: la evolución
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con vuestros comentarios. Y es bueno cierto grado de estímulo.
ResponderEliminarSaludos para los dos!!
Como cuando nos reuníamos para escribir, Raúl, en aquellas largas tardes: todos debemos aprender de todos
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