Te
he permitido, si, invadir la costa con tu arrogancia y desfachatez. Tú
despreciabas cada rincón del camino que yo empleaba para sanar mis heridas y
mis silencios. Despreciabas cada rincón de mi alma… el cual posaba sobre la
orilla esperando que se bañase de atardecer. Pero tú lo despreciaste; no
quisiste saber de lo que yo sentía, no te importaba… tu arrojo enarboló
banderas de guerra y me atravesaste sin piedad, siendo yo la arena, la arena
blanca. Hoy miro con ternura el pasado y lamento no haber podido hacer más. Te
he permitido saciar el coraje y la rabia que sentías… nada más me había hecho
recapacitar. Y es que tú me has hecho recapacitar.
Está interesante, pero echo de menos algo de concreción. Creo que le puedes sacar mucho más.
ResponderEliminarsi, tienes razón. Mis ganas de presentar lo último que haya escrito por llegar a un final que me dice mucho, no quiere decir que traslade lo que yo siento a lo que pretendo transmitir. Seguramente me faltó leerlo dos o tres veces más y cambiaría palabras, ideas
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