Escuchaba los
sonidos del día corriendo al lado de los copos de lluvia… diminutos para mí. Su
sonido rebotaba sobre mi cuerpo de una forma tal que yo no sabía si en verdad
eran las gotas de lluvia o las voces lo que me estaba impulsando. Entre los dos
proyectaban un arco a mi alrededor que yo irisaba con los colores que me
infundía el espacio. Allí mi correr y el suyo, idolatrándonos en el espacio
como suspiros. Me pasé el día recogiendo de mi ventana las burbujas
que se posaban sobre ella como símbolo de fidelidad. Y después iba yo, que
también era burbuja… burbuja de oro. Envidiaba los sonidos del día…
corriendo a través de la muralla de cristal que se desprendía a lo lejos.
Estoy aquí, sentado, y mientras intento borrar archivos duplicados del ordenador, escucho un programa de debate en la tv y entro en tu blog como una comadreja que merodea en una madriguera, sediento de... digamos... palabras. Observo estas últimas que nos has dejado en forma de prosa poética y diáfana, animándote a que nos muestres más de estos pequeños fragmentos para poder tener una idea general de los mismos. Saludos!!!
ResponderEliminarAsí lo haré, Raúl. Hacía tiempo que no movía esta parcela, pero lo haré. Recuerdo que te prometí llevarte un libro, no lo olvido. No sé si es prosa poética o no, pero me gusta porque es un cúmulo de imágenes... una manera de que no se detenga la creación
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