abiertas en el pecho.
Dos heridas profundas,
una de fuego, la otra de amor.
Muero y nazco
en cada suspiro.
Y ya moriré en silencio,
para vivir sin dolor.
Pero en vida, te persigo
con mis heridas al pecho.
Sangrando gotas de fuego,
sangrando gotas de amor.
El desamor es la herida que peor cicatriza...
ResponderEliminarO quizás nosotros no dejemos que cicatrice, lo que es cierto es que no abarcamos el amor pensando en la herida, sino que viene después, mejor dicho, siempre ha estado ahí. Y a veces no dejamos que se borre, nos proporciona un lecho confortaable
ResponderEliminar