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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



jueves, 18 de abril de 2013

Ayer me pesó el no poder grabar, pero estaba Quico.


 Hoy no está, puedo grabar hasta las dos y ayer pude conseguir dos cintas. Fui por la noche, Mariora me mandó a la tienda y yo, en una escapadita, se las cogí a José. Aquello de perder el tiempo es mejor olvidarlo. Me parece que también el tener flores le fastidia un poco porque gasta mucha agua. También tuve el roce con Mariora, me vio comiendo una nuez. Incluso después, cuando estaba recogiendo y entré en la cocina, me preguntó y le dije que estaba cogiendo nueces. Entendía comiendo y me gritó. Yo le dije eso de que podía decirme mejor que a ella también le gustaban, en vez de echarme una bronca por haber comido una. Era más fácil que le dijera eso, pero se lo dije gritando. Ya está caliente. Estaba esperando. Ya sé, en el informativo de las diez voy a bajar a buscar la leche, la hiervo y me da tiempo para a las doce y media bajar a buscar las cartas.
  Me preocupaba si estuviese Malena, pues me parece que le oí cuando iba a marchar mi padre, pero fuí a su habitación y vi que no estaba. En cambio, esta cinta la empecé con “Vive”, tenía ganas de cogerla. Grabé la del gato en el tejado y, después, la del Camionero. ¿Por qué lo hice?, a Quico no le gusta. Cuando fuimos a Fátima, Quico llevó una cinta en que la había grabado y borrado, pero tenía un poco. Cuando sonó, Nieves o alguien me preguntó si la tenía. Tal vez eso me impulsó a grabarla. Después dudé, la quise borrar. No, la dejo. Ya está. Pero cuando lo dije, ya estaba grabando otra. Y cuando me decidí a dejarla, la oí. La canción me gustaba. Es extraño, porque cuando empezó, me gustó y quise olvidar la del camionero. Pero al querer dejar ésta, la oí un poco (la otra). Y me enfadé, porque me gustaba. Así que la borré. Ahora cogí una y otra medio empezad. Olí un poco, olía a quemado. Me alarmé y fui a ver a la leche. No quedaba casi. Estaba quemada. Me alarmé más aún, pero decidí ir a Rosa. Me dio tres cuartos más. También ella pareció entender aquella situación.
  La estoy hirviendo, la junté con la otra. Sólo tengo ganas de oír música. Menos mal que mi madre vendrá de buenas. No sé si se enterarán, pero me parece que me dio menos, porque me suele dar dos litros y se van a enterar. Limpié la olla, de lo quemado, y la guardé. Junté la leche con la de ayer, como me dijo Rosa. Ya ves qué pasa. Estoy grabando. Cogí una que le gustaría, pero la borré. Me quedaré junto a él. Acabo de perder una canción chulísima. Es otra cadena. ¡Bah!, es la portuguesa. Ahora cogí los cuarenta, a ver.
    Otra vez llegó él y me pilló grabando, yo lo quise así. Me dijo que ya podía haber limpiado la loza, le dije que no me di cuenta. Grabé una para mí y luego grabó él la de Italia. Cuando terminamos de comer, yo comí dos nueces y él me dijo: “Ya te dijo Mariora, que no comieses. Son las que más le gustan a mamá, ésas pequeñas. Y me quedé conforme. Le dije que nueces había dos bolsas grandes en la caseta, entonces fue cuando me dijo que le gustaban a ella. Antes de que llegase Mariora, pensaba decirle que había cogido nueces, y decirle que si me hubiera dicho que le gustaban a mamá o a ella, bastaba para que yo no las tocase. Pero llegó preocupada y entonces me dio pena. No se lo dije.


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