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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



domingo, 24 de marzo de 2013

Ahora está hablando por teléfono


 y le dice a Matilde que, en el verano, subía de la tienda preocupada y descargaba con este hijo suyo que estaba en casa y no sabía si, en verdad, tendría tanta culpa como decía ella. Pero eso ya, ¿para qué sirve?.
  Y creo que no vale de nada que le contestes por qué, tonta, va a tomar eso como una contestación y no va a fijarse. Ahora me da pena por aquello que reconoció. ¿Por qué no habla conmigo?. Dice que ahora hay más tranquilidad. Pero no sé por qué. Hago lo mismo que antes, pero sin música, riego un poco, bajo, subo, y ya es comer. Al final bajé en chándal y me lo cambié porque el pantalón estaba roto entre las piernas. Es un chico que estudiaba conmigo. Me guiñó el ojo. Entonces me recuerda, entre él y yo hay un abismo. Sólo un perro me entretiene un poco a distancia. No quiero que se acerque. Tiene ganas. No quiero que me miren lo que escribo. Me importa un rábano lo que piensen. Lo separaba con la pierna. No quiero que piensen todos que esto también es escribir poemas. Bueno, voy a subir. Aquel perro quería subir conmigo. Un chico que había a la altura de las damas me lo sujetó y yo vine por el desvío de Palmira. Como había pensado, dijo: ¿Más perros?.
  La hoja anterior la empecé ayer. Me entusiasma pensar que podría pasar toda la vida escribiendo, aunque no puede ser lo único, sobre todo, escribir a máquina. Pasarme todos los días, cuando sea mayor, escribiendo a máquina. No sé si el casarme va a ser una ayuda en este sentido o una pega, pero el caso es que yo siempre necesitaré de alguien a mi lado. Me gusta Ana, fantástica sería y tal vez por ser la primera que bailó a gusto y cuanto quise, Rosi. Me parece que lo voy a tener difícil. Lo que no llego es a ponerme a la altura de Antonio. El me dice: “Vas a pasar hambre. De puré no vas a vivir siempre”. Y soy incapaz de pensar para entonces. Con las manzanas que hay, siempre pienso que Dios alimenta a sus criaturas.
  Siempre pensaba que era mejor todo lo regular para el principio, siempre que se sostuviera la esperanza de triunfar un día, y todo eso bueno para el final. Así me lo va demostrando la vida ya por entonces. Y el mejor ejemplo lo tengo en el baile. Lo digo porque conservo una de esas revistitas que hacíamos en el centro de Vigo. Y me parece que hice mal colocando en las dos primeras el poema de Galicia y Tormenta sobre una ciénaga, para poner el incendio, que sería mucho mejor, al final. Creo que comprarían más. Bueno, ya no se puede regresar. Creo que he metido a Quico en un lío, porque, al bajar el pantalón azul, también dejé sobre la cama el chaquetón del armario.
  Vino mi madre porque no lo quería ver así y descubrió la laca que usó Quico. Dijo que es un bote que le desapareció y que nunca lo encontraba. Bueno, no sé si tendrá problemas Quico. Lo único que tengo en mente es el domingo. Me parece que le esperaré en la puerta hasta las siete y media para entrar con ella. Me parece que le ayudaré a sacar billete. Hay que dejarte por imposible, ésas fueron sus últimas palabras. Palabras que no comprendo. Pero, ¿qué hay que hacer?. Dejarle por imposible tantas veces.
  Fui a buscarle cera al sótano. Y se la traje. Le dije que había una espontela y era un completo. Se quedó encerando y yo bajé a cortarles manzanas a los conejos. Bajé el cuchillo. Y corté. Los conejos comían. Me alegré. Después subí a casa y le dije que iba al fallado. Iba a separar las manzanas podridas. Tal vez pensaría que a escribir. Después me llamó. Le faltaba el cuchillo. Recordé que lo había bajado, pero había un periodo en que me faltaba la imagen, y en él estaba comprendido ese momento. Total, ya sabes cómo se puso. Me acordaba de ese “inútil”, la culpa era suya. Pero ya no había salida. Le dije que lo había subido. y le dice a Matilde que, en el verano, subía de la tienda preocupada y descargaba con este hijo suyo que estaba en casa y no sabía si, en verdad, tendría tanta culpa como decía ella. Pero eso ya, ¿para qué sirve?.
  Y creo que no vale de nada que le contestes por qué, tonta, va a tomar eso como una contestación y no va a fijarse. Ahora me da pena por aquello que reconoció. ¿Por qué no habla conmigo?. Dice que ahora hay más tranquilidad. Pero no sé por qué. Hago lo mismo que antes, pero sin música, riego un poco, bajo, subo, y ya es comer. Al final bajé en chándal y me lo cambié porque el pantalón estaba roto entre las piernas. Es un chico que estudiaba conmigo. Me guiñó el ojo. Entonces me recuerda, entre él y yo hay un abismo. Sólo un perro me entretiene un poco a distancia. No quiero que se acerque. Tiene ganas. No quiero que me miren lo que escribo. Me importa un rábano lo que piensen. Lo separaba con la pierna. No quiero que piensen todos que esto también es escribir poemas. Bueno, voy a subir. Aquel perro quería subir conmigo. Un chico que había a la altura de las damas me lo sujetó y yo vine por el desvío de Palmira. Como había pensado, dijo: ¿Más perros?.
  La hoja anterior la empecé ayer. Me entusiasma pensar que podría pasar toda la vida escribiendo, aunque no puede ser lo único, sobre todo, escribir a máquina. Pasarme todos los días, cuando sea mayor, escribiendo a máquina. No sé si el casarme va a ser una ayuda en este sentido o una pega, pero el caso es que yo siempre necesitaré de alguien a mi lado. Me gusta Ana, fantástica sería y tal vez por ser la primera que bailó a gusto y cuanto quise, Rosi. Me parece que lo voy a tener difícil. Lo que no llego es a ponerme a la altura de Antonio. El me dice: “Vas a pasar hambre. De puré no vas a vivir siempre”. Y soy incapaz de pensar para entonces. Con las manzanas que hay, siempre pienso que Dios alimenta a sus criaturas.
  Siempre pensaba que era mejor todo lo regular para el principio, siempre que se sostuviera la esperanza de triunfar un día, y todo eso bueno para el final. Así me lo va demostrando la vida ya por entonces. Y el mejor ejemplo lo tengo en el baile. Lo digo porque conservo una de esas revistitas que hacíamos en el centro de Vigo. Y me parece que hice mal colocando en las dos primeras el poema de Galicia y Tormenta sobre una ciénaga, para poner el incendio, que sería mucho mejor, al final. Creo que comprarían más. Bueno, ya no se puede regresar. Creo que he metido a Quico en un lío, porque, al bajar el pantalón azul, también dejé sobre la cama el chaquetón del armario.
  Vino mi madre porque no lo quería ver así y descubrió la laca que usó Quico. Dijo que es un bote que le desapareció y que nunca lo encontraba. Bueno, no sé si tendrá problemas Quico. Lo único que tengo en mente es el domingo. Me parece que le esperaré en la puerta hasta las siete y media para entrar con ella. Me parece que le ayudaré a sacar billete. Hay que dejarte por imposible, ésas fueron sus últimas palabras. Palabras que no comprendo. Pero, ¿qué hay que hacer?. Dejarle por imposible tantas veces.
  Fui a buscarle cera al sótano. Y se la traje. Le dije que había una "espontela" y era un completo. Se quedó encerando y yo bajé a cortarles manzanas a los conejos. Bajé el cuchillo. Y corté. Los conejos comían. Me alegré. Después subí a casa y le dije que iba al fallado. Iba a separar las manzanas podridas. Tal vez pensaría que a escribir. Después me llamó. Le faltaba el cuchillo. Recordé que lo había bajado, pero había un periodo en que me faltaba la imagen, y en él estaba comprendido ese momento. Total, ya sabes cómo se puso. Me acordaba de ese “inútil”, la culpa era suya. Pero ya no había salida. Le dije que lo había subido.


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