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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



sábado, 4 de febrero de 2012

Debí contestarle, y lo debía hacer siempre.

  Recuerdo que ayer, cuando por la noche salimos, en Bayona, cuando aparcamos el coche, al principio no quería ir con mis padres (Jo, qué aburrimiento, sin hablar). (Bueno, sólo es un rato). Cuando íbamos por la acera, yo fui detrás, porque iba a mi paso, tranquilo. Ella se volvió, y me dijo: Eres tú quien se margina. "Si, quizás, antes si". ¿Te das cuenta?. Ahí quedó la cosa.

  Cuando estábamos bebiendo, que Quico me cogió un papel que llevaba en la camisa y me pidió el bolígrafo, que no lo llevaba, contando que a veces me despertaba a las horas de la mañana para escribir, yo intentaba estar alegre, con los demás, y miré a mi padre, no sé por qué. Él estaba intentando esos ojos de mirada fija para intranquilizarme. Pero me dije: ¿Qué crees que haces así?. Y no pasó nada más. Ahora hubo una discusión con Quico, más que una discusión, una riña. No salí muy contento de ella. Cuando iba a hacer la primera bandeja, me dije: ésta por ser la primera. No sé cómo saldrá, pero veo qué tal. Mamá me dijo que bien, pero a mí no me terminaba de gustar del todo. Hoy me dispuse a hacer otra, pero estudiando cómo podía ser. Después de más o menos una hora, vi una posible solución. Empecé a hacerle agujeros, y Quico me llamó para que le sacase la escalera. Me enfadé, pero dije "después la termino". Y salí. Fui a buscarla al sótano y no estaba. "Voy a los conejos y me queda de camino a la caseta. Pero arreglé aquello y no sé si estará. Bueno, voy a la caseta y luego allí". Fui a la caseta y no estaba. "Ahora recuerdo que la coloqué en los conejos". Pero iba un tanto enojado. Se la llevé y me dijo que le buscara la tijera. "Creo que la he visto en los conejos". Pero discutí. "Jo, no sé, creo que las usó papá". Cuando le traje una, iba a llevarle la escalera. "No, la llevo yo". Comprendí que se había enojado e intentando calmar un poco, le dije: "Así lo llevo con la azada y hago fuerza". Me respondió: Eso lo tenías que haber hecho hace nueve años". Y me fui, disgustado. Lo que me admiró tal vez tanto como el que más, fue un día que estaba haciendo la habitación y, sin querer, leí una carta de mi hermano. Y digo que me extrañó porque a mí me habían dicho un día que mis palabras eran bonitas porque hablaban de algo poético, pero él… no sé cómo definirlo, tal vez porque hablaba con la intención de aconsejar, todas intentaban aclarar un problema. Y eso me señalaba más a lo que podía ser la sinceridad. No eran muchas las amigas que buscasen eso, no, no es verdad, alguna vez todas lo hicieron, lo que me admiró fueron aquellos consejos. Esos si eran de verdad. Mis consejos eran vulgares, a veces hasta ni tenían salida. Y los dejaba sin acabar. No sabía acabarlos. Todo se quedaba en las intenciones. Se volvían niños, como yo, y eran tan distantes, que les era mejor perderse.
  No sabían, se contentaban con lo de siempre. Se hacían ridículos, debías ser tú mi auxilio. Mis palabras querían hacerse apoyar, trataban, pero no encontraban a nadie. Sentían, a solas, que ya había pasado el tiempo, sentían que su llegar era siempre un llegar tarde. No habían nacido para mí, estaban muy lejos, muchas veces intentaba consolarles. Ponían toda su buena intención, pero ahí se quedaban. 
  "Tú siempre me enseñaste, tú siempre fuiste mi compañera. No sé qué decirte, tal vez por que oigas mis equivocaciones, aprenderás la verdad. Ya sabes cómo soy: nunca en el mismo sitio. No podré responderte a eso que buscas, tú me ayudarás a mí. Muchas veces me dicen que no reconozco mis errores, y yo, que siempre he aprendido en la educación de callarse, me callo. Y no puedo decir nada, porque si sigo algo "me parte la cara". Con mi madre es distinto, pero es también la misma tensión. Me admiró siempre la facilidad de mi hermana, Malena, por que cambie de tema. Sin embargo, hoy estaba mi madre limpiando una esquina del césped y me pidió la hoz que había comprado. Le dije que tenía que estar en los conejos. Sobre la jaula, en un estante, sobre el pilón, no estaba. Entonces se desahogó: "Doscientas pesetas tiradas, soy yo la que trabaja en la Ferretería y estoy muy cansada de aquello, pero no puedo dejarlo porque se necesita el dinero". Ya no era tanto el efecto de eso sobre mí, pero me fui enfadado. La usé una vez, si, pero la dejé sobre los conejos, varias veces dije que no la había usado, pero lo dije porque cuando la usaba, la dejaba sobre los conejos. "La ves tirada y no la recoges". El defecto mayor que tengo en esos instantes es que necesito bastante tiempo para fijarme bien, porque los ojos se clavan en cualquier cosa. A la caseta, al sótano, después fui a los conejos otra vez, pero ya iba pensando que no tenía por qué decir eso, porque no sabía cierto si había pasado eso. Pero bueno, eso lo dice siempre. Después de varias vueltas y de preguntárselo a Quico (a él creía habérsela dado, pero no sabía cierto que era este día, o ayer, pero me decía: Ya verás como no la tiene, el culpable soy yo, sólo falta eso). Me dijo que no, y me deprimí un poco más. Después de buscar un rato más, me asordé: Solían caer entre las rejas donde comen los conejos. Y fui. Allí estaba.

2 comentarios:

  1. "Mis consejos eran vulgares, a veces hasta ni tenían salida. Y los dejaba sin acabar. No sabía acabarlos. Todo se quedaba en las intenciones."

    ¡La intención es lo que cuenta!

    lobezno

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  2. Tienes razón, Lobezno, nunca deberían pensarse que son vulgares los consejos, nunca lo son, pero algunas veces estos pensamientos son parte de una evolución y eso debe ser lo que nos ayude a superarnos.
    Este niño dudó, su mirada de niño, pero a la vez se hizo más fuerte

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