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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



viernes, 27 de enero de 2012

A veces la vida pasa muy despacio para mí


A veces la vida pasa muy despacio para mí
y soy capaz de mirar
cómo se mueve el tiempo a mi alrededor.

Y a veces consigo meterme en cada segundo
y desde él mirar lo que puede sucederme:
                                        adivinar, presentir.
Una sensación de calma envuelve mi cuerpo
y mi alma: me estremece.

A veces le tengo miedo al mundo:
camino por él, si, me muevo,
pero no soy consciente que camino:
                                me detengo, medito…
y no me canso de meditar.

Hoy recojo ese niño que aún está sorprendido,
asustado
y le enseño el universo  que hay a mi alrededor.
Y pongo en su boca palabras que dije yo, hace ya tiempo.
                                      Y sé que las recuerda.

A veces sólo el tiempo pasa por mí…
callado, ausente;
pero mi niño y yo llenamos el universo.


4 comentarios:

  1. Hermosa dualidad digna de corazones bicéfalos (druida de doble personalidad).

    lobezno

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  2. Aunque es un tema que ya has tratado otras veces, recurrente pero esencial, aquí le aportas un aire místico de serenidad encontrada. Me agrada que tu "niño y tú" sigáis juntos.

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  3. Es cierto, Raúl, es quizás innato en muchos poetas tocar pensamientos ya tocados anteriormente, pero a través de ello también están señalando un cierto nivel de evolución, primero a sí mismos pues se convierte en caminar hacia adelante y segundo como una manera de adentrarse interiormente y, desde ahí, afrontar una especie de reconversión. Muchas veces pensaba: debo dejar de ser niño para ser el hombre, para madurar... debo dejar de tener reacciones de niño; pero no es así, él te condujo al ser que eres hoy. Un niño siempre aporta inocencia y verdad

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  4. Lobezno, el hombre y el niño están unidos siempre, aunque las palabras que se pronuncien intenten decir lo contrario. El hombre y el niño se aportan uno al otro la comprensión y la verdad necesaria para afrontar la vida: la pureza y la emoción, la espiritualidad y el camino... ahí el hombre y el niño se reencuentran y caminan juntos

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