No estamos solos, soledad.
Mátame
o
rómpete, pero quiebra
este
lazo. Uno de los dos pasará,
a
mí me toca sufrir,
a
ti no porque tú no tienes cuerpo
ni
ojos
ni
boca,
tu
corazón es de hielo,
suave
por dentro, frío por fuera
para
quien no te conoce.
Mátame,
soledad, que nuestro amor
no
ha de morir. Yo seré fiel
allí
donde te encuentre. Soledad,
aunque
no respire,
aunque
llegue llorando,
rómpeme,
el sufrimiento me desgarra
por
dentro. Uno de los dos ha de morir,
que
sea yo, que no debo
seguir
aquí
si
no encuentro aquella paz
que
sostuvo mi infancia.
-1988-
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