Pensando en ella
parece no pasar el
tiempo.
Son tan pocas las
palabras que necesitas a su lado,
que me convertiré en
un deseo de libertad.
Así tiene sentido:
pasaré a ser ese
acompañante
para tus momentos
indecisos, ese amor
puede ser nuestro
entretenimiento.
Y seré como
tú:
la mariposa que nunca
podrá posarse.
Un final entrañable!!!
ResponderEliminarNo me dirás sólo eso, ¿no, Raúl?. El final no desmerece el camino recorrido. Parece más propio de Fausto que de Jean, pero si hacemos una mirada retrospectiva sobre el poema pudiera ser de Jean de los primeros años. De todas formas, no está desubicado de nuestro contexto actual. A veces pensar es lo que nos confunde, puesto que pensamos con la parte de programación que el mundo exterior nos ha inculcado
ResponderEliminarSomos software anticuado en un mundo de carencias. El amor es un entretenimiento que llega a aburrir (espero que no estés en esa etapa). Si no pensamos en qué podemos entretener nuestros cerebros, tal vez, en la tele-basura. El poema es una programación que aletea entre flores buscando su lugar en el polen. Es demasiado puro porque carece de negatividad afectiva, pero la pureza nunca ha sido un desorden o un pecado.
ResponderEliminarLas carencias están a nuestro alrededor y no podemos escapar de ellas, pero a la vez las buscamos porque también nosotros nos reflejamos en ellas. Escapamos de nuestras carencias ocupándonos en trabajos, amores, sueños... pero están ahí y sólo cuando nos desbordan somos capaces de ver la realidad: que estamos indefensos
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