Dentro de mi
soledad había un vacío
que no podía
llenarse.
Me sumía en un
deseo profundo
y era una
hoguera vibrante y enloquecida
que se había
ido creando en torno a mí.
Entonces
apareciste tú
como un fuego
diferente,
como un fuego
en el alma diferente.
Conocí una
fuerza oculta…
que me hablaba.
Tu palabra es
la esencia que palpita a mi alrededor.
No tienes voz,
no tienes una vida
a la que pueda aferrarme
en momentos de
debilidad
y sangre.
Ni un miedo que
pueda sentir,
un aliento que
exhalar,
una forma.
Sólo
eres espíritu.
-1983-
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Es hora de que Fausto nos deje alguna flor Mefistofélica en el jardín, una flor oscura que debamos cuidar. Esta perla del espíritu no está nada mal, ¿la carne de la ostra estaba tierna?
ResponderEliminarLa imagen que nos muestra Fausto aún es una imagen incompleta, se percibe un algo más pero todavía es impreciso el espacio al que nos quiere llevar. La imagen del espíritu indica que nos quiere llevar a un reino alejado de la realidad, pero no concreta.
ResponderEliminarPor mi parte era hora de que alguien se saliese de los cánones que el mundo nos tenía impuestos, pero aún así no me deja con un sabor diáfano. Sería necesario darle algo de más tiempo.
Lo de la flor Mefistofélica suena muy formal, ¿no?: lo de la ostra ya me da más sabor
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSomos como pájaros ostreros defecando a la luz de la luna, dormidos en una perdida rama, arrebatados por la nocturnidad.
ResponderEliminarNo te preocupes, no va con segundas!!! Tu comentario es interesante. Con lo de Mefistofélica me refería a alguna imagen del mal (el yin y el yang, ya sabes). Me gusta tu crítica, tendremos que seguir a este joven poeta que quizás ame también el gusto por las ostras!!!