No me muestres a
quien me hirió un día:
a quien se oye llegar
y se escuchan sus pasos; por él
llegué a dar mi vida
por perdida
y me dediqué a
escribir.
No me la acerques.
Que sea yo un misterio
como lo es tantas
veces su amor para mí.
Mantente un rato más
en mi pensamiento
y no dejes de
escribirme versos.
Que no se apague tu
voz, porque si te junto con la soledad hoy
sé que voy a sufrir,
a sufrir mucho
por no encontrarla.
Si el mundo decide
apartarla,
yo no levantaré mi
mano para impedirlo: me quedaré callado,
ausente.
Nada tengo nada
contra él
Mi cuarto está lleno
de soledad.
-1988-
Hay que meter la mano debajo de esta falda para descubrir una oculta obsesión. Creo que deberías dejarla con un corpiño indiscreto y reducirla a su mínima soledad.
ResponderEliminarCada vez que la leo me parecen unas frases muy significativas: muy clarividentes pero a la vez también delicadas. Cierto es que alguna de las frases no detalla el por qué fue escrita, pero eso no le quita su autenticidad
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