Ahora que no escribo
veo un mundo
diferente. Veo los últimos candiles
que han tardado en
encender
y aún percibo en
ellos una luz
diferente de ésta que
a mí me alumbra.
Ahora que no escribo
el tiempo pasa
más despacio,
es muy duro tocar la
tierra y no ver en ella restos de un universo
que se prendió a mí,
que se aferró a mí,
que me caló.
Ahora que no escribo
quisiera aferrarme a todo, pero ese todo
se escapa, se escapa
de mí, ya no me deja
ni beber las últimas
gotas
de este licor que me
arrastra.
Porque ahora ya no
duermo en los cristales, ni bebo
en las nubes, no soy
capaz.
Pero, mientras sueño,
hay una brisa
que silba, hay unas
alas que braman…
y digo no, ya no
quiero escribir más
si no es para
devolver a mi universo
la fuerza que se
merece.
-2007-
Aún vive el escritor en las letras no escritas, reminiscencia de una edad merecida a la fuerza.
ResponderEliminarEl escritor nunca muere, seguirá vivo aunque no respire. Es lo único que tiene: reminiscencias. Pero son suyas, eso sí. No sólo habla en lo que dice, ahora que no escribe es cuando comprende que el camino no queda ahí
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