Las veces en que pensé en ti, en tu amor, en todo eso que compartimos. Sólo una cosa contigo: no te vayas aún. Ahora te iba a contar lo bien que me encontraba por que esta mañana no hubo ninguna clase de riña: mi madre bajó al pueblo y yo cogí la leche, el pan, estuve haciendo cosas y fui a coger manzanas. Hasta sé que antes de ir subió Quico al fallado con el cassette y dos cintas y puso la que titulo “Lúgame”. Primero una de Pía Zadora y M. Jackson y luego ésa que tanto me gusta.
Cuando le vi ponerse a escribir a máquina
en la mesa, me dije: Yo también tengo ganas de oír música. Me quedé haciendo
alguna cosa más: recogiendo y ordenando un poco por ejemplo. Entonces ubió mi
padre y me preguntó: “¿Qué buscas aquí?”. Estoy recogiendo un poco. Creo que
añadió: “Vaya”, y se dejó estar. Se fue después. Y fuimos a comer. Luego marchó
Quico y yo subí a escribir a máquina. Puse otra vez la canción ésa que tanto me
gusta y la quise llevar al cuarto de Mariora por si se enfadaba conmigo,así que bajé el aparato y las
dos cintas. Incómodo. Intentando abrir la puerta de la habitación se me cayeron
y me agaché. Salió mi madre que estaba en su habitación y, cogiéndome de los
pelos, dijo: “A lo zorro, ¿no?. Yo la escondí y se la volviste a coger”. Y me
enfadé. No pudo terminar bien. Siempre tiene que aparecer alguien jorobando la
historia. Le dije, chillando, que había sido Quico. “Bueno, pregúntaselo a él”.
Ahora me pregunto por qué no le dije que había sido yo. Chillando, que no
quiera venir ahora a mandarme que aquella vez reñí con él, al irme le mandé a
la mierda y él no me dijo nada y creo que lo oyó. Que no venga a hacerse el amo
que también me queda para ella.
No se lo preguntará, pero en caso de que
se lo pregunte a él, no me dirá: Perdona por tirarte de los pelos. Así que
también se va a la mierda. ¿Es que siempre tiene que aparecer?. Yo, lo único
que me tranquiliza es que es sábado y puedo perderla de vista yéndome al fallado.
Y eso todos los días, porque si tuviera que quedarme con como estoy, seguro que
no volvería a dirigirle la palabra. Y que tengo aquí estos autodefinidos y
dameros, que si no, pues no sabría qué pasaría.
Hoy por la mañana vi que había quedado una
gallina fuera, menos mal que no se enteraron. Me gustó el trozo que escribí
sobre Pepi ayer en la otra hoja. Sé que lo leí una vez más esta mañana y me
quedan otros días para recordarlo. Jo, la habitación está sin hacer. Pensaba
bajar sólo a alimentar a las gallinas, pero tendré que quedarme en la casa
limpiándola. Estoy pensando, no se me ocurre nada que contarte, me parece que
va a ser mejor dejarlo para después.
La verdad es que para mi cumpleaños quisiera que
me regalasen un radio cassette, para mí y para Quico. Pero no termino de darme
cuenta que todo eso son sueños perdidos. No sé cómo, de lo feliz que era hace
uno o dos años, he pasado a ser tan esclavo como soy. Esclavo de todo, y ese
todo fue lo que me ayudó antes a encontrar un puerto resguardado del vendaval
donde poder ocultar todos mis tesoros. ¡Qué insospechada parece a veces la
vida!. Bueno, me alegra saber que ya he terminado la hoja y mañana es domingo,
no he perdido la esperanza. Fui a Vilariño. No le di un beso a Tere, estaba con
gente y no quería ser un plomo. Mi madre le trajo de Andorra un reloj a Quico,
a mí me quedará el de mi padre. Me lo puse hoy. Le llevé las dos cintas sin
título a Paz y a Loli. Había hablado con Paz el anterior domingo y me pidió que
le llevara la de S. Wonder. Al grabar el lunes cogí ésa y una de Berlín, y no
sabía cual, así que le llevé las dos. Me encontré allí con Susana, la misa se
la dedicaban a su primo. Salí del baño, quería entrar Quico, pero mi padre pasó
para la cocina y no se dio cuenta, antes pasó al contrario pero despisté. Salió
mi hermana y pensé que era él, pero ya pasó el peligro. Susana me dijo que
Betty salía, aunque sin otra, pero podía ir. Me convencí que iría. Recuerdo que
quería hablar contigo para que me tranquilizases. Quería que me dijeses que
iría o que me dieses una esperanza. El collar se lo llevo para el próximo
tercer domingo que irá. Le hablé del cuello, supongo que ya sabrá qué es.
Bueno, da igual. Hablé con Manolo. Dudaba sobre si iría Betty con ellas.
Buscaba una hoja en la carpeta y la encontré en el bolsillo. Mejor, así te
cuento lo que quería. Esta mañana abrí la mesilla donde estaban los zapatos y
comprobé si estaba la libreta. Encontré el papel y lo desenvolví un poco, no
estaba. Entró Quico y le pregunté: Me la cogiste tú, ¿no?: la cadenita de
Fátima. Me respondió que no. El caso es que estuve convencido un rato. Pero
recordé que el papel tenía envuelta la cadena y, en desdoblez, el dinero. Pensé
en pedirle perdón, pero no sé qué contestará. Le dije: Ya la encontré, estaba
suelta. Y me quedé igual de tranquilo. Pero no sé por qué no le pedí perdón.
Nadie lo hacía. Me faltó el valor.
Me
parece que a Bety voy a regalarle una especie de colgante de ésos que se ponen
en la muñeca. Lo encontré en el fallado. Dime que me tranquilice, amor. Estoy
como una regadera. Busqué la libreta como un loco. Después de un cuarto de hora
de vueltas al fallado y a la habitación, volví al fallado y volví a buscar en
la libreta. Y vi esta hoja, me di cuenta que no hay libreta, pero créeme, estoy
como una regadera, como un colador. Pídeme que me tranquilice. Estoy en el
baño, no hago nada, pero escribo. Aún no empecé y ya rompí el bolígrafo en la
punta. Cayó un trozo. Todo empieza ayer. Pensé en hoy, iría al baile: iría Ana,
Bety y todas y recordé que a Susana le había muerto el primo. Bueno, era la
respuesta.
No
me importaría, no importaría. No quiero ponerme a buscar una hoja nueva. Dudaba
ir, había respuestas de si y de no. Y creo que ganaban éstas últimas. Pero Paz
me había dicho que le había gustado el último domingo, de blanco, pantalón y
niki. Hoy iría ella, me bailaría dos, no una sóla como el último domingo. Hablé
un rato con ella en su cara. Le conté problemas. No tenía que hacer nada y me
dedicó todo aquel tiempo. Llegó la tarde. Le tenía que pedir a mamá un nike si
quería ir de blanco. Subí con ella, le iba a planchar un pantalón a Quico.
Dudé. Al final se lo pedí, un niki que había encontrado yo. Me dijo: “No, aquí
tienes uno planchado”.
Hablé
con Manolo y luego fui a dar una vuelta por el pueblo. Pensaba volver y no lo
hice. Vi a Bety y a la otra Susana. Y un rato más tarde, entré. Primero
encontré a Bety, luego bailé con Paz (o primero con Paz, no sé), con Angeles,
hablé con Mari Carmen Panteón. Total, que fueron todos. Bailé con Teresa, Rosi,
aunque al final con Ana, pero lo bueno es que vi a Alicia, Pepi y una amiga
suya llamada Xili (Auxiliadora). Bailé con las tres, dos, y creo que ahora tres.
Me piensan volver a escribir, Alicia mañana, Pepi me dijo que me iba a dar un
beso al final. Ana me dijo que se había enfadado por contárselo, pero ya sabes,
estuve hasta las diez. Al final fui a buscar a Pepi, me dijeron que la buscara,
di una vuelta y volví. Nada. Pero estaba con ellas, fui a decirle adiós a Ana y
las perdí. Alarmado, me dirigí al ropero y allí las encontré. En la calle, al
salir, se lo di.
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