Me dicen que corro muy rápido. Bueno, nada. Olvídalo. El roto daría mucho que hablar, si, pero ahora parece tranquila. Todas las nueces se perdieron, pero aún se pueden recoger algunas pequeñas. De todas formas, me parece que me dijo: “Espera a que venga de Roma”.
No, no me quito la culpa. Tengo, aunque sea por
el hecho de desconocer. Mi padre está regando el trozo de césped que hay frente
a la cocina, aunque ahora sea tierra. Yo estoy en el baño escribiendo. Mi madre
fue a Vilariño. Regué un poco, a propósito, el jueves de la anterior semana
quise levantar una flor que estaba tumbada y se rompió. Resolví dejarla allí,
pero dentro de la regadera. Al día siguiente, cuando mi madre iba a marchar a
misa, a arreglar la iglesia, le vi cortando flores. Le pregunté si había cogido
ésa y me dijo que si. lo cual me hace suponer que necesita que yo las riegue.
Tuve una idea y fui a colocarle a las gallinas un cordel largo sobre una rama
para poner dos colgaderos más de verdura. Los conejos siguen gorditos.
Yo no sé si haré tanto ruido, al menos sé que
sorbiendo no. No hay quien lo aguante. Nacho al mediodía y, por la noche, mi
padre. Tuve que salir ahora de la cocina, porque siempre tengo ganas de gritar.
Ya sabes como yo, ayer vi una película: “El hombre que amaba a las mujeres”, un
narcisista, quise yo también hablar de eso. No pierde importancia, cuente lo
que cuente, pero ahora siento que no me agrada mucho esa situación. El “Más
juntos” de Ana, no sé cómo sigue. Pasó por una etapa que estuvo frío, y ahora
parece que ya lo vuelvo a tener presente. Aunque no sé por qué, porque ya sabes
que tocar así, de esta forma, no es lo mío.
Bueno, ríñeme cuando veas que me salga
del tema. Me gustará tenerte conmigo, aunque sólo sea por el hecho de pasarte a
máquina. Si vieras mi lista de direcciones. Me parece que la noche estaba
preparada para llegar a mi puerta. Espero una de Pily y otra de Alicia. Son las
dos grandes. Tú ya las conoces. Me parece que yo tengo una enfermedad
denominada pasión por la escritura. Escribir cualquier cosa, ya ves, como
ahora, y me importa un rábano caer cien mil veces si puedo seguir escribiendo.
La verdad es que me gustaría como novias
muchas, pero me parece que lo primero que le pediría es ayuda. Ayuda para ser
de verdad, no una imagen como lo soy ahora. Incluso a Santiago me parece que
llevaré la libreta.
Antes me gustaba contarle todo a los amigos o
amigas con las que hablase, incluso personas mayores. Ahora no, no suelo
hacerlo mucho. Bueno, da igual. Porque, al fin y al cabo, pienso que nada
lograrían hacer. Solo acordarse de mí. El roce con ella apareció pronto hoy. Le
empujamos el coche a Nacho hasta que pudo y habían caído unas habichuelas
abajo. Los ratones habían roto la bolsa. Como me pidió una pequeña para
recogerlos, le quise dar la del sótano, pero era muy pequeña. Fuí a por dos que
había en los conejos. Una dijo que estaba sucia y otra porque sólo tenía un
asa, aunque la utilizó al final. Encontró una tarjeta que ponía Escorpión, y
dijo: Este eres tú. Y me la dio.
Si, era verdad. Tesoreros, trabajadores, pero
se deprimen cuando comienzan a verlo todo negro. Pensé en Alicia, ella y yo
haríamos mala pareja, pero me parecería estar muy bien en ese ánimo, porque lo
conocería. Además, no quiero hacerle mal.
Voy a bajar a llevarle alguna bola. Se me
coló un gato en casa. Bueno, me entretiene, da igual. Vamos a hacer aquello.
Vino Chicho. Le di las bolsas a mamá. Vio las flores. Pero si no acepta mis
defectos, siempre pudiéndose superar, las va a ver negras, ya las está viendo.
Bueno, al final bajo en chándal. Creí que me iba a imponer yo porque tenía
mucha ilusión, pero ya ves. Por ser sincero y decirle que el calzoncillo te
cae. Podías habértelo puesto, guardado en la mesilla y utilizarlo otro día.
Bueno, bajaremos otra mañana. Llevas el pantalón y la parte de arriba. Baja al
perro contigo, para que no tengas que correr. Y lleva la hoja, por lo que se te
ocurra. Me pondré duro para llevar este chándal. Ese siempre querer hacer
rápido todo lo que te pide tienes que olvidarlo. Ya ves, antes quiso limpiar
las habitaciones y te dijo que cogieses la escoba que estaba arriba, en la
terraza. Tú le dijiste que en el sótano había dos antes de limpiar mi padre. Yo
también lo sé, y es verdad, podían estar en donde los trozos de madera, pero
fíjate en que te llamó, aunque pienses que se parece a alguna vez en que se lo
llamó también a mi padre, piensa en esa diferencia entre tú y él. Ya ves,
tozudo, todo eso, tú no le pudiste decir nada.
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