En el largo camino que es la vida conocemos a
multitud de personas
que influyen de una u otra manera en nosotros.
Unas son amigas, otras sólo conocidas.
Y cada etapa de esa misma vida,
cada paso que damos, aunque en un principio
lo desconocemos
no es tanto, pues sabes que llevas contigo
el espíritu de todos aquéllos
que marcaron tus sentimientos
y de alguna forma tu camino.
Este texto está dedicado a una persona
que apareció en mi vida
en una etapa de conflictos
y es la que más ha influido en mí
para mirar hacia delante.
Posado en la rama más alta del viejo árbol estaba el pájaro
azul.
El universo había cambiado de color para resaltar de él la armonía
y el equilibrio… el universo se estaba confundiendo con él.
Sabía trinar, pero no lo hacía: él sólo agitaba las alas al
compás
de la brisa y movía las plumas en el vacío de su alrededor.
No buscaba el nombre de lo que le rodeaba, no,
no buscaba los diferentes matices que podían oscurecer
su esbelto plumaje; él sabía por qué estaba allí, en lo más alto,
sabía qué era lo que debía esperar.
Ojalá yo hubiera nacido azul como él, ojalá hubiese podido
ser
como él, pero no lo era. Lo conseguiría, eso si,
lo conseguiría con mi esfuerzo y mi voluntad…
por eso el pájaro azul podía llenar todo el universo
y yo no.
El pájaro azul me enseñó a ganar…
y también me enseñó a perder. "El ganar y el perder, me
decía,
están tan íntimamente ligados, que no existe el uno sin el
otro,
se necesitan; no pueden estar juntos, pero se dan fuerza".
El universo era para él un cauce, un cauce…
el pájaro azul iba de rama en rama, dando en cada momento
su vida, lo que tenía de vida.
Ojalá yo pudiera detener el tiempo para estar a su lado ojalá…
ojalá mi universo fuera azul.
La dedicatoria es un verdadero poema, diáfano y simple. El Pájaro azul es una hermosa metáfora que me recuerda a algunos versos de Khalil Gibran.Con este tipo de versos de lenguaje "ermitaño" hay que tener cuidado de no ser demasiado redundante porque, por experiencia, tienen un estilismo, a veces, demasiado pastoso. Gracias por la aportación.
ResponderEliminarCada texto que escribo intento leerlo varias veces, sobre todo por ese carácter pastoso que dices tú... en las repetidas lecturas vas buscando una sencillez aunque no siempre se consigue. Pero eso se logra con el tiempo, en mis primeros poemas intentabas que lo consiguiese pero me faltaba eso: tiempo. De todas formas tus comentarios siempre son dignos de tene en cuenta
ResponderEliminarNo me refería a "pastoso" por tu poema. Simplemente que yo ya había intentado este tipo de lenguaje místico-profético (no sé si es el calificativo exacto) y con el paso del tiempo me ha parecido demasiado saturado, pero siempre nos puede descubrir algo interesante.
ResponderEliminarcon estas cosas que publicáis es fácil levitar como anacoretas!!!!
ResponderEliminarlobezno
Eso es un elogio para mí, Lobezno, seguro que para Raúl también
ResponderEliminarCon una segunda lectura todo cambia. Las apreciaciones,muchas veces, dependen de nuestro estado de ánimo. Para sentir un poema hay que sumergirse en él repetidas veces hasta hacerlo participe de nuestra vivencia. El poeta tiene ese vínculo, el lector debe encontrarlo.
ResponderEliminarSiempre pasa así, Raúl, eso me lo decíais mucho en las reuniones primeras: una primera lectura capta una amanera de expresión que no llega para la comprensión del texto, para participar de él
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