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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



martes, 12 de mayo de 2015

Se me marcha la ternura






Peregrina se me marcha la ternura
entre las sombras del ayer que ha cobijado,
caminando cabizbaja y vagabunda
por los mares del recuerdo que han marchado.

Se resiste… mas el silencio le empuja
a integrarse en el olvido marchitado,
las sirenas que descienden a la pura
imaginación del qu e no ha estado.

Recordar los momentos de alegría
en que en la noche brillaba la luna,
volando a la eternidad concebida
como besos de un pasado que no dura.

La vileza abandona su poderío
para refugiarse en los crisantemos,
la maldad agoniza en torno al bramido
de los ojos azulados del veneno.

-1982 –



4 comentarios:

  1. La ternura se marcha y persiste en los ojos un veneno, ¿si pudiésemos comer crisantemos, ingeriríamos también la vileza?

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  2. Siempre los ojos del veneno y la soledad son símbología de un malestar que comparten Jean y Fausto. "Violando la eternidad" pondría yo, ahí se mira la inocencia de Fausto, que quiere expresar lo que siente sin más recovecos. Peregrina, cabizbaja, olvido, abandono... son términos que se repiten. Fausto no tiene ataduras ni limitaciones, por eso sus imágenes son transparentes. Eso no es vileza, vileza es callar

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  3. Vileza es otorgar. Nunca he sentido a Fausto un ser mezquino, más bien un amador de eternidades cristalinas (claro está que la eternidad siempre ha deseado ser violada por su poema). Fausto es tan trasparente como el Rey desnudo que se creía vestido y que todos alagaban, sólo que a él no le importa mostrar sus encantos traslúcidos y que lo alaben en su pundonor dejando que el engaño de los ojos se acerque a su tibia vestimenta (es de recalcar lo bien que le sientan las prendas íntimas).

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  4. Fausto aporta su visión cristalina e inocente mientras Jean navega por la rabia y el dolor, pero siempre gana Fausto pues su mirada no tiene maldad: esa frescura es lo que anhela Jean. Me agrada que se vayan desnudando poco a poco, pero anhelo ver el paso del uno al otro, sé que la rabia es sólo la hoguera

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