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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mi madre llegó enfadada

  Mi madre llegó enfadada porque Sol cojeaba de una pata. Creo que me cegué al pegarle. Lo del pato lo supo cuando le dije que había pegado a Sol. ¿Por qué me cegué?. Lo fui a enterrar al campo de afuera, y Quico vino después de un rato.  Ya había hecho un hoyo y yo me agaché a llorar. Lloraba de pie mientras él me decía que el pato pudo morir de viejo o por una enfermedad. Me dijo que eso era llorar por mí, que eso era de cobardes. Si, soy un cobarde. Tú ya sabes todo lo que pasa. Me dijo que nadie me entendía, ni mis amigos. ¿Será verdad?. ¿Entonces?. Mi madre estaba muy mal. Ahora está en la cama, pero siempre digo que soy yo quien le va quitando años. Quico me dijo que en muchas cosas de las que hiciera, debía convencerme que era inútil, y debía tenerlo presente cada día. ¿Será verdad que me tomo las cosas tan a pecho?: esto pasó, pero ahora llegará mi padre. Debía haber tenido presente que no podía dañar tanto al perro. No quiero pensar que le pude haber fracturado una pata. Mi madre fue lo primero que dijo. La tiene hinchada. Me cegué por el pato y olvidé al perro. No, no quiero darme toda la razón. Soy un cobarde, si. Me dijo que me quitará el dos mil, la discoteca los domindo. No me importó. Pensé en irme de esta casa, pero también me da miedo. Me dices que yo tengo la culpa y no sé en qué sentido. ¿O no lo quiero ver?. ¿Qué me pasa? Y vuelta a decirme que debía de haber hecho una copia de los poemas que le di a don Celso. Que él se rio de mí. Me dijo que los había perdido, eso era mentira. Y yo digo, ¿no te reíste tú?. Y me callo. No sé decírselo. Sólo espero que me ayudes y que Sol no tenga la pata fracturada. Me parece que siento pena de mí mismo. Mi madre quiere ir al viaje que se va a hacer a Roma en Septiembre y yo sólo le estoy planteando dudas. Antes pensaba que era Dios que me estaba pidiendo. ¡Qué iluso!. No digo que no sea verdad, pero me parece que soy un iluso. Todos los días me vuelco en ese trozo de vida, pero ahora me pregunto en qué medida lo hago. ¿O es sólo de palabra?. Me quiso tirar lo que tenía sobre la mesilla. Sobres de Ana, un recuerdo de Lence, y me tiró la libreta amarilla. Después salió al pasillo. La recogí. Como me dijo don José Carvajal, esto es un hablar contigo. ¿Por qué es así?. al suceder un lunes, la culpa es del baile ¿es malo aquello?. ¿Es mala mi vida?. Ayúdame a que me pase pronto esto.
  ¿Por qué siempre me falta algo para contestarles?.  Por ejemplo, mi madre, cuando me dijo que el primer sitio donde tenía que enseñar los poemas era en casa y comentarlos; cuando pude haberle dicho que ella era la única que se reía de ellos?. ¿Por qué siempre le doy sentido a todo lo que hago, y después, cuando me pongo a meditar, se la quito?. ¿Por qué todo cuanto pienso lo hago por ellos, y después comprendo que la mitad no debí hacerlos?. A veces pienso que ya estoy destinado. Es el miedo, ¿miedo a la vida?. ¿Cuántos tumbos damos todos, Dios mío?. Creo que yo seguiré siendo igual siempre. Me gustaría quedar escribiendo, pero no, voy a que me dé un poco el aire, a ver si puedo quemar plásticos. Ya los quemé. Había ropa afuera. Desde hace algunos días, aunque sólo fueran dos o tres veces, intenté limpiar la jaula de la derecha. Pero, hay un detalle: ¿dónde pongo los conejos?. Pensé en la jaula de al lado, pero tenía miedo porque había conejos mayores, y podía pasar cualquier cosa. Podía ponerlos en el prado, pero temía a los perros. La jaula estaba sujeta con un alambre. Fue ella y, la primera razón que me salió, fue la del alambre. Me dijo que lo soltara y lo solté. La duda que tuvo ellas fue dónde colocarlos. Pensaba que un miércoles, cuando viniera Isabel, podía hacerlo, pero ya sé: voy a bajar una caja de cartón y guardarlos allí. La idea de la caja me surgió cuando te empecé a escribir ahora, meteré verdura. No veo una caja; bueno, ya me las arreglaré. Soy un animal, no comprendo cómo pude hacerle eso. Y el daño que he causado.

11 comentarios:

  1. En la cobardía, Raúl, siempre hay algo de arrepenmtimiento, pero por encima de todo lo que pueda sentirse hay una conducta que nos hace aprender

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  2. Estoy de acuerdo contigo. Con lo de -amados cobardes- me refería a la ingenuidad, a la inocencia (amada inocencia que nos hace aprender). Es, al mismo tiempo, parte de un poema que me vino a la cabeza al leer tu relato; y que era, poco menos, que un alegato contra el patriotismo de bandera y la supuesta superioridad de los patriotas (si se les puede llamar así). Por otra parte todos hemos sentido alguna vez algo parecido a lo que tu describes, porque siendo inocentes también hemos asesinado la inocencia.

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  3. La inocencia es un germen de pureza en el interior del alma y es algo que llena por sí sola, pero es algo para conservar ahí, en el alma, pues el tiempo te va enfrentando a diferentes realidades que te hacen madurar. Perder la inocencia es dejar una parte de ti en el camino

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  4. La inocencia es una flor de juventud - para dar su fruto luego es marchitada-. Por ultimo sólo queda la condena del inocente como reos de nuestra propia desafección.

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  5. Se puede vivir la inocencia toda la vida, pero cierto es que es una flor que como todas las flores tan sólo nos deja el aroma. La inocencia se deshoja en el camino

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  6. bravo!!!! Grandioso comentario!!!

    lobezno

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  7. El devenir de la vida nos alejó, Lobezno, pero Raúl todavía conserva ese espíritu de poesía que deja una huella por donde va

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  8. Jean! Por tus comentarios observo que eres una persona afable y obtimista. Sigue así!

    lobezno

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  9. Me sigue encantado tu libro "No Hay Silencio". Ónice también es una maravilla. Tengo que centrarme un poco en los otros y ya te comentaré...

    lobezno

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  10. Un poeta saca las fuerzas de su interior; me alegro haber llegado al tuyo, lobezno. Nadie ha dicho que el camino sea fácil, pero sí, merece la pena recorrerlo

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