La lluvia caía triste
entre maduros
trigales mostrando su
monotonía,
el agua clara que en
el sol parecía
pequeños manchones de
soplos oscuros.
Y el silencio en
torno a cada gota gris
asolaba más el
corazón del día;
gota tras gota,
trueno tras trueno, mil
doradas luces: todo
se repetía.
Así era yo, solitaria
vagabunda,
peregrino pescador de
corazones,
errante y callado
trovador de amores
caminando por la inmensidad muda.
1982
Creo que habría que retocar algunas cosas para que se convirtiera en definitivo. El broche final es de una auténtica belleza: "caminando por la inmensidad muda.".
ResponderEliminarA veces definimos la soledad desde nuestro perfil, desde nuestro fondo o cautiverio quizás. Nadie nos puede retocar en donde nos sentimos porque él no lo siente, nadie nos puede perturbar. Pero siempre hay una figura que nos hace sentir parte de la soledad de todo el mundo: "Yo la conozco", pensamos... cuando la verdad es que no sabemos
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