Encontraré la estela que dejas al pasar
junto a mí: lo que siento por ellos.
No sé dónde estás,
no sé dónde duermes, me llaman
del mismo modo que lo haces tú
en el silencio.
Por eso mi mente está llena de ti
cuando ve el universo
y se tiñe de color de esperanza.
Me gusta cómo quedó.
Hoy tal vez escriba a máquina en casa y luego podré traer la libreta. Son las
nueve y diez y todavía no ha pasado Guadi. Para ella me gusta más ese nombre.
Sólo
una auténtica amistad,
sólo:
la que nos una a su corazón.
No veré sólo el paisaje
que se mueve en mi alrededor… tan insospechado
como cierto.
Su alma sostiene el tiempo…
y sobrevive.
No quiero más el vacío
junto a mí.
Pensé en pedirle a esta profesora o a Mayte una
hoja y pasarlos a ella, pero no lo voy a hacer: sería perder el tiempo de su
vida
Ya pasó Guadi, ¿siempre venía a esta hora?: hoy
te retrasaste… fue lo que le dije. Y ella sonreía…No te voy a mentir, voy a
explicarle algo de lo que sentí al escribirlos: mi joven amor es ella, ese algo
nuevo me refiero a que hoy quise traer la libreta roja, igual que ayer una foto
de cuando era pequeño.
Y yo, que no pensaba llevar estas dos hojas
hoy… ya lo ves. A veces hay alguna discusión, una palabra más alta que
otra, un nombre.
Me agrada el pensar
que Begoña ya no está enfadada conmigo, al menos hoy noté ese cambio. Porque
Asun le preguntó a Pily y ella dijo que no era su novio. Bueno, mañana
cambiará, pero ahora Begoña ya no está enfadada. Y puedo quereros a todas.
Las manos frías otra vez. Bueno, esto ya es normal. No
creo que cambie, como dije, el pantalón, aunque decía que ya no lo llevaría más
era por ella.
Bueno, olvídalo: tendremos que ir al baño… Me
preguntaron si encontraba un poema que se pudiese leer a Remigio en la cena.
Traje la libreta roja y la última… la última para pasar éstos. Voy a buscar
uno… Me gustó uno que tenía en la cuarta: “Atardecer” creo, muy romántico. Se
lo puedo dedicar a Asun. No voy a buscar otros poemas: cogí varios y otros
sentimentales, por si le gustaran a Asun, pero tengo demasiado metido en la
mollera el problema mío, hablo mucho de mí.
Tengo la mano helada. Ya pasaron las 9 y
cuarto, te iba a decir que no pasó Guadi… Ahora pasó y llegó el coche a la vez.
Ahora estoy en Vigo: no soy siempre el primero
que termina, pero tampoco alguna vez he sido el último por el que haya que
esperar. Creo que le hemos animado a Pily, ¿sabes?. Ayer me lo dijo y Begoña
estaba conmigo: el chaval que era su mejor amigo era José Manuel y había
muerto… Quiere que yo lo sea, me gusta la idea de que pueda darle un beso todos
los días, pero más me gusta ese ánimo aunque debo confesarle que sigo temiendo
un poco. No tengo por qué temer si estás tú (voy a ver, poema).
No
tengo por qué temer
si estás tú conmigo: un amor
que nació de la naturaleza, del campo, del río…
no debe conocer.
Si estás tú
ese amor es una flor hermosa dispuesta a brotar
en cuanto sienta las primeras gotas de agua,
porque alimenta las hojas,
les da vigor;
el amor que es como la savia de los árboles,
como los primeros rayos de la mañana.
Me he enamorado de la vida.
Cada vez me divierte más escribir.
Por lo que puedo aprender
de todo cuanto me rodea ---- Pienso en Guadi.
No traje el reloj. Bueno, no te enfades. Piensa que
esta tarde podrás escribir a máquina. No puedo enfadarme si lo pienso bien.
No quiero decirte
qué es lo que hice, si tú y yo
bastamos
para crear una vida.
Sólo se me ocurrió pensarlo: un pensamiento
pensando en ti que ahora se va, porque no es de los que me gustan. No voy a
seguir, porque tú sabes que no me gustan las cosas como ésa.
Como me dijo ayer Humberto, yo tengo mucha
cara. ¿Por qué?, me gustó un detalle de Loli en uno de los primeros días en que
cogió mi mano y la agarró con las dos suyas. Vivo con la tensión de si me
quiere a mí… Bueno, ella me dice que por no entretenerme: termino con el búho y
ya me he entretenido. Bueno, ¡mejor!... Y sonríe: ése es el último detalle que
tengo suyo. Mi incertidumbre me abruma. Y tengo ganas de expresarlo a través de
un poema, pero entonces me siento solo: solo porque yo tengo amigos, tú no; tú
no tienes.
Me siento solo.
Solo porque yo tengo amigos,
tú no. Tú no tienes
a nadie con quien hablar.
Si la naturaleza pudiera
levantarse de su letargo un día y escuchar tus palabras
en su hermoso amanecer…
si pudiera, la ilusión se volvería alma. Pero tú
tienes felicidad
para otro punto de vista
como los demás pajarillos.
No debes sentirte solo,
¡mira!, ese alguien que guía mis palabras
también te quiere. Ese alguien aunque no hable contigo
habla por ti… Y yo me preocuparé
si una lágrima veo en tus ojos.
¡Mira!, hay dos pajarillos
que vienen a mi lado.
Quieren hacerte compañía.
que el otro ya no está triste.
Esos dos pajarillos son verdad. No sabía cómo
terminar el poema y ya ves. Cambié la palabra “alegría”: coincidía con la
siguiente… ahora queda mejor. ¿viste?. El reloj ya es lo de menos. Por aquí ya
saben que tú escribes, sobre todo la profesora. Los niños son inocentes. Para
otra vez pones el reloj a punto la hora, fui yo quien te lo recordé.
No quisiera causar daño a nadie, tal vez son
mamás… lo digo por lo que me dijo Humberto ayer. Pienso que mi presencia les
animó un poco: Begoña me pide una cinta todos los días, hoy también se la
traigo. Begoña me dijo que el domingo irá a Ramallosa, a las siete y media: le
esperaremos en la puerta. Hablé de ir con un chaval. Llegó Mayte en coche. Ya
casi tengo terminado el búho. Loli lo terminó ayer: tenía ganas de hacerlo.
Cuando nos fuimos y salían Montse y Begoña, había una señora también y pude
hablar con ella diciendo que le había animado más a Pily y ella se alegró
también. Me asomé al coche y le di un beso a Pily, por él, y me preguntó cuándo
nos casábamos. “Cuando ella quiera”, le dije. Pero… bueno, olvida.
El poema que encontré en la cuarta
libreta se lo iba a dedicar a Asun, pero a la primera que se lo leí y se lo
dediqué también fue a Begoña: me dijo que se lo copiara y le pusiera algo. No
sé cuáles fueron las palabras, pero me parece que “Gracias por ser siempre así.
No cambies”. Se lo puse de corazón: ese enfado, ese quererme…
Me
quería
a su manera y eso dejó algo de ella
prendido en mis ojos.
Esa entrega cada vez que me hablaba,
esa luz. Sólo era una amistad,
una amistad sincera.
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