Y suben la montaña intrépidos jinetes cargados con antorchas,
conquistan a su paso
un pueblo valeroso, un pueblo gladiador;
ahora son las sombras
de fuegos encendidos
que siembran a su
paso las tristes desventuras de un loco corazón.
-2011-
Por un enlace en tu blog (Intencions) he podido detenerme en uno de tus libros -inmensamente bello- (No hay silencio). Creo que es un poemario impactante. Cada poema es una pequeña obra de arte en su delicadeza y en su consumación. Te estaremos siempre agradecidos por esta aportación a la poesía, ya que este título tiene cadencias universales. Seguiré atento a tus otras aportaciones y te enviaré algún nuevo comentario sobre las mismas. Sin más... Me despido afectuosamente!
ResponderEliminarLobezno.
Me alegro que te haya gustado, Lobezno. Es una idea que tuvo mi amigo Raúl, publicar libros de otros conocidos. Corría el año 1991 y me sentía un poco desbordado por que lo que estaba escribiendo empezaba a ser diferente de lo que había hecho hasta ese momento, aunque lo que escribía empezaba a cambiar lentamente. Conocí a los dos amigos y entre todos sacamos a la luz estos poemarios: Ónice, Camino viejo y No hay silencio. Pero también es justo decirte que fueron ellos dos quienes me ayudaron a confeccionarlo: recortando imágenes y palabras, pues muchas veces me recreaba en lo que escribía. Sé que tu comentario le gustará especialmente a él, pues cuando vimos el libro juntos me dijo exactamente lo mismo
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con Lobezno. Invito a todos los lectores de este blog a detenerse en los versos de tu poemario (No Hay Silencio) para que den su sincera opinión. Jean!, eres demasiado modesto. Los diamantes son tuyos aunque te ayudaran a pulirlos y trabajarlos. La esencia de los mismos te pertenece. Y, en el fondo, siempre he pensado que la obra trasciende al creador, fuera cual fuera su circunstancia.
ResponderEliminarDiamantes no sé, Raúl, son más bien palabras, sentimientos recogidos en el momento justo... eso todos los podemos sentir. Y encontrarte con los amigos justos también, de ésos que no se puede prescindir nunca
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