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Con estas palabras os doy la bienvenida y mi mayor agradecimiento a vosotros que sois los que hacéis posible que este blog se mantenga activo y vaya renovándolo cada poco tiempo. Mi deseo es que el contenido de este blog os aporte diferentes emociones y sentimientos. Un abrazo cariñoso también a todos los que estáis ahí y formáis parte de esta poesía y a todos los que quieren también formar parte de ella, a las nuevas incorporaciones: un abrazo de bienvenida a todos ellos



domingo, 9 de agosto de 2015

Me molestó y no sé.

Yo estaba sentado en una mesa solo. Y deseaba que llegasen ellas y se pusieran allí. Llegaron, ellas y Poli. Hacía el penúltimo poema y en la felicidad se lo dije. Mi último verso hablaba de vosotras y ahora al parecer me lo apagasteis. En esto que contestó alterada Teresa: “Siempre con los poemas”. Yo me sentí abatido.
  Después me dijo que me pusiese con Javier que estaba solo en una mesa y se puso luego blando. Ayer por la noche me dijo que acompañase igual a Poli y también se pasó él.

Todos pueden instituir lágrimas
en el espacio, pero no con el sentido
que les puedo dar yo.

Había un hueco vacío
en mi alma y tú
lo llenaste.
En aquel instante
sólo tú lo podías llenar
como la semilla ideal
que me daba la vida.
Fuiste quien llenaba mi sentimiento
mientras contemplaba sus ojos, melodía
de creación eterna.
Creo que te cruzaste en mi camino
así, desnuda.
Fuiste mi todo
en aquel instante.
Y sé que encontraré ese recuerdo
que faltó desde siempre
para llenar mi corazón.

Allí estábamos
los dos: una melodía
en mi mente, tan profunda
y clara, yo no sé
qué es lo que nació
entonces. Pero tuvo que ser hermoso si estabas tú
conmigo.
Eran dos voces
Inocentes y una sola a la vez, el alma
parecía hablar
en tantas voces diferentes,
sólo estábamos
tú y yo.

- ¿Por qué no hablamos un rato?, ¿por qué no pensamos por ejemplo que tu amor ya se ha cruzado en tu camino?.
-  Sabes que me gustaría, pero ya ves: solo.
-  ¿Por qué no pensamos que él no te dejará estar tanto tiempo estregándole soledad a las melodías que fluyen a tu alrededor?. ¡Vete!, viniste con la ilusión: es falsa, ya lo ves.
-  No sé, son menos en el vacío en un mundo de felicidad.
-  No lo creas, ya ves que así no vas a ningún lado. Aquí no ves.
¿Ves?, la luz ha venido a animarte. El dolor pasará, ya sabes que es nuestro secreto.
-  Jo, me dejas solo. Dime tú algo.
-  ¿Qué quieres que te diga?. Ya sabes que la ilusión que cae en picado no sabe regresar. Te enfadabas con todas ellas, ¿no?. ¿Es que no sabes que la felicidad está en ti?.
-  Mira, Begoña dijo que cuando quiera, bailo. Un rábano. Jo, se van las canciones. Mira, baila solo. Si. Ya ves, ¿qué tal?. Un beso, Antonia, al principio me extrañó que no quisiera bailar. Me lo dijo, el por qué. No era tarde.
  Ya estoy de vuelta. No son Teresa y Begoña como me las imaginé en un principio. Estuvo casi siempre con un señor de muletas igual que ella. “Me enfadé por no bailar”, decía.

Tú no tienes mirada, pero tus ojos
abarcan mucha más realidad
que los nuestros.
Tú tienes esa suave ola
que mece las barcas
cuando las encuentra
en su corazón.

Tienes esa luz
que ondulea entre las montañas
al amanecer
cada primavera, sabiendo
que vas a aportar
tu pequeña semilla.
No te oscurezcas, es precioso pensar
que tus ojos
van al compás del aire,
que la vida necesita del color
cuando te esté escuchando.

Es precioso imaginarse
ese corazón, aunque nunca
llegue a descubrirse
el por qué nació tan bello. Pensar
que vino
para encontrarnos a todos
unidos
bajo su luz.
Y necesitamos ese gran secreto, sólo tú
sabes
cuál es la clave del mundo.

  Mañana sale Loli en el recreo. Fue Begoña y no Teresa. Y dentro de la broma le dije que le faltaba seriedad. Creo que hubo algo más, porque ese diálogo acabó en discusión. Se enfadó, y yo también.
Para el viernes iría Bego y Loli, me iba a dar igual bailar con ella.

  Ahora pensé en pedirle perdón, creo que sería malo, no debería echarme atrás, aunque creo que lo haré sin mostrar una clara redención. Otra vez el miedo… Ya vuelvo a ser el de antes. Mañana le daré la carta a Bego. Me encontré a Feli. Creo que es un problema lo de que me encuentre todos los días. Habrá días en que no pueda, ni yo tampoco. Incluso al llegar al bar a beber le dije que no quería nada. Ya me enfadó al mediodía: esperaba a las chicas, hasta que pasó a las dos y diez un señor que me conocía. Iban dos hablando. Me aburría. Pensaba en ellas.


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